Manifiesto por la participación en Medellín
Medellín sin miedo, sin silencios forzados – Medellín diversamente libre y solidaria –
Medellín verdaderamente inteligente – Medellín en paz y con justicia social.
Hay quienes todavía se sorprenden por la pérdida de legitimidad de la democracia representativa y la participación formal. Pero cómo creer en una democracia sin voluntad política, donde se hizo común el abuso de la participación para el saqueo en favor de los intereses individuales, y que nos convoca a participar desde la división de cada tema en una fragmentación sin encuentro, que favorece el exceso de algunos pocos omnipresentes que cooptan los espacios y pretenden representarnos a todos. Sabemos muy bien que la lucha, la movilización y la resistencia son el verdadero fogón de esta democracia.
La democracia es por sobre todo una construcción colectiva, no un horizonte fijo y predefinido, y menos aún una cuestión acabada. Poco saben de libertad, participación y ciudadanía quienes creen que sólo se trata de normas, partidos y elecciones, sería tanto como suponer que la democracia se agota en acatar, opinar y votar, o que la realidad sólo es posible en la formalidad; más allá de eso hay todo otro mundo de posibilidades que se están construyendo, a pesar de no tener reconocimiento formal. Por eso sabemos que, así como se necesita todo un barrio para criar bien a un hijo, se necesita mucho más que respeto a la norma y derecho al voto para generar un buen ciudadano.
Sabemos que la relación entre ciudad y ciudadanía es construcción de territorio y participación. Quienes venimos de sectores populares entendimos desde temprano en la historia de la ciudad que el territorio se construye en una constante lucha, aunque en el proceso haya que cuestionar algunas normas, y que esa construcción debe ser colectiva, enriquecida por las diferencias, es por eso que nuestros barrios populares, aunque precarios, son una expresión de lo común en la diversidad. Luego entendimos que lo común es uno de los principales sustentos de lo público; y así, la lucha, lo común y lo público son para nosotros el lugar de la participación. En nuestra realidad, la participación se origina en el territorio y se conjuga con el verbo construir, aunque eso implique cuestionar la ciudad y la democracia representativa.
La experiencia de transitar entre el fragor de la lucha, la autoconstrucción de lo común y la formalidad de lo público, nos enseñó que la estatalidad tiene muchas caras. El uso criminal de la represión, la priorización de los grandes intereses privados, la connivencia selectiva con la criminalidad y la instrumentalización de la participación ciudadana, pero también el reconocimiento de los saberes y la creatividad comunitaria, y la intervención urbana para el relativo acceso a los beneficios del desarrollo urbano, nos han mostrado que el Estado local es capaz de mutar, moviéndose entre la estructura rígida que oprime, domina y manipula, y el escenario amplio que estimula la deliberación e integra. Por eso tenemos muy claro que conflicto y cooperación, dialéctica y dialógica, son los motores en la relación con el Estado, renunciar a uno u otro es desconocer nuestra realidad, nuestra historia.
Sabemos que la unión hace la lucha, lo común se trabaja en convite y lo público se vive en colectivo. En nuestra Medellín, la popular, la autoconstruida, la “informal”, mezclamos el convite de trabajo con el convite de ideas, participamos con el cuerpo, la mente y la palabra, de esa manera hacemos territorio, le damos un sentido humano a la ciudad, resistimos el control criminal, y forjamos el espacio para la vida, la memoria y la identidad comunitaria. Así como reconocemos en las políticas una construcción que necesariamente debe pasar por lo colectivo, y cuando lo son, se convierten en un capital político para la ciudad. Es por eso que resulta trágico que cada mandatario pretenda reinventar el mundo a partir de sí mismo.
Sentipensamos con toda certeza que no estamos solos, que nuestra lucha no es la única, y que la democracia que forjamos debe ser para todos. Ya lo afirmamos en la carta de amor, En Medellín ha faltado inteligencia para ponernos de acuerdo en las soluciones a nuestros graves problemas, este es un bello momento, Medellín Pa Dónde Vamos, nos reencuentra en la voluntad de cambio y el respeto por la diferencia, hoy pulsamos juntos, nos aceptamos, nos valoramos. Esto demuestra que nuestra odisea colectiva sí es posible.
Este momento es también un llamado a la profunda escucha de las voces que traen la nueva polifonía, son las voces de la tierna infancia, la rebelde juventud, la perseverante y valiente mujer, el trabajador campesino, con sus cosmogonías poéticas, lúdicas y culturales. Renuevan la alegre rebeldía de la movilización, la resistencia, el cambio, la democracia.
Pero no somos ingenuos. Segregación, inequidad, inseguridad, vulnerabilidad, exclusión, esas también son las condiciones de la ciudadanía, pero también lucha, movilización, resistencia, pervivencia, autonomía. De ahí la necesidad de un manifiesto por la participación.
A 2017 en Medellín, por lo menos el 25% de la población ha sido víctima de algún tipo de desplazamiento forzado, y no menos del 25% vive en la informalidad y en condiciones de marginalidad urbana, pero es considerada una ciudad “modelo” para Latinoamérica; no menos del 40% trata de ganarse la vida en la informalidad laboral y otro 9% está desempleada, pero es el segundo centro económico del país; campea el control territorial de los grupos armados ilegales y la criminalidad se hizo cotidiana, pero todavía consuela saber que ya no es la ciudad más peligrosa del mundo; no menos del 50% de toda su población no vota en ninguna elección, pero es uno de los centros más importante para la toma de decisiones políticas en Colombia.
Conscientes de que la dignidad se lucha y la equidad se acuerda, les anunciamos que en nuestros territorios seguiremos disputando la ciudad, luchando por la dignidad y la paz territorial, y con ustedes, todas y todos, re-encantaremos la ciudad, para que sea profundamente ética, cercana en la diversidad de sus estéticas, amorosa en la cercanía de nuestra humanidad.
Es por eso que le proponemos a esta sociedad una comprensión amplia y en construcción de la democracia y la participación, y aportamos el convite de trabajo y de ideas para hacer lo colectivo, lo común y lo público, esa es nuestra lucha y será nuestro legado. Desde el territorio seguiremos ensanchando los límites del campo y la ciudad hasta que quepamos todos, porque cuando se trata de transformar el mundo, nuestros ojos no dejarán de brillar, porque no es un fantasma lo que recorre a Medellín.
Procuraremos, como deber colectivo, la Medellín que rompe esquemas y estigmas, para el convite de ideas por un común acuerdo, o si se quiere, un nuevo pacto social, juntos.
Luchadoras y luchadores, que desde el poder popular, trabajamos por una democracia para todas, para todos.
Seminario Medellín, ¿Pa’dónde vamos?
¿De dónde venimos, dónde estamos y para dónde vamos en términos de participación comunitaria en la ciudad?
Las organizaciones que integramos la Alianza por la participación en la ciudad: Corporación Convivamos, Fundación Sumapaz, Corporación Mi Comuna, Corporación Cultural Nuestra Gente, Corporación Picacho con Futuro, Barrio Comparsa, Canto Arena, Corporación Sal y Luz, Corporación Canchimalos, Apic, Fepi, Nariz Obrera, Memorias en diálogo, ACJ, Casa Arte, Corporación Altavista, Cultura Viva Comunitaria, Fundación CONFIAR, Movimiento de Pobladores, ciudadanos y ciudadanas, comunidades, nos proponemos en conjunto con la Secretaria de Participación, llevar a cabo una conversación ciudadana, nuestra intención de sumar en esta construcción de ciudad.
Fuente: http://micomuna.org/manifiesto-por-la-participacion-en-medellin/
Foto: Cortesía Corporación Mi Comuna