Los nuevos antiuribistas

Benedetti ahora es un defensor de los derechos humanos preocupado por los pobres, y Barreras ya no se atreve a defender la gestión de ‘Uribito’.


No es que los columnistas que hemos sido antiuribistas nos hayamos vuelto santistas. Es todo lo contrario: el que se pasó a nuestra orilla fue el propio presidente Santos desde que decidió iniciar su gobierno implementando una agenda de gobierno totalmente opuesta a la que le dio el triunfo en las urnas. Si hubiera prometido como candidato lo que está haciendo como presidente, probablemente hasta yo hubiera votado por Santos.
También tengo claro que si yo fuera uribista, estaría indignada con Santos por el cambiazo que le ha hecho a la agenda con que ganó. Pero como nunca lo fui, celebro por el bien del país que Santos haya entrado en razón y vuelto a la cordura y a la sensatez. De modo que lo extraño no es que los columnistas antiuribistas estemos viendo con buenos ojos los timonazos que en buena hora ha hecho el presidente Santos -muchos de los cuales nos dan la razón en nuestras denuncias y críticas- sino ver a los políticos y opinadores uribistas convertidos en furibundos antiuribistas.

Yo, por ejemplo, me había acostumbrado al Armando Benedetti uribista de sangre azul, defensor de lo indefendible y totalmente previsible: si el Presidente le decía que había que botarse por el Salto del Tequendama para demostrar que este gobierno era de machos, pues Benedetti lo hacía de manera patriótica. Así lo aprendimos a conocer y a estimar. De ese Benedetti ya no queda ni la sombra. Ahora se ha convertido en un defensor de los derechos humanos, está preocupado por los pobres y es el más interesado en reabrir las relaciones con Chávez después de que al presidente venezolano no lo bajaba de payaso y de “vocero de las Farc”.

Otro tanto hay que decir de Roy Barreras, hasta hace poco uno de los uribistas más enfurecidos con la Corte Constitucional porque no le permitió al presidente Uribe una segunda reelección. Casi no se recupera de ese sablazo: primero propuso que Uribe fuera el vicepresidente de Santos y luego se le ocurrió la idea de presentar un proyecto para convertir a Uribe en senador vitalicio.

De ese Roy Barreras tampoco queda nada. Hoy está como Benedetti: abogando por el restablecimiento de las relaciones con Venezuela -o por lo menos no ha alzado la voz para decir que Santos está cometiendo un error porque Chávez es un vocero de las Farc-, ya no se atreve a defender la gestión de ‘Uribito’ ni de su sucesor en el Ministerio de Agricultura, ya le parece que es acertado mejorar la relación con las Cortes y no considera grave que se haya caído el acuerdo de las siete bases con los Estados Unidos.

Pero ellos no son los únicos uribistas que hoy están en el antiuribismo. La semana pasada, cuando el ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, se estrenó en el Congreso y les dijo a los congresistas que la instrucción de este nuevo gobierno era que ninguno de sus funcionarios volvería “a referirse a la oposición como terroristas o con ningún adjetivo similar”, nadie de la bancada uribista salió a defender al “mejor Presidente que ha tenido Colombia”, ni a decir que eso era una falsedad instigada por las Farc, ni que Germán Vargas, con esa actitud, le estaba haciendo el juego a la guerrilla, como tantas veces nos dijeron a muchos de los periodistas que denunciamos los abusos de poder de ese gobierno.

Si los uribistas de ayer están tan convencidos de que el gobierno Uribe sí cometió abusos, que ‘chuzó’ a los opositores y a los magistrados, que se compró la reelección, que polarizó peligrosamente al país, que desinstitucionalizó el Estado acabando ministerios, que inició una pelea innecesaria con las Cortes, que impulsó un acuerdo con Estados Unidos que lesiona nuestra soberanía… ¿por qué nunca lo dijeron? ¿Por qué lo defendieron a sabiendas de que estaban respaldando a un gobierno corrupto y autoritario?

Ahí les dejo la preguntita.