LORENZO CAMPO QUIGUANAS, Un fundador del Alto Ariari (Meta)

Un 19 de marzo de 1934, en Belalcázar (Paez), región de Tierradentro en el departamento del Cauca nace un hombre de baja estatura y alta dignidad, LORENZO CAMPO QUIGUANAS. No lograba los 18 años de edad cuando vivió su primer destierro. Desplazado forzadamente, en ese entonces por la estrategia de represión de militares con “Chuladitas”, de militares con “Pájaros”. Empezó el andar, el largo caminar de buscar refugio, un lugar dónde vivir y trabajar.


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Su padre, LORENZO CAMPO, junto a su madre, JULIA QUIGUANAS, llegan con sus hijos al “Mejicanal”, más conocido como Río Chiquito en el Cauca, límites con el Huila. Allí encuentran protección, encuentran otras familias campesinas construyendo propuestas de dignidad, nacientes comunidades agrarias que posteriormente serían señaladas de “Repúblicas Independientes”, pretexto para nuevas agresiones, nuevas persecuciones.

LORENZO CAMPO, el padre, se suma a las autodefensas campesinas como expresión de resistencia a la agresión estatal. LORENZO, el hijo, sigue los pasos de su padre.

En 1955 es asesinado por el ejército LORENZO, el padre. LORENZO, el hijo, permanece para continuar luchando por la tierra, su tierra, en Río Chiquito.

Díez años después, es atacado Río Chiquito por el ejército. Una nueva agresión. Un nuevo destierro

Ya LORENZO con 31 años, la familia bajo su cuidado tras la muerte de su madre, se ve forzado a buscar otro camino, un lugar donde habitar, Tierra dónde trabajar.

El andar lo lleva a Viotá (Cundinamarca). Por un año jornaleando, $900 pesos diarios. Y el tercer destierro se vino.

En 1967, el andar lleva LORENZO CAMPO QUIGUANAS, junto con su familia, a la región del Alto Ariari en el departamento del Meta. Empiezan a “tumbar montaña”, a sembrar la tierra, a organizarse, a seguir un proyecto de vida, ahora en el píe de monte llanero.

LORENZO, el hijo, permanece para continuar luchando por la tierra, su tierra, en el Alto Ariari.

Los últimos 40 años, LORENZO los vivió con pasión y tranquilidad. Al paso de los años, LORENZO vivió en la dignidad, sumado siempre a la organización, a los sindicatos agrarios, en la militancia de la tierra y de la vida, terminando sus días con nuevos destierros, ocasionados por los militares, ahora acompañados de paramilitares.

A sus 68 años, cuatro destierros, cuatro desplazamientos forzados. A sus 68 años, en el 2002 a buscar sobrevivir en Villavicencio. A los 68 años no se resignó a morir como desplazado y por eso junto con su comunidad se volvió a organizar y desde el 18 de marzo de 2006 logró regresar al Alto Ariari a una Zona Humanitaria, junto con su Comunidad Civil de Vida y Paz,

LORENZO regresó a la tierra, pudo más la persistencia, la terquedad de querer morir en ella. LORENZO, ha pasado a la historia, como uno de los fundadores del Alto Ariari que tuvo el privilegió que hoy pocos tienen, morir de muerte natural y sobretodo morir en su tierra.

Ha pasado a la historia y en desde su memoria, sus familiares, amigos, comunidad, acompañantes, escribieron de manera colectiva las siguientes líneas:

“SE NOS FUE UN FUNDADOR DEL ALTO ARIARI.
LORENZO CAMPO QUIGUANAS

Lorenzo, campesino trabajador, testimonio de persistencia, de insistencia por defender la tierra.
Uno se llena de nostalgia al saber que se va uno de los fundadores de nuestra región, del Alto Ariari.
Un hombre que siempre luchó por defender la tierra y en esa lucha murió.

Lorenzo sufrió la represión del Estado desde joven. Forzado a desplazarse del cauca en los años 60, por la represión a los que defendían la tierra, para los que trabajaban en ella.

Lorenzo nos deja una gran historia, es un ejemplo para los jóvenes de nuestra comunidad. Nunca dio un paso a tras, siempre luchó por lo que quería, siempre habló con la verdad.

Lorenzo perteneció a varias organizaciones en la región. Fue miembro de los sindicatos agrarios, de las juntas. Le gustaba la organización. La comunidad le creía y lo querían, era muy activo y solidario.

Lorenzo, campesino honesto, sencillo, colaborador, un hombre creyente de la lucha de su pueblo, militante de la defensa de la tierra y de la vida.

Lorenzo y su familia, construyeron un proyecto de vida alrededor de la finca “El Clavel”, en el caserío La Floresta, municipio El Castillo. Hasta que el 29 de enero del 2002 llegaron militares del FUDRA y en presencia de la familia torturaron y asesinaron a su sobrino, EYDER, de 16 años de edad. Desde ese momento empezó un nuevo desplazamiento, una nueva represión. Se repite la historia de los años 60 con nuevas maneras y nuevos nombres de la represión.

Lorenzo, desplazado en Villavicencio empezó a trabajar junto a su comunidad. Nuevamente la organización se hizo necesaria. Participó desde los comienzos de la Comunidad Civil de Vida y Paz. Fue testigo junto a los demás miembros de la comunidad de cómo continuaban asesinando a los suyos. Reinaldo, Lucero, Pedro, Jaime, Alberto, más de 130 campesinos y campesinas asesinados y desaparecidos en la región.

Lorenzo participó del sueño hecho realidad de regresar a la región del Alto Ariari. Murió haciendo realidad ese sueño. Regresó a una Zona Humanitaria y desde allí a su finca, a trabajarla, recuperarla, protegerla.

Lorenzo, nuestro “Lolo” se fue. Murió a sus 73 años pero su vida y lucha está presente en la Memoria de quienes con él comparten la defensa de la tierra, el regreso a la región del Alto Ariari, la resistencia al olvido.

Lorenzo deja un vacío para su familia, en su comunidad, en la tierra. A pesar de la enfermedad con la que luchó los últimos meses, quería regresar a la región. Dos días antes de morir, le expresó a su mejor amigo, a su compañero de luchas de toda la vida, su deseo de regresar a Zona Humanitaria y de morir cerca de su tierra. Murió en Villavicencio junto a su familia el 24 de marzo, en una clínica, y ese día resucitó en el Alto Ariari, en su tierra, que no lo olvida.

Lorenzo, nuestro “Lolo”, su vida en la Memoria. Sus experiencias en los jóvenes. Su resistencia en la comunidad…

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LORENZO NOS DEJA UN PAISAJE, UN CAMINO POR ANDAR…

Llenos de nostalgia,
Llenos de dolor.
Años de destierros, de derrotas.
Años de luchas, de amor.
Años ensangrentados. Años en la memoria.
Lorenzo con nosotros. Lorenzo no se ha ido.

Hoy nos queda un paisaje
De montañas fértiles, de agua por doquier
De siembras de café, de yuca, plátano y maíz
De fríjol, cacao y muchos frutales
Un paisaje de vida y amor
De una historia de defensa de la tierra.

Un paisaje lleno de memoria
Los pasos recorridos al tumbar montaña.
Los pasos obligados del desplazamiento.
Los pasos de dignidad del regreso.

Paisajes de caminar firme, sin descansos,
Solamente los necesarios para recobrar fuerzas.
Caminar de organización.
Caminar de pueblo campesino por la tierra.

Paisajes de manos soñadoras
De manos solidarias, serviciales
Manos apreciadas, queridas, trabajadas, abrazadas

Lorenzo nos deja un paisaje de sueños
Por seguir construyendo, para seguir creyendo.
Paisaje de dignidad y justicia.
Paisaje de verdad y memoria.

Es el paisaje de Lorenzo
Es el paisaje de nuestro pueblo.

Lorenzo, con nosotros
Lorenzo, en la tierra y su pueblo”

Bogotá, D.C. 27 de marzo de 2007

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz