Lista de temas
La coca, la amapola, la marihuana, no matan. Mata, en cambio, la prohibición de comerciar con ellas, que hace rentable el tráfico.
LLevo dos días enteros escribiendo esta columna, y no consigo redondearla. Hay demasiados temas. Hago una lista.
1) Siguen los falsos positivos militares: los muertos disfrazados de guerrilleros. El Presidente dice que se exagera y se calumnia al respecto. Y lo dice con tranquila desfachatez porque sabe que muchos están de acuerdo con ellos, y los aplauden: este se ha convertido en un país de asesinos. Matar es útil. A los pobres (y de ahí viene el nombre atroz de ‘desechables’ para los indigentes). Y a los ricos (quién les manda ser ricos). En El Tiempo dice el historiador Jorge Orlando Melo que “lo más escandaloso” del asunto militar es que “ni un solo oficial hiciera una sola denuncia a nombre del honor, la moral y la dignidad del Ejército”. Es que no queda honor, ni moral, ni dignidad. Este es un país de asesinos. Del lado de la guerrilla las cosas son iguales.
2) Sigue el espionaje del DAS contra las Cortes y la oposición. El Presidente dice que es cosa de “ex funcionarios inescrupulosos” que con eso buscan “desacreditar al gobierno”. Me acuerdo del difunto presidente Turbay, que decía en sus tiempos de las caballerizas de Usaquén que los torturados se autotorturaban para desprestigiar al gobierno. Y un chiste: el gobierno ofrece 200 millones de pesos a quien denuncie a los responsables. ¿Se los darán al funcionario de Contrainteligencia que acaba de señalar a los asesores de Palacio? ¿Me los darán a mí si digo que el responsable es el Presidente? No, no me los darán. Ya una vez me llevé un chasco cuando acusé en esta misma columna a los servicios secretos del Ejército del asesinato de Manuel Cepeda. Eran ellos, sí. Pero no me dieron la recompensa. Tuve que irme un tiempo del país.
3) Están locos. El amor al poder los ha vuelto locos. El Presidente: esos ojos huidizos, esos dientes inferiores desnudados de cólera. El ministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga, desencajado de rabia en el Congreso. El asesor José Obdulio Gaviria pensando siempre en términos de guerras medioevales como en un juego de Nintendo: mariscales de campo, coroneles de la caballería pesada. El poder enloquece, desde Calígula hasta Carlos Menem.
4) Son corruptos. Todos los son, todos lo han sido. Hace un mes escribí aquí que la corrupción se ha vuelto asunto de clima, y que la respiramos como el aire envenenado que nos brindan en Bogotá los buses por cuenta del combustible que fabrica Ecopetrol. Turbay otra vez: las “justas proporciones” de la corrupción. Defienden a los hijos del Presidente con el argumento de que medrar a la sombra del poder es “legal”. Y, además, “muy nuestro”. Un país de avivatos. Los hijos del Presidente dicen que están “haciendo patria” con sus zonas francas, y que la carretera no la planearon ellos. Cuando el problema consiste en que se creen zonas francas y las carreteras planeadas desde siempre no se hagan sino cuando aparece por ahí la finca de alguien que mande. Así hizo un Virrey el puente del Común, hace trescientos años. Así llevó hace cien el presidente Rafael Reyes la carretera Central del Norte hasta su pueblo de Santa Rosa de Viterbo. Y Ernesto Samper, cuando vivía en Hatogrande, la ensanchó hasta Hatogrande. Hace un par de años hubo una denuncia sobre un nuevo puente en Montería que favorece el ‘Ubérrimo’ del presidente Uribe. De las murallas de Cartagena se cuenta que no molestaron mucho a los piratas, pero en cambio enriquecieron a los contratistas: el Rey de España se asomaba al balcón de su palacio en Madrid para admirarlas, y le decían que estaban demasiado lejos, y él respondía, con sobrada razón: “Tienen que verse desde aquí, con el dinero que me están costando…”.
5) Lo de “la mata que mata”. No sé qué ministerio, o qué secretaría de Salud, o qué organismo de Estupefacientes, o qué otra autoridad perversa paga en las emisoras de radio un anuncio mentiroso e imbécil recitado por un niño con voz de niño imbécil, y escogido por eso, que dice: “No trafiques con la mata que mata”. La coca, la amapola, la marihuana. Es mentira: no matan. Mata en cambio, sí, la prohibición de traficar con ellas, que hace rentable el tráfico. A esta obviedad responderá el Vicepresidente diciendo que el reto consiste en descubrir quién me financia a mí por decir estas obviedades contrarias a la doctrina del gobierno. Pero claro: me financia el dueño de SEMANA, que según José Obdulio Gaviria es el jefe de la oposición. Si el cerebro del régimen cree eso…
6) Y a propósito de estupefacientes: ¿Vieron ustedes al que fue jefe de eso, el recordado coronel Plazas Vega del Palacio de Justicia, emprenderla a patadas contra las madres y las viudas de los desaparecidos en aquella tragedia espantable? Los Plinios y los Yamhures verían la escena extasiados: “¡Qué hombre…!”.
7) Esto va para largo.
http://www.semana.com/noticias-opinion/lista-temas/124048.aspx