Libertad al Padre CANTALAPIEDRA y LOS 15 POBLADORES DE URIBE.

El padre RICARDO LORENZO CANTALAPIEDRA, párroco de la Uribe, desde hace una semana se encuentra detenido por la orden de la Fiscalía Especializada Octava de Villavicencio sindicado falsamente de ser miembro de la guerrilla de las FARC EP como informante, colaborador y testaferro.

Su caso, es el reflejo de las detenciones masivas realizadas en el municipio de Uribe el pasado mes de julio cuando fueron detenidas de modo indignante 18 pobladores, tres de los cuáles fueron días después dejados en libertad. Los acusadores de este proceso contra la población que ha llevado también a la detención, carente de sana crítica, del sacerdote puedes ser en conjunto calificados como detenciones ilegales y arbitrarias masivas, se basan en supuestos ex miembros de la guerrilla de las FARC que hace presencia en la región, informes de batallón Contra Guerrilla, y falsos testigos que ofician en lógicas militares institucionales que recrean escenarios descontextualizados y sin precisión por que han visto afectados sus intereses electorales.

Se le acusa al padre de testaferrato cuando los predios son de la Diócesis de Granada, se le acusa de desorden institucional cuando él no es insurgente, solamente por ejercer como misionero en acciones pastorales, algunas de ellas humanitarias, y algunas de ellas des el profetismo propio de los cristianos. Se pretende deslegitimar todas sus acciones humanitarias las que se buscan hacer ver como acciones de apoyo a la guerrilla. A los 18 acusados se les interpreta, se les mira de la misma manera, sin sana crítica, sin debido proceso por que simplemente la ley es la ley, sin límites, sin cortapisa, sin lógica, sin razón.

Fundado en el evangelio, en su cotidiana práctica pastoral basada en el profetismo, el Padre Cantalapiedra en la hoja mensual de pastoral de la Parroquia María Madre de la Iglesia, escribió en el mes de Julio como lema del mes el siguiente: “Acercándonos a la Bibllia, a los auténticos anunciadores de la Palabra acogemos” En una lectura de la realidad desde su ser creyente afirmó el carácter profético del cristiano frente a las detenciones ilegales y abitarias. Bajo el subtítulo Acción Significativa, agregó: “En la Celebración de la Fiesta del La Virgen del Carmen, en el grupo eclesial y en el templo parroquial, hacer una ofrenda floral en honor de todos los que han dado su vida en Colombia, por una causa justa en bien de sus hermanos y por los que el Ariari trabajaron en la evangelización de la Región. El auténtico anunciador de la Palabra es el profeta, profeta es el servidor de la verdad y quien lucha por la justicia. Los profetas de en la Biblia viven su fe en medio de los acontecimientos de su tiempo y no olvidando la realidad histórica que se está viviendo.
No se ha visto que algún profeta auténtico haya renegado de su fe aunque haya tenido que sufrir a causa d ella. El Espíritu que anima los profetas es el mismo que a ti niño, joven, adulto, anciano, te está tocando para que como bautizado que eres, también tu seas un auténtico profeta”.

Más adelante explícitamente se refirió el párroco a las detenciones arbitraria. “muy queridos amigos fieles de la parroquia María Madre de la Iglesia, con mucho cariño y alegría me dirijo a vosotros para saludaros y deciros que estamos con el pueblo.

Son varias cosas las que en estos momentos llevamos en nuestro corazón: la detención arbitraria y brutal de una parte muy querida de nuestra comunidad, nos duele profundamente estos hechos que durante el día sábado dos de julio y domingo tres tuvieron lugar en nuestra tranquilla y pacífica población de Uribe, protestamos enérgicamente por la forma como se realizaron de forma violenta y brutal atropellando todo los derechos más elementales de la persona, estos actos nos tienen que unir para defender ala comunidad, vimos con mucha tristeza cómo las fuerzas del orden del estado (sic) amarraron y llevaron como a delincuentes a nuestros hermanos, fue una imagen que quedó gravada en nuestra mente y difícilmente se borrará”

Ese texto, esas palabras proféticas en defensa de los que fueron vulnerados en sus derechos, fue la verdad que generó la reacción institucional. Afirmar la verdad es alterar el orden, es sublevarse contra la institucionalidad Parece ser que la única conducta no reprochable es callar, guardar silencio.

La injusticia se oculta con más injusticia, por eso se definió la detención del sacerdote, sencillo, transparente de Valladolid, así lo título un periódico en España “Mi delito es haber denunciado las detenciones en Uribe”

La suma de falsos testimonios, de falsos testigos que de modo impreciso, sin veracidad y sin ninguna prueba verdadera, más que palabras hiladas ilógicamente, son las mismas que han llevado a la detención de más de 18 personas, y se rumora que son muchos más los pobladores de la Uribe que serán procesados

El sacerdote de la congregación salesiana, desde hace 38 años se encuentra en Colombia prestando sus servicios pastorales en una región como el Meta, siendo párroco en el municipio de La Macarena, Lejanías, Granada y desde el 2003 en el municipio de Uribe. El es testigo de los desbordamientos de la política de seguridad del gobierno, de los graves daños que afectan a pobladores rurales y urbanos, cuyo único delito es el vivir en Zonas de Conflicto armado, donde existe la presencia de la guerrilla o es haberse organizado para afirmar integralmente sus derechos. El ahora también es víctima, como los 18 pobladores más, tres de los cuáles fueron dejados en libertad.

Absurdo pero es así, a los criminales la libertad, a los generosos, a los solidarios, a los servidores de las comunidades, a los agentes acompañantes o a los líderes de las comunidades, persecución, señalamientos e injustas detenciones, una muerte lenta.

Invitamos a los cristianos y cristianas, humanistas y defensores de los derechos humanos y los derechos de los pueblos dirigir con urgencia sus comunicaciones a

1. Fiscal General de la Nación MARIO IGUARAN y al Responsable de la Oficina de Relaciones Internacionales de la Fiscalía General de la Nación (57-1) – 570 20 00 (571) 5702022 Extensiones 2003 o 2004 Fax Extensiones 2017 o 202 contacto@fiscalia.gov.co
denuncie@fiscalia.gov.co

Intervenir URGENTEMENTE para que garantice que en sana crítica y en debido proceso se de libertad al Padre RICARDO LORENZO CANTALAPIEDRA y los 17 pobladores del municipio de Uribe por la falta de aplicación de los estándares internacionales de garantías judiciales, debido proceso e independencia judicial y la ausencia de sana crítica en el proceso que sigue la Fiscalía Especializada Octava de Villavicencio.

2. Al Procurador General de la Nación, EDGARDO MAYA VILLAZON Tel (571) 35200 66 / (571) 3360011 Extensión 11522 reygon@procuraduria.gov.co intervenir inmediatamente en el proceso a fin de que se constate la ilegalidad y arbitrariedad de las detenciones que se han producido desde el 2 de julio pasado contra 18 pobladores de Uribe y la del Padre RICARDO LORENZO CANTALAPIEDRA

Dejar Constancia ante el Vicepresidente de la República FRANCISCO SANTOS Tel (571) 33450 77 Fax (571)-566 20 64 / 57- 1 334 18 17 ppdh@presidencia.gov.co por la detención ilegal y arbitraria en el municipio de Uribe por efectos de las políticas de seguridad

Adjuntamos Informes de Prensa en diarios nacionales e internacionales.

Bogotá, D.C Agosto 26 de 2005
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ

Tomado de www.elperiódico.com25.08.05 Internacional. Entrevista

“Mi culpa es denunciar los arrestos masivos”

Gloria Helena Rey
Bogota

Edad 64 años
OCUPACIÓN SACERDOTE DE LOS SALESIANOS
LUGAR DE NACIMIENTO LA SECA
(VALLADOLID)
RESIDENCIA VIVE EN COLOMBIA DESDE HACE 28 AÑOS
CONDICIÓN ACTUAL DETENIDO TRAS SER ACUSADO DE AYUDA A LAS FARC.

Ricardo Lorenzo Cantalapiedra es un hombre delgado, de rostro pálido, apariencia tímida ,modales sencillos ,voz suave y manos de apariencia frágil . No da la impresión de ser alguien que reside en una zona agreste donde bombardeos y muertes son el plato cotidiano, y portar armas, una de las pocas garantías de supervivencia.

El sacerdote vive desde hace 28 años en Colombia y desde hace dos municipio de Uribe, en una zona guerrillera de el sur del país. Pero desde hace una semana ésta detenido en la Casa Provincial de los Salesianos en Bogota acusado de rebelión y de ser un testaferro de la guerrilla de las FARC. Sin embargo, no tiene miedo. Dice que las acusaciones no tienen fundamento, aunque admite haber conocido al Mono Jojoy , jefe militar de las FARC con quien tuvo, sostiene , una relación al margen de toda cuestión ideológica o revolucionaria .
Al igual que sus colegas españoles, los aragoneses Manuel Pérez ,Domingo Lían y José Antonio Jiménez, Cantalapiedra fue a Colombia a ayudar a los mas pobres. Al contrario que ellos, no solo sigue vivo sino que no se alistó en la guerrilla. “Nunca he empuñado una arma –dice–.Como el mío, hay muchos casos d personas acusadas injustamente en Colombia”.

— ¿Quien lo acusa y que argumentos han esgrimido para detenerlo?

Son acusaciones de un supuesto exguerrillero de las FARC que aseguro ante la fiscalía que yo tengo vínculos con ese grupo guerrillero. Acusó a también el alcalde del pueblo, al secretario de Gobierno y a casi cien personas más.

¿Hay razones de peso para esa acusación?

No, los argumentos son muy pobres y están respaldados por dos concejales afines a los paramilitares. Decían que yo era guerrillero por que no estaba con ellos. Cada vez que viajaba por la región decían que iba a los campamentos de la guerrilla y que les llevaba ropa y comida. Todo es mentira.

¿Alguna vez fue usted a los campamentos guerrilleros?

Si, a petición de personas humildes que se sentían amenazadas o eran familiares de secuestrados. Fui a aclarar las cosas, a preguntar qué era lo que realmente pasaba al respecto a esas personas, pues en los pueblos pequeños hay muchos chismes. Pero eso es todo. El único motivo que me llevó a los campamentos de las FARC fueron cuestiones de carácter humanitario. El deseo de ayudar a las personas humildes que me lo pidieron, a quienes no sabían si debían abandonarlo todo para no perder a padres, esposos o hijos.

¿A causa de ese trabajo, ha recibido amenazas de muerte de los paramilitares?
Los paras sí me tachaban de guerrillero, pero nunca recibí ninguna amenaza. Me desplazaba solo en zonas donde estaban ellos.

¿Cómo y cuándo se produjo su detención?

Todo comenzó el 3 de Julio, cuando se llevaron a 18 personas en un arresto masivo y yo fui a decirle a la fiscal que eso era un atropello contra el pueblo. Ella me dijo que yo también estaba en la lista pero que no me habían detenido por que era muy conocido. Aun así, me dijo que tenía que hacer una declaración libre y espontánea.

¿Cuándo la hizo?

El 22 de julio. Respondí a las preguntas y a las acusaciones que se me hacían y que, sobra decir, no tienen fundamento. Sólo señalan que me vieron ir a los campamentos de las FARC pero no especifican para qué. Los abogados dicen que los argumentos son muy débiles.

Entonces, ¿cuál es su culpa?

Lo único que hice fue denunciar las capturas masivas de ciudadanos realizadas bajo la política de seguridad del presidente, Álvaro Uribe. Casi siempre son personas inocentes víctimas de un atropello. Le dije a la fiscal que podía citar a todos los acusados y que seguramente todos irían a la fiscalía porque son personas del pueblo, que no merecen ser sometidos a un espectáculo tan triste y horrible como una detención de ésas, donde son llevados encadenados, sin ninguna posibilidad de defensa.

¿Qué pasa con la acusación que se le hizo de ser también testaferro de la guerrilla?

Es algo igualmente absurdo. Se me acusó de eso por que figuraba a mi nombre un pedazo de tierra de la diócesis que se vendió hace 10 años. Después de la indagatoria del 22 de julio tuve que regresar a Uribe para presentar a la fiscalía las copias de las respectivas escrituras y aclarar la situación. Sin Embargo, eso no se tuvo en cuenta cuando dictaron la mediad de detención preventiva sin derecho de excarcelación en mi contra.

¿Cuándo se dicto su detención?

Quince días después. Había regresado a Bogotá a pedido de mis superiores. En prisión domiciliaria llevo una semana.

¿Regresaría al pueblo de Uribe para ejercer su apostolado?

Sí. No tengo miedo. Ése es mi trabajo.

ABC
INTERNACIONAL
EDICIÓN IMPRESA – IBEROAMÉRICA
El sacerdote español detenido en Colombia afirma que su contacto con las FARC es sólo humanitario
ALEJANDRA DE VENGOECHEA
CORRESPONSAL

BOGOTÁ. Su voz suena angustiada al otro lado de la línea telefónica. «Me han estigmatizado. Cuando en este país a uno lo señalan por ser amigo de la guerrilla, es hombre muerto. Creo que mi futuro será irme», confesó ayer a este diario el sacerdote español Ricardo Lorenzo Cantalapiedra. Desde hace cinco días está bajo detención preventiva en la sede de la comunidad salesiana en Bogotá, después de que un fiscal lo acusara de colaborar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Cantalapiedra, un hombre canoso y nervudo de 64 años, nacido en La Seca (Valladolid), trabaja desde 1977 en zonas de conflicto. Desde hace dos años es el párroco en La Uribe, pequeña población al sureste de Colombia que hasta 2002 formaba parte de la llamada zona de distensión, un territorio de 43.000 kilómetros cuadrados desmilitarizados bajo el Gobierno del ex presidente Pastrana (1998-2002) para dialogar con las FARC.

«Mi política es el Evangelio»

«Es injusto», dice cuando se le pregunta por qué un fiscal lo acusa de rebelión después de que varios reinsertados de las FARC lo señalaran por llevar víveres a campamentos guerrilleros. «Tengo la conciencia tranquila porque todo lo que hecho es ayudar a la gente. Hemos construido muchas iglesias. Mi política es el Evangelio. Para mí, todos son iguales, sean guerrilleros, soldados o policías… La persona debe ser respetada», afirma.

Los problemas para Cantalapiedra empezaron el 2 de julio, cuando un grupo de fiscales llegó a La Uribe y detuvo a 17 personas. «Salí a protestar por la forma en que lo hicieron; los llevaban esposados unos a otros», cuenta el sacerdote. «Le dije al fiscal que era un atropello», añade. El fiscal le contestó que estaba en la lista, pero que no lo detenían por ser conocido.

«Los sacerdotes que trabajan en zonas de conflicto se ven abocados a entrar en contacto con los actores armados para abogar, por ejemplo, por un secuestrado. Eso puede ser visto como colaboración con los grupos alzados», explicaba a ABC monseñor Fabián Marulanda, secretario general de la Conferencia Episcopal. Cantalapiedra dice que en su labor pastoral se ha encontrado con los guerrilleros, a quienes ha buscado «por problemas que tenía la gente. Me pedían interceder por alguien amenazado. Mi contacto con ellos es humanitario».

La situación para la iglesia católica no está siendo fácil. La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) admitió ayer haber asesinado el lunes pasado y «por error» a dos sacerdotes que trabajaban en la provincia de Norte de Santander.
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El Tiempo 21 de agosto 2005-08

EL CASO DEL MISIONERO EN LA URIBE
Un párroco valiente)
Por Salud Hernández

Si señalan a Cantalapiedra de rebelión, mañana cualquiera puede ir tras las rejas.
Tuve la inmensa suerte de entablar amistad con el padre Ricardo Cantalapiedra en La Macarena, en las postrimerías del proceso de paz. Había oído hablar mucho y muy bien de él y del padre Valentino Aparicio, misioneros salesianos que llevan décadas ejerciendo su apostolado en Meta. Los describían como modelos de entrega, generosidad, humanidad y eficacia; como esa gente que a uno lo reconcilia con la humanidad y con la Iglesia católica. Y no se equivocaban. Cantalapiedra trataba con las Farc y alguna vez con el ‘Mono Jojoy’, porque entonces, por obra y gracia del proceso de paz, eran zonas entregadas a la guerrilla (algo que los citadinos tienden a olvidar). Sus contactos, al margen de los normales cuando uno es el párroco y convive con un grupo armado, tenían, sobre todo, un carácter humanitario; intermediaba por vidas, por secuestrados, por deportados.
Después de una temporada ausente en la región para realizar un curso, regresó como párroco de La Uribe, otro feudo ‘fariano’. El misionero, de 65 años, natural de La Seca (España), que arribó a Colombia en 1977, empleó parte de sus energías en edificar nuevas iglesias y otros centros de interés social. Este cura simpático, alegre, optimista, cálido, que irradia pasión por la vida, por el ser humano y por Colombia, que hace una excelente labor pastoral, está detenido porque un genio de la Fiscalía decidió que es auxiliador de la guerrilla. Ese órgano judicial, cómo no, confía más en la palabra de un indeseable que en la trayectoria ejemplar de toda una vida sacerdotal.
Los pobladores de territorios bajo control de grupos armados ilegales están en manos no solo de unos viles criminales capaces de cometer la atrocidad de segar la vida de tres párrocos, sino también de supuestos reinsertados que quieren hacer méritos para ganarse unos pesos y el favor de las autoridades. Y, como si todo ello no fuera bastante, en las de unos fiscales ignorantes de las realidades rurales colombianas.
Si señalan a Cantalapiedra, si ese admirable misionero es sospechoso de rebelión, les aseguro que mañana cualquiera puede acabar tras las rejas. Lo que pasa es que como ese ‘cualquiera’ no será nunca de El Poblado de Medellín, ni del sur de Cali ni del norte de Bogotá, pues no preocupa, no le quita el sueño a nadie. Aquí todo vale con tal de creerse el cuento de que esas arbitrariedades masivas, esos indignantes atropellos colectivos están justificados en aras de la sagrada seguridad democrática.
No podemos permitir que continúen. El nuevo Fiscal General debe detener la injusticia que están cometiendo contra comunidades enteras. Vivir bajo la bota de las Farc no significa auxiliar a las Farc. No vamos a negar la existencia de milicianos ni que hay civiles que les apoyan por dinero o por afinidad. Pero son menos de lo que los generales y los fiscales sospechan y, desde luego, pocos de los encarcelados.
Por cierto, una pregunta boba. ¿Cuántas redadas masivas hemos visto en el Cesar, en Córdoba o en Bolívar de auxiliadores de los paramilitares? Les aseguro que no tienen que internarse en el monte para encontrarlos, basta con que se den una vuelta por los clubes sociales.
Y hablando de paramilitares y su entorno. Le aconsejaría a la Gobernación de Sucre y a otras que quieran imitarle, que se abstengan de recoger los periódicos cuando publican algo que no les gusta. El domingo anterior escribí que el 9 de agosto compraron los ejemplares de El Universal en Sincelejo para que la gente no leyera una nota sobre las conexiones entre los ‘paras’ y Salvador Arana, ex gobernador y segundo en la embajada de Chile. Pues bien, el diario, en un encomiable gesto, publicó de nuevo los hechos al día siguiente. Ajá, esa platica se perdió.

IGLESIA / LLEVA 20 AÑOS EN EL ARIARI
La mala hora del párroco de Uribe

En un viejo caserón del centro de Bogotá, con paredes cubiertas por imágenes que recuerdan la vida de San Juan Bosco (patrono de los salesianos), el padre Ricardo Lorenzo Cantalapiedra espera noticias sobre su libertad.
Una decisión de la fiscal octava especializada de Villavicencio apartó a este sacerdote español de su parroquia en Uribe (Meta) y lo obligó a confinarse, bajo detención preventiva, en la Casa Provincial de su comunidad. Lo acusa de rebelión.
Con el acento de su tierra todavía marcado en cada zeta, a pesar de llevar 28 años de misión en Colombia, dice sentirse triste por lo que le está pasando después de haberle entregado media vida a Colombia. “Tal vez me pasa por ser demasiado ingenuo. Para mí cada persona es imagen de Dios y he hablado con todos, sin intencionalidad de nada. Por eso me acusan. La Iglesia está abierta para rojos, blancos, de todos los colores”.
Su llegada al país fue en 1977. Y en 1986 fue designado para la región del Ariari, que comprende municipios como Granada, El Castillo, El Dorado, Lejanías, San Juan de Arama, Vistahermosa, Mesetas, Uribe, La Macarena y Puerto Rico. Pueblos que con frecuencia aparecen en la geografía del conflicto armado.
Lejanías fue su primera parroquia en el Llano. Allí construyó el templo, un colegio y la casa cultural. Incluso fue presidente de la junta de acción comunal.
Lo enviaron después a Granada, donde estuvo seis años. La iglesia del Divino Niño y varios proyectos agrícolas son parte de su legado a un municipio en el que hoy campean los paramilitares del Bloque Centauros. En esos trabajos comunitarios, admite, pudo haberse relacionado con las personas equivocadas.
En La Macarena estuvo cinco años, que coincidieron con los tres que duró la zona de distensión. Y habló con los jefes de las Farc en muchos escenarios. En encuentros casuales y en las mesas temáticas que se realizaron en medio del fallido proceso de paz.
Fue cuando conoció al ‘Mono Jojoy’. Ya en el ocaso de las negociaciones enfrentó a los guerrilleros para salvar la vida de más de un centenar de habitantes de La Macarena, condenados a muerte por saquear el campamento ‘El Borugo’, el mismo donde se produjo, a mediados del 2001, la liberación de 242 soldados y policías secuestrados por las Farc.
Y un mensaje en la hoja parroquial del pasado 10 de julio, en el que calificó de “violenta y brutal” la captura masiva ocurrida en Uribe el primer fin de semana de ese mes, le dio nuevos argumentos a la fiscal para concluir que es aliado de los guerrilleros.
“Vimos con mucha tristeza cómo las fuerzas del orden del Estado amarraron y llevaron como delincuentes a nuestros hermanos. Fue una imagen que quedó grabada en nuestra mente y difícilmente se borrará”, dijo el padre Cantalapiedra ese domingo en la misa.

REDACCIÓN NACIONAL
‘Sólo he hecho una labor humanitaria’

El padre Cantalapiedra habla con naturalidad de lo que ha hecho ante las Farc para “ayudar” a la gente. Por eso, jamás se le ocurrió que la la indagatoria a la que fue llamado el pasado 22 de julio terminara con una orden de detención.
¿De dónde salen las acusaciones contra usted?
De un reinsertado de las Farc y del grupo político que perdió las elecciones para la Alcaldía en el 2003.
¿Conoce personalmente al ‘Mono Jojoy’?
Sí, claro.
¿Dónde lo conoció?
En La Macarena. Fue una relación al margen de toda cuestión ideológica o revolución.
¿Cómo era esa relación?
La gente me pedía que interviniera en algunas situaciones y yo trataba de buscarlos (a los guerrilleros) para ayudar.
¿Qué tipo de situaciones?
En el despeje hubo algún secuestro. Eso no está en las manos de uno, pero uno trata de interceder.
¿En qué otros casos intervino?
Cuando la guerrilla puso condiciones para dejar conectar la luz eléctrica en Uribe. La empresa mandó a retirar a los ingenieros. La gente me pidió que intercediera y hoy en día, gracias a Dios, es una realidad la luz en el pueblo.
Lo acusan de celebrar matrimonios en campamentos guerrilleros…
En los dos años y medio que llevo en Uribe solo ha habido un matrimonio en una vereda, de dos personas que llevaban conviviendo 8 ó 9 años.
¿Y la acusación de llevar remesas?
Jamás, jamás he llevado remesas a esa gente. He llevado para campesinos que aguantan hambre.
¿Por qué lo sindican de apoyar el paro armado de agosto del 2004?
Como no podían entrar carros a Uribe quedamos incomunicados. La gente me pedía que la llevara hasta el cruce de La Julia (en el vehículo de la parroquia), donde pasaban buses que iban para Granada y Bogotá. Yo me arriesgaba y la dejaban antes del retén de la guerrilla. Fue una labor puramente humanitaria.
¿Volvería a trabajar en Uribe?
Volvería. No siento temor.
¿Cree que tiene que cambiar la manera de hacer apostolado después de lo que le pasó?
No. Tengo que tener libertad para trabajar y correr riesgos, aun si los malintencionados quieren acusarme.
Los argumentos de la Fiscalía
En el expediente que concluye con la orden de detener preventivamente al sacerdote español, la fiscal hace alusión a que él podía transitar sin problemas por las carreteras cuando las Farc declaraban paro armado en Uribe.
Además, argumenta que la protesta del padre en la hoja parroquial por la captura masiva “lo compromete en lo que era un objetivo de las Farc: perturbar y crear inseguridad”.
Y dice que algunas actitudes del religioso incitaban a la “rebelión de los ciudadanos y al quebrantamiento de la ley”.
La investigación que tiene encartado al padre Cantalapiedra se inició hace dos años y dio pie a la captura masiva de 18 personas, los pasados 2 y 3 de julio.
Aunque el sacerdote no fue detenido en esa oportunidad, sí fue llamado a indagatoria. Un desertor de las Farc le dijo a la Fiscalía que el padre se reunía con el ‘Mono Jojoy’ y una foto suya con el jefe del Bloque Oriental también fue considerada dentro del expediente. Tres de los 18 detenidos en Uribe ya están libres.

El padre RICARDO LORENZO CANTALAPIEDRA, párroco de la Uribe, desde hace una semana se encuentra detenido por la orden de la Fiscalía Especializada Octava de Villavicencio sindicado falsamente de ser miembro de la guerrilla de las FARC EP como informante, colaborador y testaferro.

Su caso, es el reflejo de las detenciones masivas realizadas en el municipio de Uribe el pasado mes de julio cuando fueron detenidas de modo indignante 18 pobladores, tres de los cuáles fueron días después dejados en libertad. Los acusadores de este proceso contra la población que ha llevado también a la detención, carente de sana crítica, del sacerdote puedes ser en conjunto calificados como detenciones ilegales y arbitrarias masivas, se basan en supuestos ex miembros de la guerrilla de las FARC que hace presencia en la región, informes de batallón Contra Guerrilla, y falsos testigos que ofician en lógicas militares institucionales que recrean escenarios descontextualizados y sin precisión por que han visto afectados sus intereses electorales.

Se le acusa al padre de testaferrato cuando los predios son de la Diócesis de Granada, se le acusa de desorden institucional cuando él no es insurgente, solamente por ejercer como misionero en acciones pastorales, algunas de ellas humanitarias, y algunas de ellas des el profetismo propio de los cristianos. Se pretende deslegitimar todas sus acciones humanitarias las que se buscan hacer ver como acciones de apoyo a la guerrilla. A los 18 acusados se les interpreta, se les mira de la misma manera, sin sana crítica, sin debido proceso por que simplemente la ley es la ley, sin límites, sin cortapisa, sin lógica, sin razón.

Fundado en el evangelio, en su cotidiana práctica pastoral basada en el profetismo, el Padre Cantalapiedra en la hoja mensual de pastoral de la Parroquia María Madre de la Iglesia, escribió en el mes de Julio como lema del mes el siguiente: “Acercándonos a la Bibllia, a los auténticos anunciadores de la Palabra acogemos” En una lectura de la realidad desde su ser creyente afirmó el carácter profético del cristiano frente a las detenciones ilegales y abitarias. Bajo el subtítulo Acción Significativa, agregó: “En la Celebración de la Fiesta del La Virgen del Carmen, en el grupo eclesial y en el templo parroquial, hacer una ofrenda floral en honor de todos los que han dado su vida en Colombia, por una causa justa en bien de sus hermanos y por los que el Ariari trabajaron en la evangelización de la Región. El auténtico anunciador de la Palabra es el profeta, profeta es el servidor de la verdad y quien lucha por la justicia. Los profetas de en la Biblia viven su fe en medio de los acontecimientos de su tiempo y no olvidando la realidad histórica que se está viviendo.
No se ha visto que algún profeta auténtico haya renegado de su fe aunque haya tenido que sufrir a causa d ella. El Espíritu que anima los profetas es el mismo que a ti niño, joven, adulto, anciano, te está tocando para que como bautizado que eres, también tu seas un auténtico profeta”.

Más adelante explícitamente se refirió el párroco a las detenciones arbitraria. “muy queridos amigos fieles de la parroquia María Madre de la Iglesia, con mucho cariño y alegría me dirijo a vosotros para saludaros y deciros que estamos con el pueblo.

Son varias cosas las que en estos momentos llevamos en nuestro corazón: la detención arbitraria y brutal de una parte muy querida de nuestra comunidad, nos duele profundamente estos hechos que durante el día sábado dos de julio y domingo tres tuvieron lugar en nuestra tranquilla y pacífica población de Uribe, protestamos enérgicamente por la forma como se realizaron de forma violenta y brutal atropellando todo los derechos más elementales de la persona, estos actos nos tienen que unir para defender ala comunidad, vimos con mucha tristeza cómo las fuerzas del orden del estado (sic) amarraron y llevaron como a delincuentes a nuestros hermanos, fue una imagen que quedó gravada en nuestra mente y difícilmente se borrará”

Ese texto, esas palabras proféticas en defensa de los que fueron vulnerados en sus derechos, fue la verdad que generó la reacción institucional. Afirmar la verdad es alterar el orden, es sublevarse contra la institucionalidad Parece ser que la única conducta no reprochable es callar, guardar silencio.

La injusticia se oculta con más injusticia, por eso se definió la detención del sacerdote, sencillo, transparente de Valladolid, así lo título un periódico en España “Mi delito es haber denunciado las detenciones en Uribe”

La suma de falsos testimonios, de falsos testigos que de modo impreciso, sin veracidad y sin ninguna prueba verdadera, más que palabras hiladas ilógicamente, son las mismas que han llevado a la detención de más de 18 personas, y se rumora que son muchos más los pobladores de la Uribe que serán procesados

El sacerdote de la congregación salesiana, desde hace 38 años se encuentra en Colombia prestando sus servicios pastorales en una región como el Meta, siendo párroco en el municipio de La Macarena, Lejanías, Granada y desde el 2003 en el municipio de Uribe. El es testigo de los desbordamientos de la política de seguridad del gobierno, de los graves daños que afectan a pobladores rurales y urbanos, cuyo único delito es el vivir en Zonas de Conflicto armado, donde existe la presencia de la guerrilla o es haberse organizado para afirmar integralmente sus derechos. El ahora también es víctima, como los 18 pobladores más, tres de los cuáles fueron dejados en libertad.

Absurdo pero es así, a los criminales la libertad, a los generosos, a los solidarios, a los servidores de las comunidades, a los agentes acompañantes o a los líderes de las comunidades, persecución, señalamientos e injustas detenciones, una muerte lenta.

Invitamos a los cristianos y cristianas, humanistas y defensores de los derechos humanos y los derechos de los pueblos dirigir con urgencia sus comunicaciones a

1. Fiscal General de la Nación MARIO IGUARAN y al Responsable de la Oficina de Relaciones Internacionales de la Fiscalía General de la Nación (57-1) – 570 20 00 (571) 5702022 Extensiones 2003 o 2004 Fax Extensiones 2017 o 202 contacto@fiscalia.gov.co
denuncie@fiscalia.gov.co

Intervenir URGENTEMENTE para que garantice que en sana crítica y en debido proceso se de libertad al Padre RICARDO LORENZO CANTALAPIEDRA y los 17 pobladores del municipio de Uribe por la falta de aplicación de los estándares internacionales de garantías judiciales, debido proceso e independencia judicial y la ausencia de sana crítica en el proceso que sigue la Fiscalía Especializada Octava de Villavicencio.

2. Al Procurador General de la Nación, EDGARDO MAYA VILLAZON Tel (571) 35200 66 / (571) 3360011 Extensión 11522 reygon@procuraduria.gov.co intervenir inmediatamente en el proceso a fin de que se constate la ilegalidad y arbitrariedad de las detenciones que se han producido desde el 2 de julio pasado contra 18 pobladores de Uribe y la del Padre RICARDO LORENZO CANTALAPIEDRA

Dejar Constancia ante el Vicepresidente de la República FRANCISCO SANTOS Tel (571) 33450 77 Fax (571)-566 20 64 / 57- 1 334 18 17 ppdh@presidencia.gov.co por la detención ilegal y arbitraria en el municipio de Uribe por efectos de las políticas de seguridad

Adjuntamos Informes de Prensa en diarios nacionales e internacionales.

Bogotá, D.C Agosto 26 de 2005
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ

Tomado de www.elperiódico.com25.08.05 Internacional. Entrevista

“Mi culpa es denunciar los arrestos masivos”

Gloria Helena Rey
Bogota

Edad 64 años
OCUPACIÓN SACERDOTE DE LOS SALESIANOS
LUGAR DE NACIMIENTO LA SECA
(VALLADOLID)
RESIDENCIA VIVE EN COLOMBIA DESDE HACE 28 AÑOS
CONDICIÓN ACTUAL DETENIDO TRAS SER ACUSADO DE AYUDA A LAS FARC.

Ricardo Lorenzo Cantalapiedra es un hombre delgado, de rostro pálido, apariencia tímida ,modales sencillos ,voz suave y manos de apariencia frágil . No da la impresión de ser alguien que reside en una zona agreste donde bombardeos y muertes son el plato cotidiano, y portar armas, una de las pocas garantías de supervivencia.

El sacerdote vive desde hace 28 años en Colombia y desde hace dos municipio de Uribe, en una zona guerrillera de el sur del país. Pero desde hace una semana ésta detenido en la Casa Provincial de los Salesianos en Bogota acusado de rebelión y de ser un testaferro de la guerrilla de las FARC. Sin embargo, no tiene miedo. Dice que las acusaciones no tienen fundamento, aunque admite haber conocido al Mono Jojoy , jefe militar de las FARC con quien tuvo, sostiene , una relación al margen de toda cuestión ideológica o revolucionaria .
Al igual que sus colegas españoles, los aragoneses Manuel Pérez ,Domingo Lían y José Antonio Jiménez, Cantalapiedra fue a Colombia a ayudar a los mas pobres. Al contrario que ellos, no solo sigue vivo sino que no se alistó en la guerrilla. “Nunca he empuñado una arma –dice–.Como el mío, hay muchos casos d personas acusadas injustamente en Colombia”.

— ¿Quien lo acusa y que argumentos han esgrimido para detenerlo?

Son acusaciones de un supuesto exguerrillero de las FARC que aseguro ante la fiscalía que yo tengo vínculos con ese grupo guerrillero. Acusó a también el alcalde del pueblo, al secretario de Gobierno y a casi cien personas más.

¿Hay razones de peso para esa acusación?

No, los argumentos son muy pobres y están respaldados por dos concejales afines a los paramilitares. Decían que yo era guerrillero por que no estaba con ellos. Cada vez que viajaba por la región decían que iba a los campamentos de la guerrilla y que les llevaba ropa y comida. Todo es mentira.

¿Alguna vez fue usted a los campamentos guerrilleros?

Si, a petición de personas humildes que se sentían amenazadas o eran familiares de secuestrados. Fui a aclarar las cosas, a preguntar qué era lo que realmente pasaba al respecto a esas personas, pues en los pueblos pequeños hay muchos chismes. Pero eso es todo. El único motivo que me llevó a los campamentos de las FARC fueron cuestiones de carácter humanitario. El deseo de ayudar a las personas humildes que me lo pidieron, a quienes no sabían si debían abandonarlo todo para no perder a padres, esposos o hijos.

¿A causa de ese trabajo, ha recibido amenazas de muerte de los paramilitares?
Los paras sí me tachaban de guerrillero, pero nunca recibí ninguna amenaza. Me desplazaba solo en zonas donde estaban ellos.

¿Cómo y cuándo se produjo su detención?

Todo comenzó el 3 de Julio, cuando se llevaron a 18 personas en un arresto masivo y yo fui a decirle a la fiscal que eso era un atropello contra el pueblo. Ella me dijo que yo también estaba en la lista pero que no me habían detenido por que era muy conocido. Aun así, me dijo que tenía que hacer una declaración libre y espontánea.

¿Cuándo la hizo?

El 22 de julio. Respondí a las preguntas y a las acusaciones que se me hacían y que, sobra decir, no tienen fundamento. Sólo señalan que me vieron ir a los campamentos de las FARC pero no especifican para qué. Los abogados dicen que los argumentos son muy débiles.

Entonces, ¿cuál es su culpa?

Lo único que hice fue denunciar las capturas masivas de ciudadanos realizadas bajo la política de seguridad del presidente, Álvaro Uribe. Casi siempre son personas inocentes víctimas de un atropello. Le dije a la fiscal que podía citar a todos los acusados y que seguramente todos irían a la fiscalía porque son personas del pueblo, que no merecen ser sometidos a un espectáculo tan triste y horrible como una detención de ésas, donde son llevados encadenados, sin ninguna posibilidad de defensa.

¿Qué pasa con la acusación que se le hizo de ser también testaferro de la guerrilla?

Es algo igualmente absurdo. Se me acusó de eso por que figuraba a mi nombre un pedazo de tierra de la diócesis que se vendió hace 10 años. Después de la indagatoria del 22 de julio tuve que regresar a Uribe para presentar a la fiscalía las copias de las respectivas escrituras y aclarar la situación. Sin Embargo, eso no se tuvo en cuenta cuando dictaron la mediad de detención preventiva sin derecho de excarcelación en mi contra.

¿Cuándo se dicto su detención?

Quince días después. Había regresado a Bogotá a pedido de mis superiores. En prisión domiciliaria llevo una semana.

¿Regresaría al pueblo de Uribe para ejercer su apostolado?

Sí. No tengo miedo. Ése es mi trabajo.

ABC
INTERNACIONAL
EDICIÓN IMPRESA – IBEROAMÉRICA
El sacerdote español detenido en Colombia afirma que su contacto con las FARC es sólo humanitario
ALEJANDRA DE VENGOECHEA
CORRESPONSAL

BOGOTÁ. Su voz suena angustiada al otro lado de la línea telefónica. «Me han estigmatizado. Cuando en este país a uno lo señalan por ser amigo de la guerrilla, es hombre muerto. Creo que mi futuro será irme», confesó ayer a este diario el sacerdote español Ricardo Lorenzo Cantalapiedra. Desde hace cinco días está bajo detención preventiva en la sede de la comunidad salesiana en Bogotá, después de que un fiscal lo acusara de colaborar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Cantalapiedra, un hombre canoso y nervudo de 64 años, nacido en La Seca (Valladolid), trabaja desde 1977 en zonas de conflicto. Desde hace dos años es el párroco en La Uribe, pequeña población al sureste de Colombia que hasta 2002 formaba parte de la llamada zona de distensión, un territorio de 43.000 kilómetros cuadrados desmilitarizados bajo el Gobierno del ex presidente Pastrana (1998-2002) para dialogar con las FARC.

«Mi política es el Evangelio»

«Es injusto», dice cuando se le pregunta por qué un fiscal lo acusa de rebelión después de que varios reinsertados de las FARC lo señalaran por llevar víveres a campamentos guerrilleros. «Tengo la conciencia tranquila porque todo lo que hecho es ayudar a la gente. Hemos construido muchas iglesias. Mi política es el Evangelio. Para mí, todos son iguales, sean guerrilleros, soldados o policías… La persona debe ser respetada», afirma.

Los problemas para Cantalapiedra empezaron el 2 de julio, cuando un grupo de fiscales llegó a La Uribe y detuvo a 17 personas. «Salí a protestar por la forma en que lo hicieron; los llevaban esposados unos a otros», cuenta el sacerdote. «Le dije al fiscal que era un atropello», añade. El fiscal le contestó que estaba en la lista, pero que no lo detenían por ser conocido.

«Los sacerdotes que trabajan en zonas de conflicto se ven abocados a entrar en contacto con los actores armados para abogar, por ejemplo, por un secuestrado. Eso puede ser visto como colaboración con los grupos alzados», explicaba a ABC monseñor Fabián Marulanda, secretario general de la Conferencia Episcopal. Cantalapiedra dice que en su labor pastoral se ha encontrado con los guerrilleros, a quienes ha buscado «por problemas que tenía la gente. Me pedían interceder por alguien amenazado. Mi contacto con ellos es humanitario».

La situación para la iglesia católica no está siendo fácil. La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) admitió ayer haber asesinado el lunes pasado y «por error» a dos sacerdotes que trabajaban en la provincia de Norte de Santander.
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El Tiempo 21 de agosto 2005-08

EL CASO DEL MISIONERO EN LA URIBE
Un párroco valiente)
Por Salud Hernández

Si señalan a Cantalapiedra de rebelión, mañana cualquiera puede ir tras las rejas.
Tuve la inmensa suerte de entablar amistad con el padre Ricardo Cantalapiedra en La Macarena, en las postrimerías del proceso de paz. Había oído hablar mucho y muy bien de él y del padre Valentino Aparicio, misioneros salesianos que llevan décadas ejerciendo su apostolado en Meta. Los describían como modelos de entrega, generosidad, humanidad y eficacia; como esa gente que a uno lo reconcilia con la humanidad y con la Iglesia católica. Y no se equivocaban. Cantalapiedra trataba con las Farc y alguna vez con el ‘Mono Jojoy’, porque entonces, por obra y gracia del proceso de paz, eran zonas entregadas a la guerrilla (algo que los citadinos tienden a olvidar). Sus contactos, al margen de los normales cuando uno es el párroco y convive con un grupo armado, tenían, sobre todo, un carácter humanitario; intermediaba por vidas, por secuestrados, por deportados.
Después de una temporada ausente en la región para realizar un curso, regresó como párroco de La Uribe, otro feudo ‘fariano’. El misionero, de 65 años, natural de La Seca (España), que arribó a Colombia en 1977, empleó parte de sus energías en edificar nuevas iglesias y otros centros de interés social. Este cura simpático, alegre, optimista, cálido, que irradia pasión por la vida, por el ser humano y por Colombia, que hace una excelente labor pastoral, está detenido porque un genio de la Fiscalía decidió que es auxiliador de la guerrilla. Ese órgano judicial, cómo no, confía más en la palabra de un indeseable que en la trayectoria ejemplar de toda una vida sacerdotal.
Los pobladores de territorios bajo control de grupos armados ilegales están en manos no solo de unos viles criminales capaces de cometer la atrocidad de segar la vida de tres párrocos, sino también de supuestos reinsertados que quieren hacer méritos para ganarse unos pesos y el favor de las autoridades. Y, como si todo ello no fuera bastante, en las de unos fiscales ignorantes de las realidades rurales colombianas.
Si señalan a Cantalapiedra, si ese admirable misionero es sospechoso de rebelión, les aseguro que mañana cualquiera puede acabar tras las rejas. Lo que pasa es que como ese ‘cualquiera’ no será nunca de El Poblado de Medellín, ni del sur de Cali ni del norte de Bogotá, pues no preocupa, no le quita el sueño a nadie. Aquí todo vale con tal de creerse el cuento de que esas arbitrariedades masivas, esos indignantes atropellos colectivos están justificados en aras de la sagrada seguridad democrática.
No podemos permitir que continúen. El nuevo Fiscal General debe detener la injusticia que están cometiendo contra comunidades enteras. Vivir bajo la bota de las Farc no significa auxiliar a las Farc. No vamos a negar la existencia de milicianos ni que hay civiles que les apoyan por dinero o por afinidad. Pero son menos de lo que los generales y los fiscales sospechan y, desde luego, pocos de los encarcelados.
Por cierto, una pregunta boba. ¿Cuántas redadas masivas hemos visto en el Cesar, en Córdoba o en Bolívar de auxiliadores de los paramilitares? Les aseguro que no tienen que internarse en el monte para encontrarlos, basta con que se den una vuelta por los clubes sociales.
Y hablando de paramilitares y su entorno. Le aconsejaría a la Gobernación de Sucre y a otras que quieran imitarle, que se abstengan de recoger los periódicos cuando publican algo que no les gusta. El domingo anterior escribí que el 9 de agosto compraron los ejemplares de El Universal en Sincelejo para que la gente no leyera una nota sobre las conexiones entre los ‘paras’ y Salvador Arana, ex gobernador y segundo en la embajada de Chile. Pues bien, el diario, en un encomiable gesto, publicó de nuevo los hechos al día siguiente. Ajá, esa platica se perdió.

IGLESIA / LLEVA 20 AÑOS EN EL ARIARI
La mala hora del párroco de Uribe

En un viejo caserón del centro de Bogotá, con paredes cubiertas por imágenes que recuerdan la vida de San Juan Bosco (patrono de los salesianos), el padre Ricardo Lorenzo Cantalapiedra espera noticias sobre su libertad.
Una decisión de la fiscal octava especializada de Villavicencio apartó a este sacerdote español de su parroquia en Uribe (Meta) y lo obligó a confinarse, bajo detención preventiva, en la Casa Provincial de su comunidad. Lo acusa de rebelión.
Con el acento de su tierra todavía marcado en cada zeta, a pesar de llevar 28 años de misión en Colombia, dice sentirse triste por lo que le está pasando después de haberle entregado media vida a Colombia. “Tal vez me pasa por ser demasiado ingenuo. Para mí cada persona es imagen de Dios y he hablado con todos, sin intencionalidad de nada. Por eso me acusan. La Iglesia está abierta para rojos, blancos, de todos los colores”.
Su llegada al país fue en 1977. Y en 1986 fue designado para la región del Ariari, que comprende municipios como Granada, El Castillo, El Dorado, Lejanías, San Juan de Arama, Vistahermosa, Mesetas, Uribe, La Macarena y Puerto Rico. Pueblos que con frecuencia aparecen en la geografía del conflicto armado.
Lejanías fue su primera parroquia en el Llano. Allí construyó el templo, un colegio y la casa cultural. Incluso fue presidente de la junta de acción comunal.
Lo enviaron después a Granada, donde estuvo seis años. La iglesia del Divino Niño y varios proyectos agrícolas son parte de su legado a un municipio en el que hoy campean los paramilitares del Bloque Centauros. En esos trabajos comunitarios, admite, pudo haberse relacionado con las personas equivocadas.
En La Macarena estuvo cinco años, que coincidieron con los tres que duró la zona de distensión. Y habló con los jefes de las Farc en muchos escenarios. En encuentros casuales y en las mesas temáticas que se realizaron en medio del fallido proceso de paz.
Fue cuando conoció al ‘Mono Jojoy’. Ya en el ocaso de las negociaciones enfrentó a los guerrilleros para salvar la vida de más de un centenar de habitantes de La Macarena, condenados a muerte por saquear el campamento ‘El Borugo’, el mismo donde se produjo, a mediados del 2001, la liberación de 242 soldados y policías secuestrados por las Farc.
Y un mensaje en la hoja parroquial del pasado 10 de julio, en el que calificó de “violenta y brutal” la captura masiva ocurrida en Uribe el primer fin de semana de ese mes, le dio nuevos argumentos a la fiscal para concluir que es aliado de los guerrilleros.
“Vimos con mucha tristeza cómo las fuerzas del orden del Estado amarraron y llevaron como delincuentes a nuestros hermanos. Fue una imagen que quedó grabada en nuestra mente y difícilmente se borrará”, dijo el padre Cantalapiedra ese domingo en la misa.

REDACCIÓN NACIONAL
‘Sólo he hecho una labor humanitaria’

El padre Cantalapiedra habla con naturalidad de lo que ha hecho ante las Farc para “ayudar” a la gente. Por eso, jamás se le ocurrió que la la indagatoria a la que fue llamado el pasado 22 de julio terminara con una orden de detención.
¿De dónde salen las acusaciones contra usted?
De un reinsertado de las Farc y del grupo político que perdió las elecciones para la Alcaldía en el 2003.
¿Conoce personalmente al ‘Mono Jojoy’?
Sí, claro.
¿Dónde lo conoció?
En La Macarena. Fue una relación al margen de toda cuestión ideológica o revolución.
¿Cómo era esa relación?
La gente me pedía que interviniera en algunas situaciones y yo trataba de buscarlos (a los guerrilleros) para ayudar.
¿Qué tipo de situaciones?
En el despeje hubo algún secuestro. Eso no está en las manos de uno, pero uno trata de interceder.
¿En qué otros casos intervino?
Cuando la guerrilla puso condiciones para dejar conectar la luz eléctrica en Uribe. La empresa mandó a retirar a los ingenieros. La gente me pidió que intercediera y hoy en día, gracias a Dios, es una realidad la luz en el pueblo.
Lo acusan de celebrar matrimonios en campamentos guerrilleros…
En los dos años y medio que llevo en Uribe solo ha habido un matrimonio en una vereda, de dos personas que llevaban conviviendo 8 ó 9 años.
¿Y la acusación de llevar remesas?
Jamás, jamás he llevado remesas a esa gente. He llevado para campesinos que aguantan hambre.
¿Por qué lo sindican de apoyar el paro armado de agosto del 2004?
Como no podían entrar carros a Uribe quedamos incomunicados. La gente me pedía que la llevara hasta el cruce de La Julia (en el vehículo de la parroquia), donde pasaban buses que iban para Granada y Bogotá. Yo me arriesgaba y la dejaban antes del retén de la guerrilla. Fue una labor puramente humanitaria.
¿Volvería a trabajar en Uribe?
Volvería. No siento temor.
¿Cree que tiene que cambiar la manera de hacer apostolado después de lo que le pasó?
No. Tengo que tener libertad para trabajar y correr riesgos, aun si los malintencionados quieren acusarme.
Los argumentos de la Fiscalía
En el expediente que concluye con la orden de detener preventivamente al sacerdote español, la fiscal hace alusión a que él podía transitar sin problemas por las carreteras cuando las Farc declaraban paro armado en Uribe.
Además, argumenta que la protesta del padre en la hoja parroquial por la captura masiva “lo compromete en lo que era un objetivo de las Farc: perturbar y crear inseguridad”.
Y dice que algunas actitudes del religioso incitaban a la “rebelión de los ciudadanos y al quebrantamiento de la ley”.
La investigación que tiene encartado al padre Cantalapiedra se inició hace dos años y dio pie a la captura masiva de 18 personas, los pasados 2 y 3 de julio.
Aunque el sacerdote no fue detenido en esa oportunidad, sí fue llamado a indagatoria. Un desertor de las Farc le dijo a la Fiscalía que el padre se reunía con el ‘Mono Jojoy’ y una foto suya con el jefe del Bloque Oriental también fue considerada dentro del expediente. Tres de los 18 detenidos en Uribe ya están libres.