Leonel Goyeneche, Alirio Martínez, Jorge Prieto

Sindicalistas, Defensores de los Derechos de los Pueblos Asesinados por el Ejército Colombiano 5 de agosto de 2004

Memoria y Justicia


5 de Agosto de 2004 día de luto popular en Arauca y en el mundo de los soñadores, de los quijotes de la mujer y el hombre nuevos, fueron asesinados por el ejército Colombiano, tres carismáticos líderes sindicales y de las organizaciones sociales del departamento de Arauca Leonel Goyeneche, Alirio Martinez y Jorge Prieto. De raíces campesinas, arraigados a la vida con dignidad y a la libertad fueron asesinados en estado de indefensión, sus victimarios poco conocen del honor, de la hidalguía, de la dignidad, del respeto a la vida.

Ese día una patrulla militar conformada por alrededor de 35 hombres pertenecientes al grupo Mecanizado Revéis Pizarro, con sede en Saravena al mando del subteniente Juan Pablo Ordoñez, conducidos por un informante, falaz, Daniel Caballero Rozo, alías “Patilla”, les sacó violentamente de sus viviendas en Caño Seco, Municipio de Fortúl en Arauca, para luego asesinarlos.

En el mismo operativo, con la pretensión de hacer callar, lo evidente, de acabar con las palabras de dignidad Samuel Morales y Raquel Mora fueron detenidos por las mismas estructuras criminales, acusados falsamente de ser colaboradores de la guerrilla, tan falsa acusación como la argumentación utilizada por los victimarios expresando que Leonel, Alirio y Jorge fueron asesinados en combate, donde nunca hubo un arma en manos de ellos. Un año más tarde, los sobrevivientes persisten enfrentados a la persecución judicial de la seguridad estatal.

Los asesinatos de Leonel, Alirio y Jorge son la práctica de unas políticas de control y de represión que conciben a quien disiente, a quien opina diferente, a quien construye alternativas a la imposición de un modelo de Sociedad y de Estado como terrorista.

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Alirio presidente de la Asociación Departamental de Usuarios Campesinos ,ADUC; Leonel directivo de la Confederación Unitaria de Trabajadores,CUT Arauca; y Jorge directivo de la Asociación Nacional de Trabajadores Hospitalarios de Colombia, Anthoc son memoria de dignidad, de resistencia. Samuel dirigente de la CUT y Raquel docente signos de la persistencia, de la resilencia ante la persecución

El asesinato de Leonel, Alirio, Jorge traen el pasado al presente. Los asesinatos de campesinos por bombardeos indiscriminados de las Fuerzas Militares, las desapariciones, los asesinatos, las torturas, los accesos carnales violentos a mujeres, los descuartizamientos, los constantes señalamientos, las detenciones masivas, las acusaciones infundadas por Rebelión y los posteriores procesos judiciales amañados adelantados por la Fiscalía – cuyas instalaciones se encuentran dentro de la Brigada XVIII del ejército. El asesinato de Leonel, Alirio, Joege traen el presente, un año de nuevos asesinatos directos o encubiertos a través de la estrategia militar-paramilitar, los abusos y las violaciones que continúan, las detenciones arbitrarias que no cesan.

Ha pasado un año. La pretensión de enmascarar la verdad con la mentira, la justificación pública del Crimen por parte del Vicepresidente de la República a través de los medios, no se ha podido ocultar. La Fiscalía General de la Nación ha acusado a miembros del Ejército Nacional por los asesinatos. Acusación que seguramente con el paso de los días, con los perversos mecanismos de la impunidad ocultaran las responsabilidades directas de altos mando, los acusados se desaparecerán de los centros de detención, el silencio institucional los protegerá de la sanción pública.

Pero la memoria es terca, persistente, está ahí en cada rincón, en medio de esa militarización del terror. Se hace ritual de la esperanza como hace unos días en un encuentro del mundo en Arauca, lágrimas, abrazos, y esperanzas desplegadas entre la maquinaria de muerte e impunidad. Primer año de memoria que se abre camino en la afirmación de la justicia. Memoria como la ternura de los pueblos, como los amores de siempre, los eternos, imperecederos, indelebles, con los rastros profundos en el alma, en el pensamiento, en los sueños, en el cuerpo en la vida. Al fin solo es el amor, la pasión lo que existe, lo que vive, lo que permite los sueños, aún cuando se cree que el amor ha muerto.

Raquel y Samuel, signos de la libertad, reverencia de los espacios de la creatividad.
Con ellos y con ella seguimos, volviendo con el corazón, recordando tercamente.

Sin Olvido.

Bogotá, D.C Agosto 15 de 2005
Comision Intereclesial de Justicia y Paz