La última batalla de Santos es ambiental, ¿Será ésta la vencida?
El presidente Juan Manuel Santos le ha apostado a ser líder en los escenarios internacionales y aunque perdió el lunes la candidatura de la OIT, su ofensiva diplomática no se detiene. El próximo round será en Río +20, la conferencia más importante del mundo en materia ambiental, que empieza el próximo 20 de junio, en la que Santos quiere poner la agenda. Lo paradójico es que el tema de protección ambiental no es uno de los frentes en los que Colombia más tiene para mostrarle al mundo.
Después del fracaso de Angelino en la OIT y de la candidatura del ex magistrado Cifuentes en la Corte Penal Internacional, esta vez a Colombia le puede ir mejor. La delegación de Santos ya consiguió meter su tema en la agenda y por lo tanto, será protagonista de uno de los debates más importantes que se darán en Río.
La propuesta de Colombia
La delegación del gobierno lleva un año y medio trabajando acá y por todo el mundo en la propuesta que llevará a Río +20. Se trata de la creación de unos “Objetivos de Desarrollo Sostenibles” ODS, metas concretas a partir de los cuales cada país deberá desarrollar unos indicadores para medir los resultados.
Inicialmente en Río se iba a discutir sobre dos cosas, la economía verde (y el desarrollo sostenible) y la gobernabilidad de las instituciones ambientales existentes. Pero la delegación de Santos ya consiguió que entre la agenda (el “documento zero” de Río +20) esté el tema de los ODS.
Y aunque los objetivos de desarrollo sostenible no están definidos todavía, Colombia propone arrancar con ocho: seguridad alimentaria, gestión integral del agua, océanos saludables y productivos, ciudades sostenibles, energía, capacidad mejorada de los sistemas naturales, mejoramiento de la eficiencia y la sostenibilidad en el uso de recursos y aumento del empleo y seguridad de los medios de subsistencia.
Como en los asuntos ambientales llegar a acuerdos es tan difícil, solo meter dentro de la agenda la discusión de los ODS ya es un gran logro.
Conseguirlo no fue fácil. Una delegación encabezada por la Viceministra Patti Londoño y la gestora de la idea, Paula Caballero, se ha movido por todo el mundo desde febrero de 2011 tratando de concertar la idea de los ODS. Fueron a Santiago de Chile, Quito, Nueva York en varias ocasiones, Rio de Janeiro, Solo, en Indonesia y Nairobi. Fueron, incluso, hasta Nueva Dehli a convencer a India, uno de los principales opositores a comprometerse con metas específicas de desarrollo sostenible. Esta delegación ha realizado ya más de 12 viajes y otras tantas reuniones bilaterales en Colombia.
La apuesta es que en Río se acuerden unos ODS o al menos se concrete el proceso para llegar a ellos.
En un plano más político, al igual que en la Cumbre de las Américas, el propósito de Santos es conseguir liderazgo internacional. Y aunque en este caso pareciera tratarse de un tema menos controversial que el de la despenalización de las drogas, lo ambiental es en lo que más difícil es para el mundo ponerse de acuerdo.
La balanza de poder en el mundo en materia ambiental
En el escenario ambiental se enfrentan los intereses de los países desarrollados que no quieren compromisos que afecten sus niveles de producción y los de los países en vía de desarrollo, que no quieren que les impongan compromisos que no son justos o que estén fuera de su alcance.
La propuesta de Colombia está planteada de tal manera que todos digan que sí pues propone que se fijen unos objetivos comunes para todos los países de donde se desprendan los indicadores que cada país se ponga a sí mismo. Por ejemplo, en el tema de ciudades sostenibles Colombia propone definir como meta haber mejorado considerablemente para 2020 la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales en todo el mundo. Pero cada país definiria el indicador para medir los resultados
“La propuesta es de aplicación universal, voluntaria y flexible” dice Alejandra Torre, de la Oficina de relaciones internacionales del Ministerio del Medio Ambiente.
El problema está en que la aplicación flexible de indicadores podría hacerla poco vinculante para aquellos países que menos quieran comprometerse. Y el temor es que la propuesta de Santos termine ayudando a que los países desarrollados evadan sus compromisos en materia ambiental y dejando a los del sur aún más condicionados para solicitar cooperación.
Chee Yoke Ling, la Directora del Third World Network, el conglomerado de organizaciones que trabajan en temas de desarrollo y relaciones entre el norte y el sur, le dijo a La Silla que “La propuesta de Colombia requiere consensos previos sobre los principios de responsabilidad compartida pero diferenciada antes de discutir sobre los temas que podrían ser los objetivos y no puede reducir los temas de derecho sostenible y economía verde a lo que cada país decida hacer”.
La delegación colombiana reconoce que este es uno de los puntos difíciles de la negociación, pero considera que todos los países se verán motivados a establecer indicadores y cumplir sus compromisos para lograr la cooperación con otros países. “Y Europa y Estados Unidos no son la excepción ahora que afrontan crisis económicas difíciles” dice Alejandra Torre.
Los problemas hacia adentro
La Cancillería y el Ministerio del Medio Ambiente dicen que la propuesta de Santos surgió cuando planeaban el evento de Río +20. Que no querían que la participación de Colombia consistiera en una mera “declaración de buena voluntad”.
Y en general varios ambientalistas apoyan que el país proponga una agenda que busque llegar a metas concretas.
Pero Colombia estaría hablando afuera de un tema que es bien complicado adentro. A pesar de su biodiversidad, la situación de Colombia es crítica en materia ambiental en varios aspectos: la contaminación y destrucción que produce la minería, el manejo de residuos, aguas y acueductos en las ciudades, la tala de bosques para cultivos ilícitos y la ganadería extensiva, entre otros.
Y en materia económica la gran apuesta de Colombia hoy se concentra en una de las actividades más controversiales en materia ambiental, la explotación de hidrocarburos y la minería a gran escala.
El Ministro de Medio Ambiente, Frank Pearl, le dijo a La Silla que el Presidente Santos le encomendó la concertación de objetivos de desarrollo sostenible para el país y precisamente la idea es que lo que se acuerde en Rio+20 se convierta en el estándar ambiental para Colombia.
De su avanzada diplomática, Santos ya logró lo más importante. En dos semanas el mundo estará debatiendo en Río sobre su propuesta. Pero que esta sí sea una victoria para el país dependerá no sólo de lo que se logre en Río +20 y las negociaciones por venir, sino de qué tanto de ahí se deriven metas y obligaciones que se traduzcan en una política concreta de Colombia en materia de medio ambiente.