La solidaridad con el Pueblo Xavante
Don Pedro Casaldaliga, miembro honorario de nuestra Comisión Justicia y Paz ha escrito una nueva comunicación acerca de la situación del pueblo indígena Xavante azotado por las incomprensiones en el ejercicio del Derecho a la Vida y al Territorio, pueblo perseguido y señalado, amenazado y hostigado como sus acompañantes. Letras de esperanza en medio del terror internacional, de los refugiados colombianos que en esas extrañas tierras se juntan a caminar en la ilusión de un mundo distinto.
Retomamos el texto divulgado por Eclesialia:
“Las cartas y los mensajes de solidaridad se han ido acumulando, en el corazón, en las carpetas y en el ordenador, y reclaman hace días una merecida respuesta. Mía y de toda nuestra Iglesia de São Félix do Araguaia. Para todas las personas y entidades que nos vienen acompañando, con tanto cariño, en estos meses de ansiedades. ¡Qué bueno es, cantamos con el salmo, sentir sobre la vida el óleo de la comunión fraterna!.
Yo esperaba poder responder con noticias concretas, tanto sobre el problema de los indígenas Xavante como sobre la llegada de un nuevo obispo a la Prelatura. Pero “las cosas de palacio van despacio”, en la Sociedad y en la Iglesia. La causa Xavante está en manos de la lenta justicia, de audiencia en audiencia, de laudo en laudo, mientras las familias Xavante esperan, apostadas al margen de la carretera, hace meses. La sucesión episcopal, a su vez, se está fraguando en el secretismo de los recovecos canónicos. “¡Qué surrealista es todo eso!”, ponderaba un muchacho solidario.
¿Novedades?
Los días 2 y 3 de marzo, aniversario de la victoria de los “posseiros” sobre la hacienda Codeara, celebramos en Santa Terezinha, con mucha unción, el 25 aniversario de la muerte pascual del P. Francisco Jentel, “testigo del Evangelio, defensor del Pueblo del Araguaia, pionero del verdadero progreso en nuestra región”. En nombre del CIMI y de la CPT, nos acompañó Dom Franco Masserdotti, presidente nacional del Consejo Indigenista Misionero.
Además de las amenazas ya conocidas que nos han rondado últimamente, el P. Geraldo Magela Ribeiro, redentorista, fue agredido físicamente en plena calle de Confresa, por su empeño pastoral en combatir la corrupción.
Toda la región de la Prelatura se ha visto afectada por las inundaciones, con muchas familias desabrigadas y cortadas todas la carreteras que dan acceso a varios municipios. ¡Llevamos 35 años andando por “malos caminos”!
En el ancho mundo, la dictadura macroeconómica, la globalización neoliberal, sigue fracasando a la hora de resolver los problemas mayores del hambre, la violencia y el desempleo. Cunde el pesimismo en el planeta, según la encuesta de Gallup, realizada para el Foro Económico Mundial de Davos. La gran mayoría humana cree que la próxima generación vivirá en un mundo menos seguro y que su respectivo país es menos próspero hoy que hace 10 años. (Lo que no impide que suban las bolsas y que los operadores y banqueros reciban primas sustanciosas…). Oportunamente el Secretario General de la ONU, Kofi A. Annan, recordaba a los países “más privilegiados” que hay otro terrorismo más extendido y escandalosamente tolerado (y producido sistemáticamente): “las amenazas más familiares de la pobreza”.
Hay muchos conflictos ignorados, muchos son los muertos que no aparecen en la televisión y son muchos los días 11, además del 11 de septiembre y el 11 de marzo. Mas de 10 millones de niños mueren cada año por enfermedades prevenibles. “Cada 7 segundos muere de hambre un niño menor de 10 años. Cada una de esas muertes es un asesinato”, afirmaba Jean Ziegler, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación. África es un verdadero holocausto silenciado. La política y los medios de comunicación continúan siendo manipulados por los poderes económicos y la desinformación al servicio de esos poderes prolifera sistemáticamente en un mundo superinformatizado. Los incipientes gobiernos de izquierda, en Nuestra América, se consumen entre los propósitos y la impotencia.
También en la Iglesia (en las Iglesias) se arrastra un cierto pesimismo, manifestado en encuentros más o menos marginales y en reivindicaciones impacientes. Se siente el peso de las “reformas” posconciliares de involución, el final de un largo pontificado, la multiplicación de documentos y controles, la corresponsabilidad siempre pedida y prometida pero sólo muy simbólicamente otorgada. Me llamó la atención saber que se convocaba, en Einsiedeln, un segundo encuentro “para los laicos desilusionados de la Iglesia”. Es, un poco, la vieja cantinela, actualizada: Dios sí, Cristo no; Cristo sí, Iglesia no; Iglesia sí, jerarquía no; jerarquía sí, pero otra. Un comprensible malestar en lo religioso institucional.
Y, sin embargo, la vida se mueve. Y la esperanza continúa siendo un bien común, patrimonio histórico y escatológico de la Humanidad. “Todo es común, incluso Dios” afirmaba Beaudelaire; sobre todo Dios, podríamos corregirle al poeta. Y en esa “comunidad” del Dios común vamos siendo, a pesar de todos lo pesares neoliberales o fundamentalistas, la gran comunidad humana, más libre, más solidaria, más fraterna.
El diálogo también se mueve. Y se mueve en dirección a la Justicia. Dentro del Foro Universal de las Culturas que se celebra en Barcelona, se realiza el tercer Parlamento de las Religiones del Mundo, con el lema de fondo “Caminos para la paz: la sabiduría de la escucha, la fuerza del compromiso”. He leído recientemente un libro de Christian Duquoc, “Cristianismo, memoria para el futuro”. Es evidente que, para que sea una memoria honesta para el futuro, habrá de ser un compromiso serio con el presente. “El futuro nos corresponde a los de abajo”, proclamaba en una entrevista Rafael Alegría, secretario internacional de “Vía Campesina”. Y a mí me gusta repetir que “somos pobres, / pero somos / mayoría y el futuro”. Frente a todas las “alcas” neoliberales e imperialistas, y alargando la mira y la coherencia cuanto sea posible, “nosotros proponemos el Alba”: alma nueva, tiempo nuevo; el otro mundo posible, necesario, urgente.
Estos días me acompañaban, como un ritornelo, quizás por eso de la vejez y de la jubilación, aquellos versos de Antonio Machado, cantados por Serrat: “… pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”.
Con el cariño y el respeto que el gran Antonio merece, he de corregirle en su angustiada visión: “pasar haciendo caminos”… ¡sobre la tierra, maestro! Murió, el año pasado, el poeta Martí i Pol, una especie de Machado catalán, que nos advertía con humano realismo que “difícilmente caminaremos / con los ojos vueltos hacia arriba”. Sobre la tierra, pues, los ojos y los pies y las manos; aun anclando los corazones en el cielo. Con una bien humorada humildad y con pragmatismo histórico. Sabiendo, con Brecht, que “es precioso cambiar el mundo” y que “después habrá que cambiar el mundo cambiado”. Pero sabiendo, sobre todo, que el Amor tiene la última palabra. María Pilar, una madre que perdió su joven hijo en los atentados de Madrid, escribió en su carta pública: “Somos más los que amamos”, y, entre esos más, está Dios.”
Bogotá, D.C Abril 06 de 2004
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ