La Recuperación de Tierras en el Cauca
Y fue antes del 12. La memoria que se lleva en la sangre, en la piel, en el rostro no se pierde en el tiempo del corazón. Era por la madre tierra enfrente de las lógicas de colonización del pasado y del presente.
Pero los mecanismos del control del alma, de la mente, de las voluntades, de las sensibilidades no daban espera, su plan de represión estaba listo. El derecho a la usurpación legal debe ser protegido.
Y así fue.El 19 de Octubre a las 6.00 a.m. llegaron a la Hacienda el Hapio ubicada en Caloto Cauca. Allí llegó el primer lote, en camiones civiles de color blanco, ocultando los rostros de hierro, 30 uniformados de la policía. Y mientras tanto la cotidianidad de los recuperados, los comuneros en la preparación de alimentos, en el pensamiento y en el diálogo.
A pesar de la presencia policial, los comuneros siguen con sus actividades cotidianas: elaborar sus alimentos, aseo personal y del lugar, lavado de ropas etc. Así transcurren las horas de la mañana, hasta aproximadamente a las 10.30 a.m., un nuevo arribo de policías en dos camiones y dos vehículos antimotines se apostaron a la entrada de la hacienda. Unos en la entrada principal, los otros a la espalda de la población indígena. La institucionalidad no ha olvidado lo que es sitiar. Todos dispuestos a las afueras de la hacienda en recuperación. Los guardianes de la libertad privada cercan, encierran e intimidan. Una sola voz de orden, no de armonía, escudados, con pintas de muñecos plásticos y bastones en formación. En actitud de ataque. Y los indígenas ahí en la cotidianidad milenaria, la palabra, los dioses, los sueños, el pan.
Treinta minutos después, más y más hombres con la única voluntad de obedecer, de cumplir como borregos lógicos. Ingresaron 5 camiones más y más y más policías robóticos. Y a las 11:15 los conquistadores de la nueva era, paso a paso se acercan irrumpen en la cotidianidad de la tradición milenaria y empiezan a cumplir la órdenes. Un lanzamiento, otro lanzamiento y otro y otro la humareda blanca, el olor que atraganta, que inunda de lágrimas empezó a copar todos los espacios, la cotidianidad agredida, como hace más de 500 años.
Y de la invasión del espacio, a la invasión del cuerpo. Cumpliendo las órdenes democráticas” bastones de plástico, y en la actitud pacífica indígena, expresión de dignidad y de resistencia golpes en la espalda, en la cabeza, en las piernas, en los brazos. Un festín del abuso policial.
Y luego, los comuneros a protegerse entre ellos, a juntarse entre grupos, a fortalecer su unidad. Y ellos, encendidos en ira arremetieron con más violencia. Y más y más golpes. Y así a la comunera Maria Bototo del Resguardo de Caldono, caserío de Chindaco, luego de caer de los golpes, la maniataron. No importa quien sea, mujer, niña y niño, hombre, estas órdenes no sectorizan, Y cuando el dolor del alma activa la creatividad más comuneros se hicieron a lado de María, y entonces más golpes y más golpes… y entonces el fuego y más gases
Y luego de Maria hasta las 6.30 p.m. del 20 de octubre, nadie volvió a saber .
Y cesaron en su violencia, la dignidad del silencio, la dignidad del pueblo estuvo por encima de la imposición, lograron dispersar a los Paeces pero en varios grupos ellos se juntaron.
Y entonces contamos, uno, dos, tres y hasta 20 heridos. Seis heridos en su rostro, 6 en el tórax, 6 en las extremidades 6 comuneros más y más y más heridos, y el llanto y el dolor, el silencio y a veces la impotencia que inunda el alma. Y los heridos más graves salieron en ambulacias, y los que aguataron la sistemática agresión se refugiaron en la montaña, aliviando el cuerpo Y la sangre cayó en tierra, cabellos y pedazos de piel quemada, lágrimas de dolor, y el pueblo indígena se agrupo cuidándose en la noche.
Y mientras ese día anochecía la verdad de la Policía solo decía, “el operativo es limpio, y transparente, para que los indios y las ONG de Derechos Humanos no vayan a cuestionarlo”. Cumplida la orden del desalojo pulcro, la Policía quemó los bienes abandonados por los indígenas, y saqueo los bienes de supervivencia .Y así fue el 20, el 21 y el 22 toda agresión justificada, los violentos como hombres de la buena moral y los indígenas como los violentos.
Y hoy 12 días después el pueblo originario le habla nuevamente a Colombia y el mundo. Sin tierra, sin Territorio no hay paz. Sin tierra con soberanía hay hambre. Los violentos no son ellos, los indígenas y los campesinos que intentaron recuperar tierras en el Cauca. La violenta no es la madre tierra de la que son sus guardianes. La violencia está en la ambición de unos pocos, en el sistema que los justifica, en las armas que los salvaguardan, en las leyes que disfrazan la injusticia, en los modelos de desarrollo que excluyen. Los borregos lógicos son solo eso, borregos lógicos, guardianes de la libertad de la propiedad privada. Los que se lucran se ocultan en formalidades legales para legalizar el olvido, del genocidio milenario, del genocidio presente, del ecocidio.
De eso damos fe, porque eso hemos visto con nuestros propios ojos, con nuestros propios cuerpos. La movilización indígena y campesina en el Cauca desde el 9 de octubre es signo de la ausencia de justicia y de la exclusión, causa de la guerra.
Y en manos de quien las 5 millones de hectáreas arrebatadas con sangre y con fuego? Y en manos de quién los recursos forestales con la ley maderera? Y en manos de quien las aguas, con la ley de aguas? Y en manos de quién las tierras, con la nueva ley de tierras?
Damos fe que p|ueblos paeces, kokunucos, campesinos se juntaron para liberar a la madre tierra, de manos mercantiles, de lógicas sustentadas en la acumulación obsesiva, destructiva de la vida humana y natural.
Damos testimonio de que la actuación indígena y campesina es una recuperación del sentido del Territorio, es necesario mirarlo más allá de una contravención jurídica como un derecho popular por el bien de la humanidad. Las lógicas de acumulación y de poder del Libre Mercado no son las misma de la solidaridad.
Damos fe que la presencia indígena en la hacienda el “Hapio” en el municipio de Caloto por comunidades de Caldono, Las Delicias, las Mercedes, San Antonio, Pioyá, la Aguada, la Laguna- Siberia y Pueblo nuevo del municipio de Caldono. Es un signo del Derecho a la Tierra y al Pan.
Damos fe que los campesinos de Miranda y Corinto ocuparon durante dos días el predio “Miraflores” afirmando la unidad de las comunidades campesinas e indígenas en una voz de solidaridad frente a la tierra.
Damos fe que las comunidades Guambianas de Guambía, Kizgo y Novirao, que ingresaron a “Pepe estela” y “Los Remedios” en Kisgó fueron violentamente atropellados por la fuerza pública dejando a varios heridos impidiendo la afirmación pública del Derecho al Territorio.
Damos fe que en Popayán, el 20 de octubre, unos 300 indígenas de las comunidades del resguardo de Quintana ingresaron a las fincas Fátima, Santa Teresa, San Ignacio y La Selva como signo del Derecho al Derecho al Territorio.
Damos fe que las comunidades indígenas de Paletará, Kokonuko y Puracé manifestaron su Derecho a la Vida y al Territorio.
Damos fe que la violencia no se origina en el legítimo Derecho al Territorio, al pan y a la libertad, sino en la imposición del derecho a la libertad de propiedad con violencia, con exclusión, con destrucción de la biodiversidad
Damos fe que el pueblo del Cauca, campesinos mestizo, afrocolombiano e indígena que habla desde la ancestralidad, se niegan a la privatización de los recursos naturales, a su explotación irracional, y a los tratados de libre comercio, asegurados en formas de impunidad y de represión como la ley de Justicia y paz”, la ley forestal, la ley de aguas, la ley de tierra.