La importancia militar de Colombia para EE.UU.
En Washington muchos no entienden el revuelo continental en torno al acuerdo para que militares estadounidenses usen bases colombianas, como manera de suplir las facilidades operativas que les ofrecía la base de Manta, que será devuelta a Ecuador el mes que viene.
En círculos políticos de Washington valoran la importancia de Colombia en la lucha contra el tráfico de drogas.
En Washington muchos no entienden el revuelo continental en torno al acuerdo para que militares estadounidenses usen bases colombianas, como manera de suplir las facilidades operativas que les ofrecía la base de Manta, que será devuelta a Ecuador el mes que viene.
No entienden, no tanto porque descarten esas preocupaciones, sino porque las quejas se han convertido casi en un ruido de fondo permanente cuando se habla de los vínculos militares entre Estados Unidos y Colombia.
Desde que en 1999 empezara el Plan Colombia, financiado mayormente por EE.UU. para el combate al narcotráfico -y a través de él a la llamada “narco-guerrilla”-, las relaciones militares colombo-estadounidenses han sido centro de críticas y suspicacias.
En general, en círculos políticos y militares de la capital estadounidense se valora la importancia estratégica de Colombia dentro del esquema de lucha contra el tráfico de drogas y de los planes de seguridad hemisférica, pero la discusión no es simplemente técnica.
Y cuando entran en juego las consideraciones geopolíticas las cosas se complican, como ha ocurrido en este caso, no sólo con países retóricamente hostiles como Venezuela o Ecuador, sino con aliados como Brasil o Chile. Eso es lo que más ha causado sorpresa.
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Acuerdo “oscuro”
No cambia el número de personal en Colombia. El número de personal es el mismo. El número de equipos es el mismo. Simplemente se mantiene la opción de tener acceso a una base operacional para cuando la situación lo amerite
Erick Rojo, especialista en seguridad nacional
Grupos de derechos humanos que constantemente cuestionan el historial de los militares colombianos en esa materia han expresado su “preocupación” por el nuevo acuerdo.
Pero en los pasillos del poder en Washington, incluso los congresistas estadounidenses que suelen poner la lupa en los vínculos militares con otros países están muy absortos en otros temas en los días finales de la agenda parlamentaria antes del receso de verano.
Tan absortos que los varios pedidos de BBC Mundo para conversar sobre el tema no pudieron ser atendidos, en medio del apretado calendario de votaciones del Congreso.
Sin embargo, fuentes del Comité de Asuntos Exteriores del Senado expresaron a BBC Mundo que “no entendían” todo el revuelo en torno a las bases.
Incluso una de esas fuentes, que no se identifica por no estar autorizada a dar declaraciones, aseguró que eran “desproporcionadas” las acusaciones de que EE.UU. podría usar las bases para invadir Venezuela.
En referencia a las críticas de Chile y Brasil, la fuente respondió: “Esos países compran armas estadounidenses; entonces, ¿por qué no someten a la consideración de sus socios regionales sus estrategias militares?”.
“No son norteamericanas”
Este miércoles el ministro de Defensa encargado y jefe de las fuerzas militares de Colombia, general Freddy Padilla, aclaró al final de una cumbre militar hemisférica en Cartagena que las bases que podrían utilizar los efectivos extranjeros “no son bases norteamericanas, son colombianas”.
Desde los años 90, las relaciones entre Colombia y EE.UU. son blanco de críticas.
En esa misma reunión el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur de los EE.UU., destacó que “el tipo de material que va a estar allí (en las bases) depende de Colombia”.
Además, el general Fraser recordó que el trabajo de los militares estadounidenses en Colombia “es muy abierto y es coordinado con el Congreso de EE.UU.” y resaltó que “ese tipo de coordinación va a permanecer”.
Para evitar que suceda lo que ocurrió en Vietnam y que los militares estadounidenses se vean envueltos en un conflicto extranjero que les es ajeno, el Congreso mantiene un tope de 800 militares y 600 civiles que pueden estar desplegados en Colombia.
Por eso el coronel retirado del ejército estadounidense y experto en temas de seguridad nacional, Erick Rojo, aseguró a BBC Mundo que “las cosas no cambian” con este nuevo acuerdo.
“No cambia el número de personal en Colombia. El número de personal es el mismo. El número de equipos es el mismo. Simplemente se mantiene la opción de tener acceso a una base operacional para cuando la situación lo amerite” afirmó Rojo.
Base innecesarias
Venezuela rechaza la presencia militar estadounidense en Colombia.
En octubre del 2008 un informe de la Oficina de Contraloría Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés) estimaba que el Plan Colombia de lucha contra las drogas no había dado los resultados previstos y que hacía falta un cambio de estrategia.
Para ello la GAO sugería “desarrollar un plan de nacionalización” que culminara con la entrega de “responsabilidades financieras y operacionales de los programas estadounidenses a Colombia”.
Esas sugerencias parecen ir en la dirección contraria de los nuevos planes militares conjuntos entre Colombia y EE.UU.
Para Joy Olson, directora de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), lo más preocupante de esos planes es la falta de información que -considera- ha rodeado las negociaciones.
LAS SIETE BASES
Cartagena (sobre el Mar Caribe)
Larandia, departamento de Caquetá , en el sur del país
Tolemaida y Palanquero, en Cundinamarca, en el centro
Málaga, en región del Pacífico
Apiay, en el departamento de Meta
Malambo, en Atlántico
Ésto lo ha reconocido el propio gobierno estadounidense. El pasado martes, en una visita a Brasil, el asesor para Seguridad Nacional de la Casa Blanca, general Jim Jones, dijo que había faltado “esclarecimiento previo” sobre los objetivos de la nueva presencia militar en Colombia.
“Hubo un reconocimiento de que el asunto fue muy mal encaminado y de que tal vez hubiese sido más oportuno por parte del gobierno estadounidense y colombiano un esclarecimiento previo que pudiese disipar todas las dudas”, aseguró el asesor de asuntos internacionales de la presidencia de Brasil, Marco Aurelio García, luego de un encuentro con el general estadounidense.
Por su parte, Jay Olson afirma que la presencia de soldados estadounidenses en bases colombianas no es necesaria y en cambio es políticamente muy sensible.
“Si EE.UU. lo que quiere hacer son actividades antidrogas y el seguimiento de vuelos con drogas que se dirijan a EE.UU. se puede cumplir esa función sin necesidad de tener derechos de uso de bases”, afirmó Olson a BBC Mundo.
“Creo que la presencia de bases (estadounidenses) en Latinoamérica representa conflictos por obvias realidades históricas”, aseguró Olson, haciendo referencia a pasadas invasiones militares estadounidenses en la región.
¿Objetivo Venezuela?
Aunque ninguna de las bases a las que tendrán acceso los estadounidenses está cerca de las fronteras con Venezuela, Caracas ha alertado sobre los supuestos desequilibrios militares que se introducirían en la región.
Consideraciones estratégicas aparte, a Olson le parece políticamente “inconveniente” desplegar tropas en un país vecino de Venezuela.
Sin embargo, la directora de WOLA descartó que el nuevo acuerdo con Colombia vaya a ser el preludio de una invasión a Venezuela, como ha venido asegurando el presidente de ese país, Hugo Chávez.
Para el coronel Erick Rojo, “hay una alta hipocrecía de parte del presidente Hugo Chávez al pretender que esto cambia alguna ecuación militar en la región”.
“Eso es tan loco como si EE.UU. pretendiera invadir la luna para detener a los chinos. Es igual de ilógico (…) Si lo ves desde un punto de vista muy frío, Venezuela no representa ningún riesgo para los EE.UU.” afirmó a BBC Mundo el militar retirado.
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