La imagen culpable
Según encuestas y analistas, la inseguridad urbana es la mayor amenaza para una nueva consolidación de la mayoría chavista en el legislativo.
El argumento se repite de cuando en cuando, alegando el interés superior de la patria, del pueblo, de los niños. Cuando el incontestable testimonio de una imagen muestra las miserias de un régimen, los poderosos no intentan cambiar la realidad sino suprimir la imagen. Llueven rayos y centellas contra quien la publica: traidor, vendepatria, exagerado, amarillista.
La recurrente polémica revivió esta semana en Venezuela. El Nacional de Caracas y el diario Tal Cual han informado sobre la alarmante inseguridad en el país vecino. Hasta las cifras del gobierno Chávez muestran el tamaño de la violencia en las ciudades. El año pasado se reportaron 19.133 asesinatos. Esto quiere decir, en plata blanca, que cada 27 minutos un venezolano perdió la vida en un acto violento. La tasa de homicidios es la más alta de Suramérica, arrebatándole a Colombia el vergonzoso récord que ostentó por años.
Esta realidad, inédita en Venezuela, ha desbordado a las autoridades. Los forenses caraqueños, por ejemplo, no dan abasto para recibir a las numerosas víctimas de la delincuencia capitalina. La morgue de Bello Monte no tiene lugar para tanto desdichado huésped. Una situación que necesita miles de palabras para ser explicada, o una sola foto.
La tomó Álex Delgado, en diciembre. Detrás de la aséptica cortina del anfiteatro estaba el resumen gráfico de la verdad. Trece cuerpos de víctimas de la violencia urbana compartiendo planchones y camillas. Amontonados en lo que parece más un botadero de cadáveres que un lugar de ciencia y ley. El hacinamiento póstumo captado por una cámara le dio dimensión humana a lo que está sucediendo en Venezuela.(Vea la imagen)
Pero Álex no recibió felicitaciones por su trabajo. Ni fue nominado al Premio Nacional de Periodismo. No, señores, el virtuoso reportero y los medios que se atrevieron a sacar a la luz pública su imagen afrontan ahora la censura.
Un juez de protección de menores en Caracas determinó en su sabiduría que la foto podría perturbar a un niño que la viera y en consecuencia ordenó una curiosa medida cautelar:
“Todos los Medios de Comunicación Impresos que hacen vida en la República Bolivariana de Venezuela deben abstenerse de REALIZAR PUBLICACIONES DE IMÁGENES violento, sangriento, grotesco, bien sea de sucesos o no, que de una u otra forma vulneren la integridad psíquica y moral de los niños, niñas y adolescentes, que tienen residencias en la República. Denunciadas en la presente Acción de Protección, por un lapso de Un Mes contados a partir de la publicación de la presente decisión” (sic). (Vea el documento)
Su señoría, el juez William Páez, no tuvo a bien aclarar por qué las crudas imágenes serán menos ofensivas para los pequeños venezolanos si son publicadas dentro de un mes. Sin embargo, algunos suspicaces han recordado que el próximo 26 de septiembre -más o menos dentro de un mes- se realizarán las elecciones legislativas en Venezuela.
Algunos esperan que el resultado de esta votación empiece a cambiar el panorama político del vecino país. El control total que hoy tiene Chávez sobre la Asamblea le ha permitido legislar en su beneficio, hacer, deshacer y extender su hegemonía a los órganos de control y a buena parte del poder judicial.
Según encuestas y analistas, la inseguridad urbana es la mayor amenaza para una nueva consolidación de una mayoría chavista en el Legislativo.
Esa, y no otra, es la razón por la cual la imagen de Álex Delgado es culpable. Lo mismo sucedió hace 42 años, cuando el fotógrafo Eddie Adams mostró la verdadera cara de los aliados survietnamitas del gobierno de Estados Unidos, en la ejecución de un prisionero Vietcong. (Vea la imagen) La secuencia fue calificada inicialmente por el Pentágono como “pornografía periodística”. O, más recientemente, cuando la revelación de las torturas en Abu Ghraib trató de ser estigmatizada como “sensacionalismo puro” por voceros militares aliados en Irak . (Vea la imagen)
Cuando la controversia termina, la imagen queda para la historia.