“La Fiscalía se quedó a mitad de camino”

El extraditado narcotraficante Juan Carlos Sierra, conocido como El Tuso Sierra, ha dado origen, con sus revelaciones, a una novela político-judicial cuya trama no se le ha ocurrido ni al más afiebrado de los escritores.


Para empezar, Sierra afirma haber sido el pana de los primos ex presidenciales, los hermanos Mario y Víctor Horacio Uribe. Si todo lo que ha dicho es cierto, ellos tres fueron compañeros de viajes al exterior; son parientes, los unen los costosos regalos que el narco le hacía a Marito (perdón, al nobel Vargas Llosa); y también la compraventa de propiedades de un millón y medio de dólares.

Pero el libreto mejor montado por El Tuso fue el de la tragedia que puso a protagonizar a su subalterno en la cárcel, Tasmania, a quien le dio el papel de victimario; la víctima era el magistrado auxiliar de la Corte Suprema, Iván Velásquez. En roles de importancia estuvieron el hermano del ex jefe de Estado, Santiago; el primo Mario; y el abogado suyo y de Tasmania, Sergio González, que era, simultáneamente, compañero de oficina de Santiago y de Mario. Intrincado cuento, pero real. En la escena culminante aparecía el Presidente como depositario de una carta que habrían escrito los Uribe y González, en la que acusaban al togado de complot contra el Mandatario. Velásquez hubiera parado en los calabozos y así habría bajado el telón, de no ser porque Tasmania se arrepintió de las mentiras que había dicho sobre él.

Analizados los hechos a tres años del comienzo de esta truculenta historia, resulta extraño que la Fiscalía haya decidido, en julio de 2008, archivar el asunto haciéndose la ciega, sorda y muda ante la retractación de Tasmania, en la parte en que relacionó como coautores de la trampa contra Velásquez a los amigotes de El Tuso. Tal vez la papa caliente ardía tanto que el Fiscal quiso lavarse las manos. Su conclusión fue, de un lado, que el magistrado, el incómodo investigador de los parapolíticos (entre ellos, vaya sorpresa, Mario Uribe), había sido calumniado. Y del otro lado, que el Presidente había denunciado a Velásquez “porque no conocía que se trataba de un montaje en el que habría participado el abogado Sergio González, El Tuso Sierra y Tasmania”. Sabio empate del partido: el magistrado no era responsable y el Presidente tampoco.

Curiosamente, en el escrito de archivo no hubo ninguna mención a Santiago y a Mario Uribe como partícipes de la conspiración contra Velásquez. En la página 43 del documento se lee que cuando indujeron a Tasmania a participar en el montaje, le dijeron que estaba haciéndoles “un favor… a unos señores y que era mejor estar bien con ellos”. El redactor pasó por encima, siguió de largo y no identificó a los “señores” favorecidos. El problema con esa omisión es que consta en una diligencia judicial anterior a la decisión, es decir, obligatoria de tener en cuenta a la hora de decretar el cierre, que a Tasmania se le preguntó a quiénes se refería con esa denominación. Y que él contestó que su abogado González llamaba de tal manera a “Mario Uribe y a Santiago Uribe”.

Eso señaló, no hoy, sino en una entrevista que El Espectador le hizo el 8 de agosto de 2008, al magistrado Velásquez. Al preguntarle por qué estaba inconforme con la actuación de la Fiscalía, pese a que lo dejaba limpio de culpa, contestó: “(porque) se quedó a mitad de camino, para no hablar de la falta de valoración de los elementos que recogió”. Veremos si ahora que están cayendo los velos que tapaban las vergüenzas nacionales, la Fiscalía recorre la otra mitad de la verdad que ignoró.

*Cecilia Orozco Tascón