La danza de la muerte paramilitar en El Salado
Domingo de Ramos 23 de marzo de 1.997, Viernes de la cruz 18 al 21 de febrero de 2000
Memoria y Justicia
Hace 7 años se inició el aniquilamiento, la destrucción, el desarraigo, el desalojo, la ocupación territorial y mental. Desde ese momento no cesa la actuación brutal,
barbara y el desprecio por la dignidad humana. Domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa, 23 de marzo de 1997, 50 “civiles” armados de la estrategia militar de tipo paramilitar asesinaron a cuatro personas en el corregimiento de El Salado, municipio del Carmen de Bolívar.
Amenazaron de muerte a la población exigiendo a los pobladores que no desalojaran este territorio, sin embargo, la orden no fue acatada, el principio de la sobrevivencia rigió la decisión de cerca de 5.000 personas quienes salieron hacia Sincelejo, Ovejas, Cartagena y Barranquilla. Cinco meses después, en junio de 1997, los “civiles” armados regresaron al poblado de El Salado, ocho personas fueron asesinadas se generó un nuevo desplazamiento forzado.
Sedienta de la tierra la planeación criminal era inmodificable. Tres años después una nueva fase de destrucción. Martes 15 de febrero de 2000, cinco campesinos son asesinados y dos más desaparecidos en un retén instalado en cercanías del corregimiento de El Salado. Simultáneamente en una misma técnica de represión en el municipio de Córdoba, departamento de Bolívar, ejecutaron a cinco campesinos más, en los poblados de Canutal, Canutalito, Flor del Monte fueron asesinados 42 campesinos más. Una nueva oleada de desplazamiento se produjo.
Pocos días después, entre el viernes18 y el domingo 21 de febrero de 2000, más de 300 “civiles” armados de la estrategia paramilitar permanecieron en el casco urbano de El Salado. Tres días de calvario, los pobladores obligados a salir de sus casas, agrupados en la cancha de fútbol fueron los protagonistas de un espectáculo macabro. Solo fueron posibles dos papeles. O ser testigos forzados, testimoniar la fiesta de la muerte o ser las víctimas tomadas al azar.
Uno o a uno de los elegidos en esa muerte indigna, al frente de la iglesia uno tras uno, hasta completar 49 personas fueron sometidos al asesinato, al trato cruel, a la tortura, al escarnio. De las 49 víctimas a algunas las degollaron, a otras las ahorcaron o muertas a golpes, algunas mujeres fueron sometidas a violencia sexual, a una de ellas la obligaron a comer cactus.
Música de acordeón, vallenatos se escucharon durante la orgía criminal de tipo paramilitar, ellos animaron la ceremonía de la muerte, mientras sobrevolaban helicópteros de las Fuerzas Militares y ametrallaron en los alrededores del corregimiento. Las tropas del Batallón de Fusileron de Infantería Marina nunca llegaron a pesar que conocieron los retenes de tipo paramilitar. Con el paso del tiempo se conoció su aquiesencia, complicidad con estructuras criminales de tipo paramilitar como ha sido una realidad a lo largo y a lo ancho del país.
Al final fueron cerca de 100 víctimas de asesinatos en todo el corregimiento. 600 familias se desplazaron forsozamente hacia Turbaco, Arjona, Ovejas, Cartagena, Sincelejo y Barranquilla. Esos días fueron el viernes santo del Domingo de ramos que se inició tres años atrás.
Hoy la impunidad es la última palabra. Las investigaciones ocultan la sistematicidad de cada uno de los hechos, tergiversan y ocultan las responsabilidades institucionales, desenfocan haciendo ver lo que es posible hacer ver pero ocultan la magnitud de los hechos, su intencionalidad. No esclarecen confunden. En desarrollo de la politica de “seguridad democrática” algunos de sus pobladores están siendo procesados y el casco urbano ha sido militarizado desde octubre pasado.
El pretexto de persecución a la guerrilla hoy continúa justificando el control, la represión, la impunidad, la destrucción. Un falso presupuesto ideológico sus víctimas han sido y son los pobladores civiles.
Hoy 7 años después del inicio de ese Domingo de Ramos, del paso al Viernes Santo del 2000, la Verdad, la Justicia y la Reparación es un Derecho para los habitantes de El Salado. En su memoria, desde su memoria, la Justicia.
Bogotá, D.C 23 de marzo de 2004
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz