Inicio de la primera etapa de Retorno

A menos de 48 horas del inicio de la primera etapa de Retorno de las Comunidades del Cacarica, varias preocupaciones nos asisten por la evidente presencia de los grupos paramilitares en la Región y sobre el río Atrato, sin que se evidencien acciones eficaces del Estado tendientes a evitar nuevos destrozos irreparables en la vida e integridad personal de los habitantes del Cacarica que iniciarán el regreso a sus tierras 36 meses después de haber sido desplazados de ellas.

Santafé de Bogotá, febrero 25 del 2000

Doctor
ANDRES PASTRANA ARANGO
Presidente de la República

Doctor
GUSTAVO BELL
Vice presidente de la República

Doctor
NESTOR HUMBERTO MARTINEZ
Ministro del Interior

Doctor
JORGE MARIO EASTMAN
Vice Ministro del Interior

Doctor
ALFONSO GOMEZ MENDEZ
Fiscal General de la Nación

Doctor
JAIME CORDOBA TRIVIÑO
Vice Fiscal General de la Nación

Doctor
JAIME BERNAL CUELLAR
Procurador General de la Nación

Doctor
JOSE FERNANDO CASTRO CAYCEDO
Defensor del Pueblo Nacional

Doctor
VICTOR G RICARDO
Oficina del Alto Comisionado de Paz

Reciban un respetuoso saludo.

A menos de 48 horas del inicio de la primera etapa de Retorno de las Comunidades del Cacarica, varias preocupaciones nos asisten por la evidente presencia de los grupos paramilitares en la Región y sobre el río Atrato, sin que se

evidencien acciones eficaces del Estado tendientes a evitar nuevos destrozos irreparables en la vida e integridad personal de los habitantes del Cacarica que iniciarán el regreso a sus tierras 36 meses después de haber sido desplazados de ellas.

• Domingo 20 de febrero a las 3:30 p.m.: Al llegar al sitio conocido como el Mellito, municipio de Necoclí, el conductor del camión que transporta 16 mulas de la Comunidad del Cacarica para apoyar el desarrollo del Proyecto de Vivienda, es abordado por una persona que solicita los respectivos permisos de movilización, los revisa y le manifiesta que va a dejar las cuatro mulas que tienen el permiso especial de la alcaldía de Sahagún.

Llaman al misionero que acompañaba el traslado de los animales, este pregunta qué pasa y el individuo responde que tiene información de que se estaban movilizando 16 mulas de las cuales 4 no traían certificado del ICA y que por eso tenía que dejarlas.

El misionero que acompañó a los integrantes de la comunidad para la compra preguntó: ¿Usted es del ICA?. El hombre respondió: “No. Soy de las autodefensas. Estoy aquí para proteger a la comunidad de la guerrilla y de todo aquel que quiera hacerle daño”.

El paramilitar afirma que se va a comunicar con el “patrón” para ver si las deja pasar y “como estamos aquí por la comunidad no permitimos que se ponga en riesgo ningún animal a causa de alguno que entre infectado (…) yo les voy a dejar pasar pero deme su nombre y su número de cédula, pues si recibimos alguna queja por estos animales, usted nos responde”.

• Sábado 11 de febrero: En el sitio conocido como Tumaradó, ubicado sobre el río Atrato, camino del Cacarica, una chalupa de propiedad del señor de nombre PEDRO, cargada de madera y comida fue retenida por un grupo de civiles armados que se identificaron como paramilitares. Luego de intimidarlo lo llevaron a un sitio robándoles la gasolina, la comida y uno de los motores. Al propietario de la embarcación lo acusaron de ser auxiliador de la guerrilla.

• Domingo 12 de febrero en horas de la mañana: Un grupo de paramilitares llegó, en una panga identificada con el nombre de “la Piñata”, a Bocas del Atrato y se detuvo por varios minutos en el pescadero del caserío. Al ver pasar a dos embarcaciones de campesinos de la región cargadas de comida, el grupo de paramilitares, con algunas armas y vestidos de civil, se movilizaron detrás de estas embarcaciones, las detuvieron y les robaron a todos sus ocupantes la comida y la gasolina.

• Entre el 12 de febrero y la fecha de esta constancia: En distintas horas y en diversos recorridos realizados por el río Atrato se ha percibido la presencia de hombres armados, algunas veces vestidos de civil, en otras ocasiones con uniformes, portando armas largas. Los actores han sido identificados o se han identificado como integrantes de los grupos paramilitares de las “Autodefensas

Campesinas de Cordóba y Urabá” y se han movido por sitios conocidos como Sautatá, el 40, Tumaradó y Bocas del Atrato.

• 15 de febrero a las 5:00 p.m. Sobre el río Atrato la panga de Peace Brigades International, PBI, que viene desde Riosucio a Turbo es retenida por un reten militar en Puente América, cuenca del Cacarica . Los militares solicitan la identificación de los ocupantes y luego registran sus nombres en un libro.

• Debido a la sedimentación de los ríos Perancho y Peranchito, la comunidad de Cacarica se ha visto obligada a permanecer y pernoctar en el sitio conocido como “La Tapa”, cuidando sus enseres y gasolina. A eso de la 1:45 p.m., del 23 de febrero cuando, en la única casa existente en la “La Tapa”, se encontraban dos miembros de la comunidad del Cacarica y un misionero de nuestra Comisión cuidando los bienes de la comunidad, apareció un grupo de 8 infantes de Marina con armas cortas y largas, acompañados de un perro de color blanco, con una cinta tricolor (azul, blanco y rojo). Los infantes iniciaron un extenso interrogatorio por más de una hora con un tono intimidatorio, requisaron todas las pertenencias, averiguaron por los lugares de los asentamientos, por los acompañantes nacionales e internacionales, por las vías de acceso, por la producción de cocaína, por la presencia de la guerrilla, por los responsables del desplazamiento, por el ingreso de la gasolina que entregó la Red de Solidaridad Social, por las mulas adquiridas dentro del Proyecto de Vivienda financiado por el Banco Agrario.

Militares: ¿Qué hacen aquí? ¿ustedes quiénes son?
Comunidad Cacarica: Somos desplazados de la cuenca del Cacarica que vamos a retornar y por eso estábamos en el asentamiento “Nueva Vida”.
M: ¿Qué saben de las mulas?
C.C: Son para la construcción de los asentamientos “Esperanza en Dios” y “Nueva Vida”.
M: Qué llevan las mulas en los tanques, que llevan encima?
Acompañante misionera: “No llevaban tanques”.
M: “Entonces de quien son esos tanques que están tirados abajo?”
A: “No sabemos”
M: “¿Conocen la embarcación que está en la parte de abajo?, ¿De quien es?”.
C.C: “No es nuestra”
M: “¿ Desde hace cuanto está ahí?”
C.C “No sabemos”
M: “¿Qué subieron ahí?
C.C: “No sabemos”
M (Teniente): “ Yo a usted lo he visto en Turbo, usted no me ha visto a mi? Si hermano!”.
C.C: “Yo a usted no lo he visto”
M: “ Ahí hermano, como que no”. (…)” ¿ Cuando están por volver las mulas y los que se las llevaron?” ¿Dónde están los de Brigadas Internacionales?(…) “¿Cuál es la función de ellos?

A: Protección
M: ¿Y cómo hacen para eso? ¿Tienen teléfono?
A: Si, en el asentamiento.

Luego se dirigen a la misionera.
M: ¿Usted qué hace con ellos?
A: Soy misionera y los estoy acompañando en el proceso.
A: ¿De qué comunidad?
A: De la Conferencia de Religiosos de Colombia donde pertenece la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz.
M: ¿Una pregunta personal? ¿De dónde es usted? ¿Qué hace por acá? ¿Cuál es su función?

En este momento se comunican por radio y expresan: “aquí hay una misionera con dos personas y dice que es de los religiosos. Sigan caminando”. Le solicitan entonces la documentación.

M: ¿Con las mulas están también misioneros?
A: Si y una religiosa norteamericana, cinco miembros de la comunidad. (…)

M: “Y en Nueva Vida quién está?
A: Equipo misionero, PBI y la defensora.

M: “¿A ustedes quien los desplazó?
C.C: Pues el gobierno y los paramilitares.
M: “Espere un momentico una cosa es el gobierno y otros los paramilitares. ¿ Quien los desplazó la guerrilla, las autodefensas, los paramilitares?.
C.C: Ah, los paramilitares
M: ¿Acá que siembran?
C.C “Maíz, arroz, aquí lo que siempre se da”.
M: “¿Coca?.
C.C Coca no.
M: Han visto hombres armados?
C.C Sí a ustedes

Nuevamente se comunican por radio, reportando su ubicación y diciendo que se van a quedar a descansar un rato.

Aproximadamente 45 minutos del interrogatorio, llega un segundo grupo de diez hombres uniformados y armados. Uno de ellos es, según expresan los mismos militares, un oficial quien activa su filmadora mientras se encuentra en el lugar. Detrás de el viene un hombre vestido de civil, armado y con otra filmadora. Estos se mantienen en la parte de delantera de la casa que hay en “La Tapa”, en la orilla del río. Se suben a la embarcación revisan el mercado, uno de ellos coge un kilo de sal y se lo muestra al resto de los militares. Mientras tanto, graban a los integrantes de la comunidad y a la misionera.

M: “Estamos aquí para acompañarlos en el proceso”.

Se acerca otro nuevo grupo de la comunidad, acompañados por Peace Brigades International.

M:¿ “Han visto pasar gente armada mala?”
C.C “Armada solo ustedes”
M: “Nosotros no somos malos. ¿Y a la guerrilla?”
C.C: “No la hemos visto pasar”
M: ¿Qué cultivan?
C.C: Maíz, arroz, yuca
M:”¿También coca?”
C.C Somos campesinos, nos dedicamos a actividades legales.
A: ¿Quién es el militar de mas alto rango presente?
M: El coronel que está con la cámara y luego el teniente.
M: ¿Por qué el retorno?
C.C Hemos firmado unos acuerdos con el gobierno.

• El 24 de febrero a las 4:15 p.m. en sitio conocido como “La Punta”, la embarcación de la comunidad “Nueva Esperanza”, cumpliendo los trámites exigidos, se acercó a los Infantes de Marina que ejercen sus actividades de control. Uno de ellos, cumpliendo ordenes de sus superiores, se introdujo en la chalupa. Posteriormente, expresó a tres campesinos de la comunidad del Cacarica: “¿Dónde escondieron las armas?”. Solamente minutos después con la intervención de la Red de Solidaridad Social se autorizó el movimiento de la embarcación.

La continua movilización de grupos paramilitares por el río Atrato entre Bocas del Atrato, Unguía y Riosucio, evidencia que el Estado colombiano no ha adoptado las medidas necesarias para controlar, reprimir y enfrentar a estos grupos y que las estructuras del paraestado que hace tres años originaron el desplazamiento en coordinación con las fuerzas militares, continúan siendo un grave riesgo para la vida e integridad de las comunidades que iniciarán su Retorno, porque sus victimarios mantienen el control sobre el río Atrato, única vía de comunicación de las comunidades con Turbo, Riosucio y Quibdó.

Estas omisiones se hacen mucho más graves cuando los agentes del Estado están desarrollando procedimientos de investigación e información que a todas luces desconocen los acuerdos firmados el pasado 10 de diciembre entre la comunidad del Cacarica y el gobierno nacional, de los que han sido testigos ONG nacionales e internacionales así como agencias de Naciones Unidas y miembros del cuerpo diplomático.

Las Fuerzas Militares, quienes han conocido del proceso de retorno de las comunidades a través de las instancias civiles del gobierno nacional y de instituciones estatales, en vez de asumir medidas de control sobre los grupos paramilitares, lo realizan sobre los pobladores civiles y las comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad. Resulta censurable que las medidas de

control del Batallón de Infantería Nro. 50, por sus procedimientos de interrogación sobre quienes han sido víctimas del estado, expresan no solo el desconocimiento de las Fuerzas Militares a un proceso que ha tenido altísimos niveles de interlocución por parte de Presidentes de la República, Ministros, Fiscal General de la Nación, Procurador General de la Nación, Defensor del Pueblo, Gerente de la Red de Solidaridad Social, inspectores generales de las Fuerzas Militares, Comandantes de Brigada, sino la verdad sobre quienes en realidad definen el tipo de respaldo y respeto a las propuestas de la población civil.

Resulta a la luz de lo escrito que las medidas de control, como la toma de videos sobre las propiedades de la población civil y sobre sus rostros y las preguntas sugerentes para involucrarla en la guerra, en vez de ser preventivas son inquisitivas, rompen los mínimos humanitarios que contempla el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y buscan, más allá de la identificación de movimientos del otro actor armado -la guerrilla-, lo que ya es preocupante, la insinuación permanente sobre la participación en actividades de guerra de la población que ha decidido de manera transparente no participar directa ni indirectamente en ella. No se comprende porque los militares siguen en la práctica desconociendo los acuerdos suscritos.

Dejamos en su despacho nuestra profunda censura moral porque han pasado 36 meses desde el desplazamiento forzoso y absolutamente nada de fondo se ha logrado para evitar nuevos daños irreparables contra estas comunidades; porque los acuerdos suscritos entre las comunidades y el gobierno nacional, el pasado 10 de diciembre, se derrumban y se encuentran ante el muro infranqueable de actuaciones que generan serios interrogantes sobre la voluntad de respetar lo acordado para la protección de las comunidades sustentada en los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario y sobre el respeto a los territorios colectivos donde existe la presencia no armada del estado; porque antes de iniciar su retorno, la memoria de los 70 asesinados y desaparecidos durante estos tres años de destrozos profundos del alma, la vida familiar y comunitaria, no han sido suficientes para que el estado de derecho erosionado ante estas actuaciones haya logrado reconstruirse por el camino de la justicia, de la verdad y la reparación integral de las comunidades.

Dejamos en su conocimiento estos hechos para que alguna vez en la memoria quede escrito que no se adoptaron todas las medidas que podrían haberse adoptado para que el derecho de la población civil de retornar fuese respetado, para que el derecho de la población a retornar siendo respetado su territorio colectivo de comunidades negras fuera asumido como un Territorio de Vida, un territorio humanitario, en medio de la guerra.

Respetuosamente, nuestra profunda censura moral,


COMISION INTERCONGREGACIONAL DE JUSTICIA Y PAZ