Informe: La Ceguera
Colombia vivió un 2019 convulsionado, sin duda alguna. Movilizaciones multitudinarias; protestas sociales diversas; cacerolazos; intensificación de la violencia en muchos territorios y su retorno a otros tantos; asesinatos y muchas agresiones más a personas defensoras de los derechos humanos; controversias de todo tipo entre la sociedad civil, movimientos políticos y hasta comunidad internacional con el Gobierno Nacional, dado su negacionismo o ceguera frente a los múltiples problemas y la simulación de la implementación del Acuerdo de Paz.
Se supondría que por ser el primer año de gobierno habría un margen de “tranquilidad” en el debate público, mientras el nuevo presidente se posesionaba y enrutaba sus políticas de gobierno. No fue así, desde el inicio la controversia fue puesta desde el mismo partido de Gobierno al des- conocer el Acuerdo de Paz y revertir lo alcanzado en él. En este contexto surgió el debate sobre la situación de personas defensoras de derechos humanos, pues desde el inicio del 2019 el consejero para los Derechos Humanos, Francisco Barbosa, anunció la disminución de los asesinatos de las personas con liderazgo sin argumentos sólidos, más bien desde la improvisación y con el ánimo de querer enfrentar mediáticamente el debate.
A pesar de estas afirmaciones, fue imposible opacar con palabras la realidad y los cientos de ataques contra defensoras y defensores movieron la sensibilidad de la sociedad, que en una inmensa movilización nacional e internacional realizada el 26 de julio, dejó sentada su voz de rechazo y condena a la criminalidad contra las personas que defienden los derechos de sus comunidades. Esta fue solo una de las decenas de manifestaciones que surgieron durante todo el año en defensa de la vida y de la paz.
Pues bien, para dar una mirada amplia a diferentes situaciones ocurridas durante el 2019 que se encuentran alrededor de las agresiones contra los liderazgos sociales en Colombia, el presente informe titulado La ceguera muestra el panorama nacional y hace énfasis en el negacionismo que caracteriza al Gobierno Nacional, de múltiples asuntos relacionados con la crítica situación de seguridad y de los derechos humanos pero, en particular, sobre la problemática de criminalidad de líderes y lideresas sociales.
La ceguera, está inspirado en el libro Ensayo sobre la ceguera, del escritor José Saramago, y en la enfermedad que en el libro se extiende por el mundo, dejando ciegas a las personas y ubicando un velo entre la percepción y la realidad, mismo mal que, de manera intencional, se ha asentado sobre el actual Gobierno y que desde allí trata de ser esparcido sobre la sociedad colombiana para que solo se escuche un discurso que se superpone a la realidad y la niega. Uno de los hechos que se trata de dejar detrás de ese velo es la grave situación que enfrentan a diario quienes trabajan por defender los derechos de grupos sociales y comunidades.
De allí que este informe sea un es- fuerzo por analizar el contexto y visibilizar la crítica situación a la que se exponen quienes deciden defender los derechos humanos en el país. Por esto, una parte importante de esta publicación es el reconocimiento a los hombres y mujeres a los que su vida les fue interrumpida temprana- mente, al ser víctimas de quienes ven en ellos obstáculos para desarrollar intereses particulares y de diferente tipo sobre los territorios. De esta manera, en la primera parte llamada En memoria, se encontrarán los perfiles de las personas defensoras de derechos humanos asesinadas en el segundo semestre del 2019.
En el primer capítulo Al ritmo de cacerolas, se narra el episodio de las movilizaciones sociales de finales del 2019, alrededor del Paro Nacional, donde la sociedad colombiana, en unas manifestaciones sin precedentes en la historia y con la lucidez de una ciudadanía madura, mostró al mundo su inconformidad por la in- equidad, injusticia y corrupción a la que ha estado sometida durante dé- cadas y que ha tenido continuación en el actual Gobierno, pero que este último no quiso ver y, por el contrario, se escondió tras una venda gruesa para negar la realidad y desestimar unas demandas que eran imposibles de ignorar.
Un segundo capítulo titulado Con la venda bien puesta, recoge los diferentes enunciados del Gobierno Nacional para hacerle frente a la situación de violencia contra liderazgos sociales y, en consecuencia, la propuesta de política pública que finalmente se desvaneció como agua entre los de- dos. Este capítulo también analiza la actuación de las instituciones del Estado responsables del tema, las cua- les van desde acciones más cercanas a la ceguera, hasta algunas que se acercan a la lucidez, pero sin llegar a la luz que requiere el fenómeno de la violencia contra el movimiento social y sus luchas por los derechos de las comunidades. También, se describe en este apartado el papel de otros actores sociales y políticos que en su afán de contribuir a sensibilizar, rechazar y frenar la actuación criminal contra estas personas, brillaron en ac- ciones y campañas; es el caso de la comunidad internacional, los medios de información, el mundo artístico y la sociedad civil.
La tercera parte, Un país entre luces y sombras, retoma el informe del Relator Especial de Naciones Unidas para personas defensoras de DDHH, Michel Forst. Hace una revisión de las lecturas y conclusiones del relator frente a la situación de riesgo los liderazgos sociales en Colombia, que re- salta las difíciles condiciones a las que estas personas deben hacer frente en las regiones. Además, se señalan las diferentes reacciones del Gobierno Nacional, a este informe y al de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia –OACNUDH–; el Gobierno siendo consecuente con su postura negacionista, no solo los desconoció e invalidó, sino que trans- formó las respuestas en ataques contra las misiones del relator en su visita y de la OACNUDH en Colombia.
Por último, en un capítulo final, se consigna el análisis estadístico que arroja el Sistema de Información sobre Agresiones contra Personas Defensoras de Derechos Humanos en Colombia –SIADDHH–. Este se basa en los casos de ataques contra los liderazgos, registrados y confirmados por el Programa Somos Defensores, que para el 2019 deja en evidencia el difícil panorama para quienes defienden los derechos humanos en el país, con un aumento en las agresiones sin precedente en nuestro sistema de in- formación, que lleva a concluir que siguen sin existir garantías para la protección de la vida en las regiones. Por esto, esperamos que el análisis pueda servir como referente para estudios, análisis, seguimiento al fenómeno y, ojalá, para la creación de políticas públicas que deban implementarse para detener esta dolorosa situación.
Como siempre, hacemos público agradecimiento a todas las personas, organizaciones sociales y de derechos humanos, que aportan sustancialmente a la realización de este seguimiento desde el SIADDHH, en especial al Centro de Investigación y Educación Popular –CINEP–, a la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos –CCEEU–, a la Defensoría del Pueblo, a la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia –OACNUDH–, al Observatorio Surcolombiano de Derechos Humanos y Violencia –OBSURDH–, a Colombia Diversa, a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca –ACIN–, al Consejo Regional Indígena del Cauca –CRIC–, a la Fundación Territorios por Vida Digna y al Comité Cívico por los Derechos Humanos del Meta. Además, hacemos un reconocimiento a la Real Embajada de Noruega en Colombia por su constante apoyo político y financiero, y a las agencias de cooperación internacional DIAKONIA Suecia, MISEREOR Alemania, Amnistía Internacional y Pan Para el Mundo, su apoyo es fundamental para avanzar en nuestro trabajo con las personas defensoras de derechos huma- nos en Colombia.
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