IGAC lanza SOS por los páramos de Colombia: detectados serios impactos ambientales en cinco de ellos
En los levantamientos de suelos realizados en algunos sectores de los páramos de Santurbán, Almorzadero, Cajamarca, Las Hermosas y Guerrero, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) encontró graves impactos en estas áreas frágiles, asociadas a quemas a cielo abierto, agricultura artesanal, pastoreo y hasta caza ilegal de especies silvestres. Según Juan Antonio Nieto Escalante, director general del IGAC, con la entrada del Fenómeno del Niño estos impactos ambientales podrían intensificar la sequía en estas zonas del país, y afectar recursos naturales como el suelo y el agua.
Agosto 19 de 2014. Para nadie es un secreto que grandes sectores de los páramos colombianos han sido blanco de actividades agropecuarias, ya que han visto en sus terrenos una oportunidad única para cultivar productos alimenticios y criar ganado sin ningún tipo de control, poniendo así en jaque la sostenibilidad ambiental del país.
Sin embargo, en las visitas de campo realizadas por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) para elaborar el levantamiento semidetallado de los suelos en los páramos de Santurbán y Almorzadero (Santander y Norte de Santander), Cajamarca y Las Hermosas (Tolima, Quindío, Valle del Cauca y Risaralda), y Guerrero (Cundinamarca), el panorama encontrado fue más alarmante de lo esperado.
El IGAC realizó diversos muestreos y análisis en varios sectores de estos ecosistemas para evaluar las características y calidad de los suelos, lo que también le permitió analizar tanto los impactos ambientales negativos como positivos causados por la agricultura, ganadería, minería, desarrollo rural y pérdida de la biodiversidad. El resultado fue contundente. En ninguno de los muestreos realizados predominó el cuidado de la biodiversidad, la agricultura o la ganadería sostenible, o la minería con técnicas amigables con el medio ambiente.
¿Qué se encontró en los páramos?
Todo lo contrario. Existen sectores en estos páramos donde reina la quema de coberturas vegetales para ampliar la frontera agrícola y cultivar o criar ganado, el reemplazo de frailejones para producir papa o cebolla, las excavaciones para las actividades mineras, el pisoteo de vacas en nacederos de agua y hasta caza ilegal artesanal de fauna silvestre.
En los muestreos de Santurbán, el IGAC detectó un 71 por ciento de impactos negativos (principalmente por las prácticas agrícolas que afectan especies vegetales nativas y la construcción de infraestructura y adecuación de vías), y solo un 29 por ciento de impactos ambientales positivos.
En Almorzadero se detectó un 64 por ciento de impactos negativos por el exceso de cultivos agrícolas; en Cajamarca y Las Hermosas, un 62 por ciento relacionado con la quema para la cría de ganado; en Guerrero se concluyó que la agricultura y la minería son los protagonistas de la pérdida de la biodiversidad, con un total de 47 y 17 impactos críticos respectivamente.
Para realizar este análisis, el IGAC interrelacionó los componentes biofísicos (hídrico, atmosférico, ecosistémico) y socioeconómicos del ambiente, con las diferentes acciones en relación al uso del suelo (agricultura, ganadería, minería, desarrollo rural), generando una aproximación al estado actual de los conflictos ambientales.
Además, el IGAC utilizó como herramienta una metodología basada en la Matriz de Leopold, adaptada a las metodologías del BID, Ecopetrol y Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sosteniblem y ajustada técnicamente para estudios de suelos.
Dicha matriz corresponde a una serie de recorridos de observación por cada plancha cartográfica, que incluyen una valoración de impactos en cada municipio presente en los páramos. El resultado final es una matriz de valoración de impactos con un diagnóstico ambiental preliminar, con relación a los suelos de la zona de estudio.
Según Juan Antonio Nieto Escalante, director general del IGAC, estos resultados no son un panorama general de la situación ambiental de estos ecosistemas, ya que los muestreos no se realizaron en la totalidad de su área, “pero sí son una evidencia de que estos ecosistemas están siendo afectados seriamente por las precarias prácticas agropecuarias, lo que pone en jaque la calidad de sus suelos. Si en tan solo unos muestreos de suelo encontramos tal afectación ambiental, es de suponerse que la situación general puede ser alarmante, aún más cuando el país se enfrenta a un fenómeno histórico de sequías”.
Nieto Escalante advirtió que las prácticas encontradas en estos muestreos, como la quema y eliminación de las coberturas vegetales, como también la afectación en los nacederos de agua por pastoreo del ganado, pueden intensificar las consecuencias del entrante Fenómeno del Niño.
“El Ideam ya prendió las alarmas por la llegada de este fenómeno, que se traduce en una intensa sequía. Con los páramos afectados por las prácticas agropecuarias, Colombia podría padecer de una crisis por el recurso hídrico, ya que en estos ecosistemas nacen los ríos y demás cuerpos de agua que surten a los acueductos. Hacemos un llamado a las autoridades ambientales competentes frente al manejo que le están dando a estos ecosistemas estratégicos de Colombia, únicos en el mundo, ya que es evidente su afectación ambiental”, dijo Nieto Escalante.
En el segundo semestre de este año, el IGAC realizará el levantamiento semidetallado de suelos en los páramos de Tota-Bijagual-Mamapacha, Rabanal, la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá.
“Colombia es un país afortunado al albergar un sinfín de áreas con características ecosistémicas de páramo, los cuales son esencialmente nacederos del recurso hídrico. Contamos con el páramo más grande de todo el planeta, Sumapaz, el cual también será evaluado por nuestras comisiones. Debemos prender las alarmas y lanzar un SOS a las autoridades competentes, ya que este tipo de impactos negativos se podrían ver reflejados en el futuro con una posible escases de agua y una pérdida irrecuperable de nuestros ecosistemas”, advirtió Nieto Escalante.
Los cinco páramos al desnudo
Santurbán y Almorzadero: en estos páramos el IGAC evaluó aproximadamente 81 mil hectáreas, realizó 732 observaciones y 11 perfiles de suelos. Fueron visitados los municipios de Chitagá, Arboledas, Mutiscua, Pamplona, Santo Domingo de Silos, Cáchira, Suratá, California, Tona, Cerrito, Concepción, Málaga y Carcasí.
Los impactos ambientales negativos en el área muestreada de Santurbán ocuparon el 71 por ciento de la zona evaluada. De este total, los principales protagonistas fueron las precarias prácticas agrícolas y el desarrollo rural (adecuación de vías, establecimiento de lotes, construcción de infraestructuras y disposición de residuos), cada uno con el 28 por ciento de impactos negativos.
Le siguen la minería con el 25 por ciento, la ganadería con el 10 por ciento y la pérdida de biodiversidad por aprovechamiento de la fauna o extracción de zonas de bosque, con 9 por ciento.
Por su parte, el resultado en el páramo de Almorzadero fue del 64 por ciento de impactos negativos, en su mayoría causados por la agricultura (51 por ciento), desarrollo rural (23 por ciento), ganadería (11 por ciento), afectación de la biodiversidad (10 por ciento) y minería (5 por ciento).
Cajamarca y Las Hermosas: estos ecosistemas abarcan municipios de los departamentos del Tolima (Casablanca, Herveo, Villahermosa, Murillo, Santa Isabel, Anzoátegui, Ibagué, Cajamarca, Roncesvalles y Chaparral); Quindío (Génova, Pijao y Córdoba); Valle del Cauca (Sevilla); Caldas (Marulanda) y Risaralda (Santa Rosa de Cabal).
En esta primera fase de levantamiento de suelos, el IGAC visitó 14 municipios, realizó 1.062 observaciones y levantó 34 perfiles, en un área de aproximadamente 99 mil hectáreas.
Según las 36 muestras de suelos, los impactos negativos en ambos páramos reinaron en el 62 por ciento, del cual el 76 por ciento es por la quema del ecosistema para la cría de ganado, el 9 por ciento por agricultura, 9 por ciento por desarrollo rural y 4 por ciento por la pérdida de la biodiversidad por la caza de especies silvestres.
En esta zona, el IGAC también evidenció conflictos por la explotación minera de oro por parte de multinacionales y problemas de orden público en el municipio de Anaime.
Guerrero: el IGAC analizó un área de 38.068 hectáreas, distribuidas en los municipios de Carmen de Carupa, Cogua, Pacho, San Cayetano, Subachoque, Susa, Sutatausa, Tabio, Tausa, Ubaté y Zipaquirá. Se realizaron 710 observaciones y 36 muestras de suelo.
Según los expertos del Instituto, fueron evidentes el exceso de cultivos de papa, la transición del ecosistema de bosque a áreas de pasto y los bosques achaparrados.
La agricultura artesanal tuvo 47 impactos críticos y 3 compatibles; la ganadería, 28 severos y 10 críticos; la minería, 17 críticos, 8 moderados y 3 severos; el desarrollo rural, 20 compatibles; y la pérdida de biodiversidad, 4 críticos, 4 compatibles y 5 severos.
“Esta correlación entre los resultados de los estudios de suelos y el análisis medioambiental, es un insumo integral que debe ser utilizado por el Ministerio de Ambiente, las Corporaciones Autónomas Regionales y autoridades locales, frente a las propuestas de la delimitación de los ecosistemas estratégicos y las actividades que allí se realizan”, puntualizó Nieto Escalante.