Honduras: tierra desgarrada golpe a golpe
El gobierno de facto en Honduras, busca justificar lo injustificable al
detener y expulsar del país al Presidente Manuel Zelaya. Vuelvo a
insistir en que, no podrían dar el golpe de Estado sin el consentimiento
del Pentágono y la CIA, que actúan más allá del Presidente Barack Obama.
El gobierno de facto en Honduras, busca justificar lo injustificable al
detener y expulsar del país al Presidente Manuel Zelaya. Vuelvo a
insistir en que, no podrían dar el golpe de Estado sin el consentimiento
del Pentágono y la CIA, que actúan más allá del Presidente Barack Obama.
Acabo de recibir noticias desde Honduras de periodistas y dirigentes
sociales que han logrado ocultarse para evitar la represión y poder
continuar informando sobre lo que ocurre en el país. Los dictadores han
impuesto la censura a todos los medios y han secuestrado equipos y
apresado a periodistas; continúan los allanamientos por fuerzas armadas,
en viviendas y lugares considerados opositores violando los derechos
humanos.
El Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza no obtuvo los
resultados esperados en su viaje a Tegucigalpa y han aplicado sanciones
a Honduras.
Los dictadores no quisieron escuchar la voz de los presidentes que
reclaman la restitución en el gobierno del presidente Manuel Zelaya; por
el contrario, han endurecido su posición amenazando ponerlo preso si
regresa al país. Han desatado una fuerte represión contra las marchas en
apoyo al regreso del Presidente, provocando cientos de heridos y
detenidos. El gobierno de facto es responsable por la vida y seguridad y
de lo que pueda ocurrir al Presidente Zelaya y a la población.
Se agudiza la preocupación cuando vemos que el Presidente Obama, asumió
posiciones débiles para defender la democracia en Honduras, mientras los
mandatarios latinoamericanos en la OEA, pedían que se exprese en defensa
de la democracia y contra el golpe militar.
Los hechos demuestran que una cosa es decir y otra hacer, negándose
Obama a recibir al Presidente hondureño Manuel Zelaya
Es un hecho negativo y preocupante que pone en evidencia la complicidad
del gobierno de los EE.UU. en el golpe de Estado, que debemos considerar
una experiencia piloto de imponer nuevamente gobiernos antidemocráticos,
lo cual provoca un grave y peligroso antecedente para todo el continente
latinoamericano. Debemos recordar los intentos de golpes de Estado en
Venezuela, Bolivia y Haití, como el conflicto de baja intensidad con el
ataque de Colombia y EE.UU. contra Ecuador.
El interrogante que surge, es si Obama, estaba o no enterado del golpe
militar en Honduras, país que tiene una larga y dolorosa historia de
dominación norteamericana, basta recordar al “virrey” John Negroponte,
embajador de los Estados Unidos en Honduras y su activo rol en demoler
gobiernos y apoyar a la contrainsurgencia contra la Revolución
Sandinista, en Nicaragua, El Salvador y Guatemala y en la preparación,
financiamiento y penetración de los Contra y grupos paramilitares y
policiales en la región, como la instalación de bases norteamericanas en
territorio hondureño.
La herencia recibida por Obama del gobierno que le precedió es pesada y
llena de dificultades, como las guerras en Irak y Afganistán, donde lo
único que ha dejado la invasión a esos países es hambre, destrucción y
muerte. Pérdidas cuantiosas, destrucción de la capacidad económica y
cultural, y el saqueo de los recursos naturales y bienes de esos países
son el resultado de la impunidad jurídica de las fuerzas armadas de
EE.UU., responsables de crímenes de lesa humanidad.
El gobierno de Obama no pudo, hasta la fecha, avanzar en sus intenciones
y promesas electorales de erradicar la práctica de la tortura y la
degradación humana en las cárceles en Abu Graib, en Irak y en
Guantánamo, Cuba y cerrarlas definitivamente.
Es evidente que no tiene capacidad de revertir las políticas implantadas
por el gobierno de George Bush, y de otros gobiernos que le precedieron,
ni la posibilidad de cerrar esas cárceles que son una ofensa a la humanidad.
Los escenarios han cambiado en el continente. Los gobiernos
latinoamericanos en la OEA asumen su responsabilidad de fortalecer los
procesos democráticos. Es necesario respaldar a los mandatarios que han
decidido acompañar a Zelaya a Honduras y reclamar sus derechos.
Las Naciones Unidas y la comunidad internacional han repudiado el golpe
de Estado en Honduras y reclamado el regreso de Zelaya. Es necesario que
las organizaciones sociales, sindicatos, iglesias, movimientos
estudiantiles e intelectuales, medios de comunicación y redes sociales e
informativas, se sumen solidariamente para impedir la instauración en
Honduras o en cualquier otro país de dictaduras militares.
Lo que ocurre hoy en Honduras nos afecta a todos y todas. Es necesario
redoblar los esfuerzo y reclamar a organismos financieros como el BM-
FMI-el BID y la Unión Europea, bloquear toda ayuda a la dictadura
hondureña, hasta la reposición en su cargo del presidente Zelaya.
Los golpistas deben ser llevados ante la justicia, tanto civiles como
militares, empresarios y religiosos que son cómplices y han avalado el
golpe militar
El presidente Obama tiene aún muchas asignaturas pendientes con los
pueblos. Sabemos de las dificultades que tiene para lograr cambios en la
política de los EE.UU. Si no los asume con coraje y decisión, terminará
actuando como aquellos a quienes ha criticado y han llevado a la grave
situación que hoy vive ese país, y al daño provocado a otros pueblos en
el mundo. En la situación hondureña se pondrá en evidencia si está
dispuesto defender la democracia y a asumir los cambios prometidos o si
todo fueron palabras vacías de contenido.
La iglesia católica debe pronunciarse con claridad y no con actitudes de
doble sentido, como lo expresado en nombre de la Conferencia Episcopal
Hondureña, por el Obispo Auxiliar y vocero de Tegucigalpa Mons. Pineda,
que recomienda que Zelaya no viaje a Honduras y las evasivas sobre lo
que se debe hacer frente al golpe de Estado. El doble discurso y la
falta de coraje esta presente en la jerarquía eclesiástica.
Jesús siempre tuvo posiciones claras y concretas frente a las
injusticias. Los obispos debieran aprender del Maestro.
La tierra atormentada de Honduras reclama la solidaridad de los pueblos
de América Latina y el mundo. Es necesario resistir en la esperanza.
Adolfo Pérez Esquivel
Buenos Aires, 5 de julio del 2009