¿Homofóbico Jesús?
Ubicados en una perspectiva humana y humanizadora y de las realidades antropológicas y sociales, nosotros exigimos a las mujeres y hombres que legislan en Colombia, la asunción de posturas en derecho, frente a todas las realidades, pluralidades y diversidades de quienes habitamos este territorio. Que cesen todas las formas de discriminación contra grandes o pequeños colectivos de la vida nacional. Que nunca más los fanatismos religioso-confesionales –mucho menos cuando carecen de ilustración e inteligencia–, sean los referentes legislativos para garantizar los derechos fundamentales y constitucionales de la población.
Una teóloga alemana fascinante por sus planteamientos sobre la sexualidad humana tiene dos récords: fue la primera mujer laica habilitada para enseñar teología dogmática en una universidad católica de su país; y fue, luego de unos pocos meses, la primera mujer laica prohibida como profesora de teología dogmática en cualquier universidad católica del mundo entero y de por vida. Se llama Uta Ranke Heinemann[[1]].
¿Qué dijo esta mujer, que tanto espantó al mundo vaticano y a su jefe el papa Karol Wojtyla en 1989? Ella dibujó a Pablo, el santo, el de Tarso, el llamado “apóstol” de Jesús –aunque no conoció ni oyó a Jesús–, como un hombre con tremendos conflictos teológicos, emocionales y sexuales derivados de su formación en el rigorismo gnóstico. Pablo, según la señora Ranke-Heinemann, hizo decir a Jesús lo que él, en efecto, nunca dijo. Y se atrevió a predicar como doctrina de Jesús la que era doctrina gnóstica y del mismo Pablo. Como el gnosticismo profesa un tremendo pesimismo ante lo placentero –el beber, el comer y el disfrutar la sexualidad–, a lo que considera fuente de desgracias y principio de alejamiento de Dios, Pablo, cuando se convirtió a la “secta de los cristianos”, salió a predicar por todo el mundo mediterráneo y llegó hasta Roma con el cuento de que la se-xualidad era pecado. Y con otro cuento peor: que la fuente de ese pecado radica en la mujer y por eso hay que mantenerla alejada de los varones y bien cubierta en las asambleas. Eso es gnóstico y paulista. Pero se calumnia rampantemente a Jesús de Nazaret cuando se le pone a hablar mal de la sexualidad humana y de sus diversas manifestaciones.
¿Es la sexualidad fuente de pecado?
Aunque las ideas pesimistas y de control sobre la sexualidad ya estaban presentes, por contagio del gnosticismo, en el mundo judío del tiempo de Jesús, éste nunca se refirió a la sexualidad humana explícitamente y, mucho menos, en negativo. Uno puede examinar con lupa los cuatro evangelios –Mateo, Marcos, Lucas y Juan– reconocidos como legítimos y no encuentra una sola intromisión de Jesús en la vida sexual, ni de sus oyentes, ni de las mujeres y hombres que lo seguían como primeros discípulos y discípulas.
Ese comportamiento del “maestro” de los cristianos y cristianas de todos los tiempos contrasta radicalmente con el de obispos y jefes religiosos que, ante candidatos a la vida consagrada, lo primero que les indagan con test y con sicólogos es sobre su vida sexual en lo más íntimo: si se masturban, si se relacionan con personas de su mismo o de otros sexo. Jesús, en cambio, sólo les hacía una pregunta sobre su voluntad de seguimiento: “sabes que las chuchas tienen guaridas y los pajaritos, nidos; yo, enviado de Dios, no tengo donde caer muerto; te le mides a seguirme en estas condiciones?” Y después los confirmaba con un rotundo “ven y sígueme”. Jesús ¡nunca esculcó sexualidades y vidas íntimas! Y, aunque también las homosexualidades era visibles en su tiempo y Jesús tenía ojos para verlas en todo su entorno cercano, ni se inquietó con ellas ni las maldijo.
La homofobia colombiana no es bíblica ni es de Jesús
En la última década, el debate sobre el reconocimiento de las diversidades se-xuales y sus derechos se ha vuelto recurrente en todas las agendas legislativas de las naciones. En Colombia, de manera sistemática, se ha negado el reconocimiento pleno de los derechos de las personas homosexuales y lo han hecho, principalmente, no con posturas desde el campo de los derechos sino con un discurso derivado de los fundamentalismos bíblicos. Y, para colmo, los argumentos han sido traídos a la fuerza y mal traídos, forzados, retorcidos, descontextualizados y desde una perversa hermenéutica.
Detengámonos un poco en las argumentaciones: 1) El más socorrido es el referido al “pecado de Sodoma”, con lo cual se pretende aludir a “los hechos” ocurridos en las ciudades de Sodoma y Gomorra relatados en el capítulo 19 del libro del Génesis[[2]]. Según los arqueólogos, en la edad de hierro, en las cercanías del Mar Muerto existieron dos ciudades que fueron arrasadas, una de las cuales, con subsuelo rico en gases combustibles, pudo haberse incendiado por esa causa y por invasiones de pueblos enemigos. Oralmente se transmitió el relato entre pueblos nómadas sobre una “Sodoma” en la que aconteció una hecatombe. El relato bíblico que retoma esos relatos orales, lo que hace es cuestionar a los vecinos de allí por no haber recibido a unos supuestos “emisarios de Dios” o “ángeles”. En fin de cuentas, lo que les recrimina es su pecado social más que sus supuestas intenciones homosexuales.
2) El otro supuesto argumento es el de Pablo en una carta a los corintios[[3]]. Siglos después de los relatos del Génesis, entra en escena la “neurosis sexual” de Pablo de Tarso y, al enumerar los pecados que impiden entrar en el Reino de Dios, entre muchos crímenes contra la justicia, mete, bien a la fuerza “el afeminamiento y la homosexualidad”. Esto, como se ve, es un puro dictado de su tradición de fariseo-gnóstico; en modo alguno, una sugerencia del estilo y de la predicación de Jesús de Nazaret, en cuyo nombre Pablo dice hablar.
La homofobia latinoamericana es un aprendizaje derivado de la colonia
Siguiendo las investigaciones del antropólogo brasileño Luiz Mott, podemos encontrar la siguiente saga en el relato homosexual de nuestro continente: A la hora del descubrimiento de América se vivía la mayor intolerancia a la homosexualidad en España y Portugal y en el tribunal de la “santa inquisición”. Esa postura de la Europa invasora llegó a nuestro suelo con toda su virulencia, máxime al encontrar que en los pueblos del “nuevo mundo” las prácticas sexuales eran abiertas, plurales y diversas. El dramatismo brutal del espíritu colonialista llegó a extremos como el de entregar a la furia de los perros a un grupo de 40 indios homosexuales en el Istmo de Panamá; el hecho fue liderado por Vasco de Balboa en 1513. Destierro, cárcel, azotes públicos, penas pecuniarias y excomuniones, quemas en la hoguera, descuartizamientos y escarnio público pertenecieron al acervo de brutalidad “normalizadora” de la conquista y la colonia en una América gozadora y libre frente a las diversas vertientes de la sexualidad de sus gentes.
La homofobia de los legisladores colombianos es aprendida del adoctrinamiento católico
En contravía con el espíritu de Jesús de Nazaret, de cuya doctrina dice derivar sus enseñanzas, la iglesia católica universal y la colombiana en particular, negándose a leer los avances científicos y los derechos humanos, practica una homofobia por fuera de toda racionalidad y de toda consideración humana: consideran a la condición homosexual como un “desorden grave”[[4]], los actos homosexuales como un pecado grave y a las personas homosexuales, por fuera de toda comunión con la iglesia; para insertarse en ella y redimirse de su pecado sólo les concede la gracia de la vida en castidad absoluta. El papa Ratzinger denominó los comportamientos homosexuales como “intrínsecamente desordenados”. Ésa es la fuente, la única, de la que beben los que legislan en Colombia.
Pero nosotros les exigimos inteligencia antropológica y humana
Ubicados en una perspectiva humana y humanizadora y de las realidades antropológicas y sociales, nosotros exigimos a las mujeres y hombres que legislan en Colombia, la asunción de posturas en derecho, frente a todas las realidades, pluralidades y diversidades de quienes habitamos este territorio. Que cesen todas las formas de discriminación contra grandes o pequeños colectivos de la vida nacional. Que nunca más los fanatismos religioso-confesionales –mucho menos cuando carecen de ilustración e inteligencia–, sean los referentes legislativos para garantizar los derechos fundamentales y constitucionales de la población.
* pastoreoenperiferia@gmail.com
1 Ranke-Heinemann; Uta. “Eunucos por el reino de los cielos”.
2 Génesis 19, 1-29
3 1 Corintios 6, 9-10
4 Ver: Catecismo católico
Fuente: http://desdeabajo.info/ediciones/item/22408-%C2%BFhomof%C3%B3bico-jes%C3%BAs?.html
Foto: http://desdeabajo.info/media/k2/items/cache/91c2033d7a72fbb4326e5656c3355812_L.jpg