Gerardo Liévano García
El 2 de Noviembre de 1993 en la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander, hacia el mediodía en un restaurante de la ciudad fue retenido, posteriormente desaparecido, torturado y asesinado Gerardo Liévano García, por un comando de 11 integrantes del Ejército Nacional a cargo del Mayor César Alonso Maldonado Vidales.
A Gerardo lo retuvieron arbitrariamente, lo golpearon en la cara con la cacha de una arma hasta dejarlo en el piso sin fuerzas, con una herida en el pómulo. Él pedía auxilio, se acercaron dos policías y preguntaron, qué pasaba allí, a lo que Maldonado contestó, que es un operativo del Ejército, que no se metan y que se larguen del lugar.
En la investigación, los uniformados declararon que Gerardo opuso resistencia a los maltratos de los que estaba siendo víctima él y dos personas más, razón justificada por el Mayor para continuar con los golpes.
Ahí, frente al restaurante ingresan a Gerardo muy golpeado en una camioneta de vidrios oscuros y en otra a las dos personas más. Los llevan a un lugar fuera de la ciudad, allí someten a Gerardo a las torturas más despiadadas que se le puedan aplicar a un ser humano. Cuentan los otros dos retenidos que lo torturaba y a la vez le preguntaba por un comandante. Cuentan como se estremecían con los desgarraGerardodores gritos de Gerardo pidiendo auxilio, porque para Maldonado, él era un guerrillero.
Cuenta uno de los testigos que en ese momento los meten nuevamente a una camioneta y los trasladan al batallón. Ya casi al final de la tarde del martes 2 de noviembre, son llevados a calabozos separados, donde el testigo asegura haber escuchado a Gerardo quejándose hasta altas horas de la noche, llegando un momento en que no lo escucho más.
Pasados 3 días sale en un periódico de Cúcuta, el titular “Se encuentra un cadáver incinerado cerca de un basurero a las afueras de la ciudad”. El viernes 5 de noviembre avisan que Gerardo estaba desaparecido y que tenía que viajar a buscarlo.
Fuimos a la ciudad de Cúcuta a buscar a Gerardo, tuvimos que buscarlo por casi una semana, fuimos al batallón, mi cuñado y yo acompañados de alguien de derechos humanos de esa ciudad. El que nos recibió fue el mismo Mayor Maldonado, quien nos dijo que a ese batallón no había ingresado nadie con las características de Gerardo.
Nos llevó a los calabozos a mostrarnos que no tenía a nadie allí. En este lugar donde días atrás había estado Gerardo y los otros dos detenidos y de los que no había registro alguno del paso por ese lugar.
Yo conocí a Gerardo en el sindicato del Banco Popular, era el tesorero del sindicato y pertenecía a la directiva a nivel nacional del sindicato. En el año 1984 el banco le cancela el contrato de trabajo sin justa causa, de allí en adelante él comienza a hacer accesorias sindicales. Estuvo en SINTAGRO en Urabá en los años de las bombas y de violencia, en Sintraelecol, Villavicencio, Bogotá. en sindicatos bancarios, Seguro Social y la USO.
Gerardo tenía cuatro hijos, nuestra hija que tenía 16 meses y tres hijos más de los cuales él tenía dos a cargo de los cuales yo ayude a criar. Con la muerte de Gerardo le quitan el derecho a mi hija de conocer a su padre, igualmente a sus otros dos hijos quienes quedan completamente solos. A mi me arrebatan a mi esposo, mi compañero, el padre de mi hija, al ser con quien tenia mi hogar, en pocas palabras acaban con vida también.
Han pasado años y no entiendo, ni entenderé jamás porque una persona representante de la ley puede tener manos criminales y ordenar cegarle la vida a un ser humano de la manera que se la quitaron a Gerardo, sin pensar por un instante las consecuencias que puede traer todas estas cosas tan crueles y despiadadas a una familia.
Otro episodio inhumano que nos tocó pasar es la desaparición y asesinato del hijo de Gerardo, el cual ayude a criar. Él fue desaparecido en el año 2000 en Villavicencio, lo matan y lo tiran a un río en Puerto Gaitán, Meta. Dicen que fueron los paramilitares, eso le dijeron al tío del muchacho (Hermanos de Gerardo). Un asesinato que está en la completa impunidad porque no tuvimos las fuerzas para seguir una investigación.
Cuando mi hija por casualidad lee todo lo del asesinato de su padre en internet, fue un instante de preguntas, una de ella fue: ¿en algún momento a esos militares del Ejército o a Maldonado se les ocurrió pensar en la familia que estaban acabando con sus manos? Hago mucho énfasis en los que nos ha tocado vivir en familia, porque hemos tenido que ser muy fuertes y soportar sin entender todo esto que nos ha pasado.
Pasaron años del proceso con muchas cosas negativas, una de ellas, la absolución de 11 militares en un consejo verbal de guerra, o el intento de cierre del proceso, el que revivió gracias al trabajo de una magistrada.
Son tantas pruebas que por largos años han evidenciado la responsabilidad de agentes del Estatales y que sólo hasta el año 2014 por sentencia del Consejo de Estado responsabilizó a la nación por los hechos cometidos contra Gerardo.
El dolor traumático que me causo que me hayan entregado las cenizas de Gerardo, nunca se van a borrar de mi mente, no es justo que uno tenga que viajar a buscar a su ser querido porque está desaparecido y le entreguen a su familiar en cenizas. Esto es un dolor muy grande que no se borra del alma ni del corazón.
Gerardo, un defensor aguerrido por los derechos humanos, las injusticias, un luchador incansable por sus ideales, un papá y esposo intachable, un hijo, un hermano, un tío, un amigo ejemplar, incomparable, admirable, e incondicional. Un ser maravilloso que ha dejado huella y nunca se borrara, su recuerdo y su amor estará por siempre en nuestros corazones.
Ese 2 de noviembre fue una fecha que marcó para siempre nuestras vidas y que no podemos dejar pasar desapercibida hasta que Dios nos permita.
Escribo y escribiré esto porque me ayuda un poco, aunque nunca sea fácil y porque quisiera que esto nunca le pase a otro ser humano, ojala esto nunca más se vuelva a repetir, tengo mucha confianza en Dios y en las personas que tienen la ley en sus manos.
Nosotros a pesar de todo esto que hemos tenido que pasar desde el fondo de nuestros corazones decimos que queremos la paz para nuestro país, queremos un país diferente para nuestros nietos y jóvenes.
Escrito por su esposa Luz Marina
De forma más reciente, hasta el año 2008 Maldondo fue capturado y sentenciado a 25 años de prisión por el Tribunal Superior de Cúcuta, luego de que se había fugado en 2004 del batallón de Policía Militar No. 13, también se condenó al coronel William Roberto del Valle, el suboficial Edilson Olivero Goyes, los soldados Efraín Niño Plazas, Jairo Granja Hurtado, José Misael Valero. Estas condenas representan un paso para mantener la esperanza por una justicia en contra de la impunidad, pero aún falta un largo camino por una reparación y una verdad integral.
Gerardo Liévano García en la memoria
Gerardo Liévano García Sin Olvido