“Falsos positivos son gran problema en Washington” Entrevista con el representante demócrata Jim McGovern.
Cuando viaja a Colombia, el representante Jim McGovern, un demócrata
de un distrito de Massachusetts, prefiere visitar las comunidades que
están alejadas de Bogotá, tales como aldeas en Putumayo, Nariño y
Arauca, en vez de visitar fincas de lujo o la Casa de Nariño, o
incluso la Embajada de EE.UU. Y cuando está en Bogotá, prioriza ir a
las comunidades en Soacha y Ciudad de Bolívar. “Voy donde vive la
gente”, me dijo, y con un toque de ironía agregó: “Me han invitado a
hospedarme en casas muy amables de los funcionarios del gobierno, pero
eso es más como unas vacaciones que un viaje de investigación”.
Al representante McGovern le interesa cómo las políticas afectan la
vida diaria de las personas. El respeto de los derechos humanos es
para él un valor fundamental de una democracia sana. Una voz
influyente en la Cámara, McGovern expresó su opinión sobre Colombia,
la política de seguridad democrática y lo que falta en temas de
derechos humanos.
El número dos del Departamento de Estado, James Steinberg, definió el
Plan Colombia como “muy eficaz” y un “ejemplo importante de éxito”.
¿Comparte usted su valoración?
Hay muchísimos desafíos, especialmente en el área de derechos humanos.
La cuestión de los falsos positivos sigue como una preocupación
importante para muchos de nosotros en el Congreso. ¿Cómo se puede
afirmar que una política ha sido exitosa cuando tantas personas viven
desplazadas dentro de Colombia y miles han huido del país debido a la
violencia?
Usted definió los resultados del Plan Colombia como “depresivos”, pero
no puede negar que hay avances.
Colombia continúa evolucionando y algunas cosas han cambiado para
bien, pero no me parece que alguien pueda afirmar con absoluta certeza
que el plan ha dado resultado o que es una “misión cumplida”.
Usted dijo que las comunidades de Colombia que visitó el año pasado
“aplaudían” por la elección de Obama. El escepticismo frente a la
actual administración de EE.UU. está creciendo en toda la región.
¿Deberían aún estar aplaudiendo esas comunidades?
Creo que la política de Obama hacia América Latina es un trabajo que
está en progreso. Para ser justos, el mundo entero está en crisis y
Estados Unidos, desgraciadamente, en mi opinión, se ha quedado
atascado en las guerras en Irak y Afganistán. Ahora tenemos a Haití.
Como resultado, creo que todavía están tratando de averiguar cuál
debería ser su política respecto a América Latina.
Pero su gobierno sí sacó tiempo para negociar y firmar el acuerdo para
utilizar siete bases militares en Colombia.
Todavía no estoy muy seguro de por qué necesitamos esas bases
militares. Aún nos falta un argumento convincente de parte de la
Administración. Pero si es tan necesario, no hicieron muy buen trabajo
al explicarlo. Y no sólo al Congreso de los Estados Unidos, sino
también a la gente de la región.
Cuando se trata de Colombia, ¿sabe la administración Obama de qué se trata?
Me preocupa que Estados Unidos mira a Colombia a través de un lente
muy estrecho. Hay algunos que creen que nuestros únicos intereses en
Colombia deben ser las drogas y la lucha contra la insurgencia. Eso es
un error. Creo que los derechos humanos deben ser una parte
fundamental de la política exterior de EE.UU. y creo que los informes
sobre los falsos positivos y las actividades del DAS son indignantes.
Debemos estar dispuestos a ser un aliado y un socio de Colombia, pero
no se deben ignorar asuntos como los derechos humanos, la pobreza
extrema o la población de desplazados internamente.
Por lo tanto, ¿está en contra del Plan Colombia?
No es que esté en contra del Plan Colombia. Estoy en contra de este
Plan Colombia. Debe haber un plan para las víctimas.
Bajo el liderazgo de Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa, los
militares comenzaron a abordar internamente el asunto de los derechos
humanos. ¿No está usted satisfecho?
Algunos funcionarios del gobierno colombiano nos dijeron que el
Ejército ha cambiado y que ahora todo está perfecto. Luego se lee de
nuevo sobre los abusos de los derechos humanos cometidos por miembros
de las Fuerzas Armadas, y en algunos casos encubiertos por miembros de
alto rango. Uno no puede dejar de preguntarse si hay un problema
institucional dentro de la milicia colombiana.
¿Cree usted que los funcionarios del Gobierno le mintieron?
Hace unos años, le preguntaba al gobierno de Uribe si creía o no que
había una conexión entre los militares y paramilitares. Me dijeron:
“¡Oh no, oh no”. Entonces descubrimos muy claramente que hay una
conexión y la respuesta es: “¡Oh, estamos tan sorprendidos!”. Se
parece a la película Casablanca, cuando Claude Rains le dice a
Humphrey Bogart: “Me sorprende que se hagan apuestas aquí”, y luego
Humphrey Bogart entrega sus ganancias a Claude Rains. Creo que es
importante que el gobierno de Colombia reconozca que hay problemas y
que hay que resolverlos.
Estos son asuntos que 53 miembros del Congreso abordaron en una carta
muy fuerte a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, instando a la
administración a cambiar su política hacia Colombia. ¿Tiene alguna
reacción?
Tratamos de que nuestra administración amplíe su visión sobre Colombia
y entienda que insistir en que el país se adhiera a altos estándares
de derechos humanos no es incompatible con mantener la seguridad. El
pueblo de Colombia no sólo necesita estar protegido de las Farc,
también de sus propias Fuerzas Armadas, o de la policía, e incluye no
colaborar con los grupos armados ilegales y paramilitares.
Me da la impresión de que es un crítico implacable del presidente Uribe…
Personalmente, me cae bien el presidente Uribe. Creo que tiene mucho
de lo que puede estar orgulloso en términos de lo que ha logrado, pero
hay otras cuestiones que verdaderamente merecen mayor atención. Las
personas que dan un paso al frente para defender a las poblaciones que
han sido maltratadas no son enemigos del Estado. Muy a menudo hemos
visto en Colombia a los defensores de los derechos ser tratados y
etiquetados como terroristas. Eso tiene que cambiar.
¿Aprobaría la labor de Uribe?
No estoy aquí para barrer el piso con el presidente Uribe. Quiero que
tenga éxito, pero quiero que preste más atención y quiero que mi
gobierno preste más atención a las víctimas.
Usted critica mucho las políticas de EE.UU. hacia Colombia y las del
gobierno colombiano…
Soy congresista de Estados Unidos. Cuando mi gobierno hace algo con lo
que no estoy de acuerdo, abro la boca. La disidencia no es algo malo,
es la piedra angular de la democracia. Lo que fortalece a las Farc son
las violaciones de derechos humanos en las que están implicados
miembros de las Fuerzas Armadas.
¿El asunto de los falsos positivos es un problema muy grande en Washington?
Es un gran problema. Y si el gobierno colombiano no cree que es un
tema importante y grave, creo que va a tener serias diferencias con
los miembros del Congreso.
¿Qué debe hacer el gobierno colombiano?
La impunidad es un verdadero problema. La mejor manera de dejar atrás
esto es investigar, enjuiciar y encarcelar personas que cometen abusos
contra los derechos humanos y punto.
Al escucharlo, no me sorprende que Piedad Córdoba lo llame su amigo.
¿Qué piensa de ella?
Conocí a Piedad Córdoba y le doy crédito por ayudar a facilitar la
liberación de algunos de los rehenes. Eso es bueno. ¿Por qué les
parece mal que alguien quiera poner fin a este sufrimiento? Esta es
una crisis humanitaria.
Córdoba es muy cercana a Chávez. ¿No le molesta?
No soy fan de Hugo Chávez. Creo que es un grandilocuente, pero en la
medida en que el gobierno venezolano o cualquier otro gobierno pueda
jugar un papel positivo para facilitar la liberación de los rehenes,
no creo que sea una mala idea. Entiendo la frustración del presidente
Uribe con el presidente Chávez.
¿Qué opina de las Farc?
Yo no favorezco a las Farc: son terroristas, han cometido abusos de
derechos humanos y atrocidades que están más allá del entendimiento
humano. Sus prácticas de secuestro son inmorales.
¿Todavía está disponible para ofrecer su apoyo personal para liberar rehenes?
Si puedo ser de ayuda para liberar a un solo rehén, lo haré.
El asunto de los rehenes no es una cuestión humanitaria para el
gobierno colombiano. Las Farc declararon su disposición para liberar a
Moncayo hace casi un año y todavía está en las montañas. ¿Qué le
parece?
Es una crisis humanitaria. ¿De qué otra manera se podría describir
esto? En todo caso, expone cuán retorcidas, podridas y terribles son
las Farc.
¿Cree usted que la administración de Obama respaldaría un proceso de paz?
Es demasiado pronto para decirlo. Sin un proceso de paz, estamos
hablando de vivir con guerra para siempre. Las Farc no se van. Este
ciclo de violencia continúa.
¿Hay alguien en Washington que apoye la reelección del presidente Uribe?
No conozco a nadie, incluso entre sus partidarios más fuertes en el
Congreso o en los medios de comunicación, que le inste a volver a
postularse como candidato. Si se presenta de nuevo, resulta difícil
criticar a gente como Chávez y otros que quieren seguir postulándose y
postulándose y postulándose.
*Director del Centro para la Resolución de Conflictos Internacionales
e investigador asociado de la Columbia University en Nueva York.
Aldo Cívico* / Especial para El Espectador | elespectador.com