Exhumación luego de 11 años de desaparición forzada en Argelia, Cauca
Hace 11 años, 9 meses y 12 días, el día 2 de junio de 2008 estructuras paramilitares denominadas “Los Rastrojos” incursionaron en horas de la madrugada en el corregimiento San Juan de la Guadúa, municipio de Argelia, Cauca.
Esta incursión paramilitar estuvo antecedida por otras operaciones en distintas veredas y corregimientos de este municipio dejando a su paso varios hechos relacionados con desapariciones forzadas, asesinatos y desplazamientos forzados.
El 2 de junio de 2008 hombres armados de la estructura paramilitar de Los Rastrojos sacaron violentamente de sus viviendas a Elder Daza, Armando Cerón, Gerardo Hoyos y a Henry Gaviria, quienes por más de dos meses fueron sometidos a torturas físicas, psicológicas y malos tratos; sus familiares fueron sometidos a extorsiones y amedrentamientos.
Los anteriores sucesos generaron un desplazamiento masivo de varias personas del municipio, se calcula que aproximadamente 300 familias se desplazaron a la ciudad de Popayán y otros lugares de Colombia.
29 familias de ese gran número de desplazados en Argelia, fueron beneficiadas con Medidas Cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, ante la gravedad y urgencia en la que se encontraba su vida e integridad personal.
Desde el día de la desaparición de estos cuatro campesinos, sus familiares y la Comisión de Justicia y Paz han trabajado incesantemente en búsqueda de Verdad, Justicia y Reparación Integral.
El anhelo de las familias por encontrar a los campesinos desaparecidos los ha llevado a recorrer un largo camino de 11 años y 9 meses, donde la persistencia y paciencia han sido elementos fundamentales que se han antepuesto a la negligencia institucional.
Después de varios diálogos que se sostuvieron con varios representantes del Estado Colombiano, donde se incluye la Fiscalía 118 de la unidad de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, así como el Batallón N° 04 de Alta Montaña y la Vigésima Novena Brigada del Ejército Nacional, se creó el escenario para que se realizara una diligencia de exhumación en el lugar donde se presume se encuentran ubicados los restos de los cuatro desaparecidos.
Escenario complementado con el compromiso solidario y humano de la comunidad donde se realizó la diligencia, quienes se pusieron a disposición para el desarrollo de las labores de exhumación.
Luego de casi 12 años de apoyo y asesoría a los familiares de los cuatro campesinos desaparecidos de San Juan de la Guadúa en Argelia – Cauca, el 14 de marzo de 2020 se encontraron los restos de una persona, la cual se presume es Elder Daza, uno de los cuatro desaparecidos, lo que ha significado que los esfuerzos que estas familias han emprendido no son en vano, generando los ánimos suficientes para encontrar a los otros tres desaparecidos.
A pesar que en el desarrollo de las labores de exhumación se presentaron algunos impases como algunos incumplimientos a los compromisos adquiridos por la Policía Nacional quien desconoció los protocolos de protección de los funcionarios que acompañaron la diligencia. Este primer paso donde se logró la exhumación de uno de los cuerpos de los cuatro desaparecidos permite resaltar el proceso de transformación en la historia de vida familiar de las víctimas de este caso, así se va asumiendo de una manera distinta la ausencia forzada de sus seres queridos, existe la certeza que se está a un paso de encontrar a los faltantes y poder hacer realidad el reencuentro con ellos, dignificando su existencia.
Los entes institucionales que se comprometieron responsable y decididamente en la diligencia de exhumación son una expresión de la transformación de realidades, nuevos discursos, compromisos que se plasman más allá de una orden explícita de cumplimiento, que implican un nuevo sentir, un nuevo pensamiento por un acto de humanidad.
Esta diligencia genera esperanza, es posible encontrarse, unirse a pesar de los disensos y generar otros niveles de confianza entre la institucionalidad con la población civil.
Lo humano debe anteponerse a los egos, a la soberbia, arrogancia y prepotencia en un país y sociedad que buscan transformarse y construir verdaderos caminos de Paz.
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.