Estamos Jodidos
Hay el temor de que a ‘Don Mario’ lo extraditen antes de que pague por sus crímenes en el país y sin contarle a la Fiscalía cuáles eran sus amigos en el Estado.
No quisiera aguar la fiesta ni demeritar en lo mínimo el éxito que se apuntó el general Naranjo con la captura de ‘Don Mario’, el capo de tuti cappi, quien en tan solo cuatro años, logró amasar un poder desde la ilegalidad comparable al que los Castaño forjaron a lo largo de 20 años de terror. Pero me temo que su captura no sólo es un triunfo de las fuerzas del orden sobre el bajo mundo del narcoparamilitarismo.
También es la prueba fehaciente de que el certificado de defunción que le expidió al paramilitarismo hace tres años el entonces comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo -¿se acuerdan, cuando le anunció al país que el paramilitarismo se había acabado- es tan falso como el de ‘Raúl Reyes’, cuyo cadáver parece tener cada día más vida propia: ha ido del timbo al tambo como pocos muertos lo hacen y todavía no aparece, aunque ya -¡hélas!-, la Policía dijo que lo había enterrado en un sitio secreto. Como van las cosas puede terminar votando en el referendo reeleccionista, ingresando así al selecto grupo de los muertos que votan.
Por donde se le mire, el ascenso vertiginoso de un capo como ‘Don Mario’ confirma no sólo que el narcoparamilitarismo sigue vivito y coleando, sino que, para nuestro pesar, las estructuras de poder que lo sustentan siguen gozando de muy buena salud. No de otra forma se explica que en menos de cuatro años un soldado raso de Vicente Castaño hubiera logrado convertirse en el amo y señor del norte del país -su imperio, dicen, iba desde el Urabá hasta La Guajira-, ni que hubiera conseguido imponer su poder en Antioquia hasta llegar a defenestrar a la organización de ‘Don Berna’ y asentarse en la ciudad de Medellín -en el año 2008, según Medicina Legal, la tasa de homicidios en la capital paisa fue del 45 por ciento-, ni que hubiera logrado extender su dominio hasta los Llanos y Bogotá, gracias a los nexos que siempre tuvo con los herederos de Miguel Arroyave.
Pero no sólo con ‘Don Mario’ la premisa de que en Colombia se acabó el narcoparamilitarismo se derrumba. Sucede lo mismo con la tesis de que las bandas emergentes son sólo organizaciones de narcotraficantes que ya no matan a nadie por sus credos políticos, como nos lo ha dicho más de una vez este gobierno. ‘Don Mario’ montó una poderosa estructura nacional del terror dedicada a intimidar y aterrorizar a los colombianos. Muchos de los panfletos que han inundado el país en este último año en los que se amenaza a los trabajadores de los derechos humanos, a homosexuales y se anuncian limpiezas sociales, provenían de las Autodefensas Gaitanistas, una mampara creada por ‘Don Mario’ que alcanzó a tener 12 frentes en todo el país y que le permitió extender sus redes de narcotráfico a la par con las del terror.
Otro dato preocupante es el hecho de que la mayoría de las huestes de ‘Don Mario’ sean hombres desmovilizados de las AUC o de la guerrilla del EPL. Esta realidad confirma la tremenda debilidad de la política de desmovilización implementada por este gobierno y por el ex alcalde Fajardo en Medellín, así él insista en mostrarla como su joya de la corona. Si cada vez es mayor el número de desmovilizados de las AUC -valga decir que afortunadamente en el caso de los desmovilizados de las Farc ese fenómeno no se da- que se están yendo de nuevo a la guerra, esa política ha sido un fracaso.
Pero también hay otro temor: el de que a ‘Don Mario’ lo extraditen antes de que pague por los crímenes cometidos en el país y se vaya como se van todos, sin contarle a la Fiscalía cuáles eran sus amigos en el Estado, aquellos que le permitieron crecer como espuma en tan solo cuatro años. Y el tal ‘Don Mario’ nos debe muchos secretos en ese sentido. Sobre todo en lo que tiene que ver con sus relaciones con el ex fiscal Guillermo Valencia Cossio, hermano del Ministro del Interior. ¿Nos contará cómo se hicieron amigos y a cuántos narcos, además del ‘Indio’, ayudó el ex fiscal Valencia desde su puesto para evadir el peso de la justicia? ¿Cuáles eran los políticos y las personalidades que estaban en su nómina? ¿Será que lo van a extraditar antes de que nos lo cuente?
Por último, están las víctimas, que poco cuentan a la hora de la verdad, pero que son las que más sufren. Según el propio ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, a ‘Don Mario’ se le responsabiliza de por lo menos 3.000 asesinatos de colombianos. ¿Será que las víctimas colombianas valen menos que 100 kilos de cocaína?
Mientras que las estructuras de poder del narcoparamilitarismo no se desmonten, seguiremos teniendo una procesión de ‘Dones’ -‘Don Pablo’, ‘Don Berna’, ‘Don Mario’…-, quienes se sucederán tras haber impuesto su reinado del terror. Y si encima de eso el gobierno insiste en que el paramilitarismo se acabó, estamos jodidos.
http://www.semana.com/noticias-opinion/estamos-jodidos/122993.aspx