Esas miraditas

Me acuerdo mucho de la mirada de Juan Pablo II, ya en sus últimos días, cuando lo asomaban a una ventana para que lo vieran los fieles desde la plaza de San Pedro, tremendamente hinchado, sostenido por detrás por unos ayudantes adustos y titiriteros, para que no se volara como un balón de helio por los cielos romanos, y tenía esa miradita ida, infinita. Mirada que ya no era de este mundo.


Ahora con el papa Ratzinger pasa lo mismo, tiene esa miradita. Y la prueba es que no está entendiendo nada de nada.

Cómo va a ser que en el primer viaje como Papa a África, continente que tiene los mayores niveles de sida en el mundo, es decir, el 70% de toda la humanidad, y de pobreza, llega a decir que el condón agrava el problema, emulando al cardenal colombiano López Trujillo, que en paz descanse y que se quede descansando. Obviamente, todas las organizaciones científicas, médicas, humanitarias, El Fondo Mundial de la Lucha contra el Sida y la gente sensata, quedaron timbrados por semejante barbaridad. Barbaridad grave, bordeando en la raya de la injusticia contra la humanidad. Muchos años y muchas dificultades culturales, políticas y sanitarias les ha tocado a todas estas organizaciones, tratando de lograr que se use el condón en África, y viene Ratzinger con eso; pero, claro, tiene esa miradita.

Además les llamó la atención a los obispos católicos de África por las celebraciones alegres de la eucaristía, desechando que hay culturas con expresiones diferentes a la de la Santa Inquisición. ¿No es mejor para la Iglesia que tribus africanas bailen al son del Kyrie? Lo que no es claro es qué tan bueno sea para ellas.

Son muchos hechos acumulados: la Iglesia le había levantado la excomunión al sacerdote inglés, Williamson, que negó la existencia del Holocausto nazi y el uso de las cámaras de gases. Y Ratzinger se quedó callado hasta que se le armó la debacle… la miradita. Recientemente excomulgaron a una madre en Brasil que rogaba por un aborto a su hija de nueve años, violada por su padrastro; y así, muchas cosas graves, tan graves como la pedofilia de los curas, que ha sido una constante no castigada dentro de la Iglesia.

Pero quién está detrás de todo esto. Deben ser los titiriteros del Papa, porque él, con esa miradita, ya no. Será que estos curas cínicos y aburridos quieren provocar un nuevo cisma dentro de la Iglesia, a ver si pasa algo; porque ir contra la vida de esa manera tan arbitraria e ilógica y aberrante está haciendo que la gente se aleje repugnada, o que opte por rezarle directamente a Dios o, también, que se vaya a las iglesias cristianas, o a la cienciología, o al budismo, o a donde el indio amazónico.

Me pregunto qué pasaría si en África, donde mueren más de 6.500 personas diarias —mujeres y niños también— por sida, aumentara la mortalidad al doble o al triple, después de lo que dijo el Papa. ¿Se podría llevar a Ratzinger a la Corte Penal Internacional por crimen de lesa humanidad? Pero eso no va a pasar.

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