Enfrentamientos armados y operaciones paramilitares
El pasado 17 de mayo a menos de un kilometro del poblado de Vijao Cacarica, se produjeron enfrentamientos armados entre integrantes de la guerrilla de las FARC y de la brigada 17.
El pasado viernes en continuidad del control paramilitar desde Turbo hasta Río Sucio por el río Atrato, en Tumaradó, límites con Cacarica una embarcación que usan los afrocolombianos e indígenas de Cacarica para el ingreso de bienes de supervivencia y otros servicios civiles fue obligada a permanecer en ese lugar. Los paramilitares saquearon los bienes que se transportaban hacia el Cacarica.
Las operaciones paramilitares de control continúan desarrollándose en el punto conocido como La Larga y a las afueras del municipio de Riosucio. A los civiles que les han detenido, les han hurtado bienes de pan coger, botas, machetes, comida, argumentando que ellos deben enfrentar a la guerrilla de las FARC.
Los paramilitares manifiestan que la presencia del frente 57 sobre la frontera con Panamá y el pacífico es responsabilidad de las comunidades y por eso deben actuar contra estas. A algunas de las personas que han retenido y les han hurtado les han manifestado que ellos están para asegurar el progreso, las carreteras y la interconexión eléctrica y no por eso son enemigos del medio ambiente.
Desde 1996 en Tumaradó y los puntos de acceso a Cacarica y el municipio de Río Sucio en desarrollo de la estrategia paramilitar se han instalado retenes permanentes. A pesar de las permanentes y sistemáticas denuncias, de quiénes se han atrevido a develar las operaciones de control arbitrario sobre pobladores y bienes, las fuerzas militares indican que las denuncias son genéricas, son falsas y sostienen que tienen control sobre el Atrato.
De acuerdo con la información recibida las operaciones paramilitares de control son coordinada desde Necoclí en conexión con Unguía, Riosucio, Turbo, Apartadó y Mutatá y cuentan con el apoyo de estructuras de la fuerza pública.
El enquistamiento de la lógica y de las estructuras de operación militar no se han desestructurado . A pesar de tantos artigulios, como la supuesta desmovilización, y el que estamos en una fase de operaciones criminales narcotraficantes, lo que develan las actuaciones contra los afrocolombianos e indígenas, es que se trata de unas renovadas estructuras paramilitares
Bogotá, D.C. mayo 20 de 2012
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz