En Nuestro Nombre No
14 de noviembre de 2019
“Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas:
¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?
Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer,
sino que ha llegado su fin. Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;
pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
Marcos 3: 20-29
Amadas hermanas y hermanos de las Iglesias de Bolivia Amigas y amigos de las Redes Ecuménicas
Mujeres y hombres de buena voluntad en todas las latitudes:
Gracia y paz con justicia.
En tiempos del opresivo Imperio Romano Jesús predicaba un reino nuevo marcado por la justicia y la paz; anunciaba la salvación de las personas empobrecidas y la posibilidad de una vida nueva para todos y todas, en especial para quienes sufren. Jesús daba de comer a multitudes hambrientas, sanaba enfermedades, liberaba a las personas cautivas y oprimidas y proclamaba las bienaventuranzas de Dios para quienes sufrían persecución por buscar la paz y la justicia.
Sin embargo los escribas -supuestos expertos autorizados en la interpretación de las leyes de Dios- al ver cómo Jesús liberaba la vida de personas oprimidas, pensaban que las palabras y acciones de Jesús eran obras del demonio. Los escribas y maestros de la ley no podían tolerar nada que significara alterar el orden establecido, el statu quo, que para unos representaba un orden de privilegios, mientras que para las mayorías era un orden de opresión. A tales “expertos en Dios” Jesús les señala su pecado, que es el de la blasfemia contra el Espíritu Santo (que siempre es espíritu de liberación y de buen vivir) toda vez que los escribas cuestionan la acción liberadora de Dios en la vida de las personas sufrientes. Los escribas desde su autoridad, prestigio y palabras influyentes, cuestionaban la liberación de los oprimidos que Jesús realizaba ante ellos, catalogándola como cosa del demonio. de Satanás o Beelzebú.
Jesús afirma que tal planteo es blasfemo -¡imperdonable!- ya que ofende a Dios cuando “en su nombre” pretende legitimar la opresión de seres humanos justificando su situación como voluntad divina. Afirmar, sugerir o justificar que algunas personas sean oprimidos/as “porque lo merecen” o porque esos son “los planes de Dios” para ellos/ ellas; esta es una blasfemia que se ha usado más de una vez para legitimar injusticias con consideraciones de raza, nivel social, origen, nacionalidad, género u otras características a la que los poderosos definen -en nombre de Dios- como inferior, de nulo valor, prescindible.
Y a esto decimos: en nuestro nombre no. Porque no puede usarse a Dios, ni a la Biblia, para justificar agendas sectarias alejadas del espíritu de Jesús proponiendo en su nombre odios, violencias, estigmatización y persecución de las persona que piensan la realidad y apoyan proyectos de vida de modo diferente a los que se sostienen desde el poder. De estos tipos de encuadre, lenguajes y prácticas opresivas -que se están imponiendo en muchos de nuestros países con agendas seudo evangélicas o “cristianas”- nos declaramos ateos y decimos: en nuestro nombre no, porque tales afirmaciones en sí mismas son una blasfemia contra el Espíritu que guió a Jesús y que debiera ser visible en quienes queremos seguir sus enseñanzas de amor, solidaridad, inclusión, perdón.
A la vez creemos que el intento de legitimación de posturas político partidistas en nombre de Dios, además de impropio y muy peligroso, es contrario al mandamiento que advierte sobre no tomar el nombre de Dios en vano. Por esto reiteramos, en nuestro nombre no, porque quienes así actúan -aún cuando vengan con la Biblia bajo el brazo como los escribas- lo hacen con toda una intencionalidad de mantener la opresión lo cual va contra los designios de Dios. Tales agendas buscan -para decirlo con el lenguaje del evangelio- dividir el reino para poder destronar al hombre fuerte, para atacar su casa y entonces lograr su verdadero fin, que es saquear sus bienes y su casa, como bien lo expresa el texto del Evangelio de Marcos 3: 20-29. Algo de esto percibimos en las situaciones que estamos viendo en nuestro continente. Se generan crisis en los países, pero las mismas tienen su origen en otras latitudes desde donde se está dando una batalla sin cuartel para ver quién se queda en posesión de esas “casas” (oikos en griego) que tiene tantos bienes para saquear: litio, petróleo, gas, minerales, bosques, agua, según el caso de cada uno de los países en “crisis” en nuestro continente.
La gente quiere poder vivir una vida mejor, pero quienes manipulan el poder y manejan los medios de comunicación, polarizan la sociedad, dividen la casa, y no miran el lado humano de la situación, porque solo están enfocados en la perpetuación de sus privilegios de todo tipo, en especial económicos. Sin embargo la economía (oiko-nomía en griego) debiera tratarse de la administración y el uso de los recursos para que, en la casa común que habitamos (oiko-umene), todos tengan vida digna. El pecado, la avaricia y el amor a lo material más que a Dios y al ser humano desvirtúan esta realidad de vida buena que Jesús propuso cuando habló del Reino nuevo.
Por esto, desde el Consejo Latinoamericano de Iglesias-CLAI seguimos con mucha preocupación los eventos desarrollados en Bolivia hace un tiempo y luego del Golpe de Estado que se concretó estos días, el cual rechazamos enfáticamente. La paz con justicia no llegará de la mano de la violencia, la opresión, el saqueo de los bienes del país, o por la ruptura del orden constitucional, sino desde la plena inclusión y el fortalecimiento democrático.
Por tanto, nosotros/as que seguimos a un Dios que hizo casa en medio nuestro, continuaremos solidarios con las personas empobrecidas, con las poblaciones vulneradas en sus derechos, con todos aquellos/as que son perseguidos u oprimidos con violencia. Continuaremos comprometidos en la defensa y fortalecimiento de la democracia, limpia y transparente, por lo cual pedimos a Dios por paz para Bolivia y para todo el continente, pero paz con justicia, sin saqueos y sin retrocesos en los derechos de quienes más sufren, quienes por siglos siempre han sido los mismos sectores. Y a quienes tienen poder y autoridad, sométanse a los criterios de amor, justicia y servicio que Jesús nos enseñó, en especial procurando vida plena para las personas más débiles y aquellas que están en otra orilla. Así nos ayude Dios.
En el Espíritu de Jesús,
Rvdo. Jorge Daniel Zijlstra Arduin
Consejo Latinoamericano de Iglesias-CLAI