El reino de la godarria

Por: Ramiro Bejarano Guzmán

Era obvio que la Iglesia Católica no iba a desaprovechar los ocho años de canonjías que les dispensó Uribe. Desde entonces promovieron una cruzada para reformar la Constitución del 91 y volver confesional el Estado, la cual arrancó restableciendo el estudio obligatorio de la educación religiosa en los colegios públicos. Eso en una nación de mayoría católica, supone imponer el estudio del culto católico, como en efecto está ocurriendo.


Ni el Partido Liberal, ni el Polo, ni los librepensadores, protestaron por esa reforma que sepultó el principio de la libertad de cultos. Por el contrario, senadores de esos partidos y hasta el excandidato Horacio Serpa, se fueron de bruces apoyando la candidatura de Alejandro Ordóñez a procurador, quien tampoco ha desaprovechado el cuarto de hora, para imponer su fe.

A propósito, tal es el encono de la actual Procuraduría, que la delegada en Asuntos de Familia, Ilva Myriam Hoyos, conspicua servidora del Opus Dei, abusa con sutileza del poder de vigilancia ante varias entidades públicas, a las cuales pide informes sobre las medidas adoptadas frente a organizaciones privadas que atienden programas de fecundación o que practican legalmente el aborto. Una llamada telefónica suya a un servidor público preguntando si ha iniciado o no acciones contra una determinada entidad, además de constituir una incitación a promover investigaciones, es lo más parecido a una amenaza.

Lo que está por pasar en esta legislatura es la estocada final a la tolerancia y al respeto institucional, pues los godos todos, incluidos aquellos que hoy ofician como miembros del Partido de la U o de Cambio Radical, han puesto en marcha una estrategia siniestra para que en nombre de su fe se cercenen derechos a las parejas homosexuales y a las mujeres que tengan que enfrentar la dura prueba del aborto, todo para contrarrestar doctrinas libertarias de la Corte Constitucional.