El referendo no la tiene fácil

Son varios los obstáculos que enfrenta el referendo reeleccionista, aun si ha sido aprobado por el Senado que constituye su primera caída de legitimidad, por los cínicos procedimientos empleados y por quienes constituyen las mayorías uribistas.


Congresistas que reemplazan políticos confabulados con el paramilitarismo, y que cuentan con 800 votos, no son precisamente la voz del pueblo.

Muchos ciudadanos que simpatizan todavía con Uribe sienten una preocupación creciente por la lumpenización de la política que despliegan los pilotos de su proyecto, José Obdulio Gaviria y Luis Carlos Restrepo; entienden que un tercer período de Uribe es muy malo para la democracia y para el presidente. Consideran que debe abandonar su voraz ambición, por su propio bien.

 El proceso que debe culminar hacia fines de noviembre va en cabeza de un Uribe desgastado que enfrenta una profunda recesión económica que no sabe cómo ni quiere enfrentar. Las encuestas señalan que los ciudadanos toman como dada la seguridad democrática, pero que aumenta su preocupación por el empleo. Hay muchas quejas sobre el deterioro de la seguridad ciudadana; al parecer, los recursos se van a combatir la insurgencia y la policía se ve a gatas para combatir el crimen en las ciudades.

Hay dos eventos significativos que han disminuido la capacidad de movilización electoral del Presidente. El primero es la extradición de 15 jefes del paramilitarismo que ha socavado una organización político-militar que podía forzar a millones de electores con dinero e intimidación. Se trataba de un ente centralizado, hoy repartido entre las llamadas bandas emergentes que carecen de un horizonte político y que están trabadas en una competencia armada entre ellas. Si Mancuso llegó a decir que ponía más de un tercio del Congreso, algo que los procesos penales de la Corte Suprema confirma, en la actualidad será difícil que el uribismo logre una reorganización de esas huestes. Algo puede contrarrestar lo anterior el fortalecimiento de Familias en Acción y de los programas de Sisbén.

El segundo evento que le restó una amplia población que simpatizaba con el Presidente ha sido el colapso del DMG. No sólo en el sur del país, en los departamentos más pobres del país, sino en la propia Bogotá, más de medio millón de familias culpan de la pérdida de sus ahorros al Presidente. Es que la estrategia mesiánica tiene su costo: la gente percibe que el responsable de las dádivas puede ser el mismo que causa sus desgracias.

Otros hechos lamentables que enturbian el prestigio del Presidente son el enriquecimiento de su familia que se inicia con las dudas que siembra el nuevo puente sobre el río Sinú que valorizaba su finca, El Ubérrimo. Esta percepción se agrava con los negocios de Tomás y Jerónimo Uribe que recurren a decisiones públicas para apropiar plusvalías. No tan lejanos de su persona están las presuntas asociaciones de su primo Mario Uribe con paras y las del hermano del Ministro del Interior. Por último, utilizar el DAS para espiar la competencia electoral del Presidente, a magistrados juzgando a sus asociados y a periodistas críticos ya debió causar la caída de un régimen evidentemente autocrático hace ratos.

El referendo debe alcanzar el umbral de los 7.4 millones de votos. Contra él, se está forjando una alianza de políticos probos a favor de restaurar la democracia en Colombia, gravemente lesionada por el crimen organizado y la politiquería. ¿Será que lo logra?

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