El país de las maravillas el estado de indignación
Reviso el correo electrónico, crecido por estos días. No hace falta análisis de contenido para detectar que el término más usado en todas sus tipologías es indignación.
Lo mismo viene sucediendo con inusitada frecuencia en foros de internet, mesas redondas, columnas y conversaciones informales.
En medio de la polarización por la forma de gobernar del presidente Uribe, el enfado vehemente y recurrente de los ciudadanos más que con ideas políticas está relacionado con hechos concretos.
Bástenos referir los temas más citados esta semana por quienes escriben con nombre propio o bajo seudónimo, como causa de su enojo:
Las revelaciones del senador Robledo de 45 financiadores que aportaron $549 millones a la campaña de Uribe y recibieron beneficios de Agro Ingreso Seguro por $33.497 millones.
El respaldo irrestricto del Presidente, a pesar de las evidencias, a los dos últimos titulares en la cartera de Agricultura.
El acoso del primer mandatario, con irrupción nocturna televisada y remate sabatino en consejo comunitario, a la Corte Suprema por negarse a aceptar la terna, a todas luces inviable.
El montaje de que magistrados están vetando columnistas.
El escándalo por el uso de helicópteros militares para visitar Caño Cristales por parte de los hijos del ministro Valencia Cossio.
La participación indebida del ex ministro Arias en un consejo comunitario y en una reunión del sector agrario dizque para defenderse.
La negativa del Ejecutivo para que el Congreso discuta el acuerdo de bases norteamericanas en Colombia y que el Pentágono ve, según Semana, como oportunidad para enfrentar la amenaza de gobiernos antiestadounidenses. Seremos arietes en una guerra ajena.
La sospecha por la cercanía al Gobierno de la Sala Disciplinaria del Consejo de la Judicatura, que enfrenta también a la Corte Suprema.
Esa larga lista y la certeza ciudadana de absoluta impunidad, explican que hayamos pasado tan rápido del estado de opinión al de indignación.
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