El Nuevo Papa

PERE CASALDÀLIGA
OBISPO EMÉRITO DE SAO FÉLIX DO ARAGUAIA
MÁS ALLÁ DE UN PAPA
• De Ratzinger no esperamos grandes cambios, pero el resto de la Iglesia hará su camino

Me están preguntando muchos si ha sido una sorpresa la elección de Joseph Ratzinger. Sorpresa, sorpresa, no, estando como estaba en la lista de los posibles papas, por una razón muy sencilla: la mayor parte de los cardenales fueron nombrados por Juan Pablo II, lo que significa que eran de su hechura, o sea, conservadores. Ahora existía la posibilidad de que se nombrara un papa italiano, y otros subrayaban como posible el nombramiento de un papa del Tercer Mundo. Parece que ha prevalecido el criterio de la continuidad, de firmar la identidad de la Iglesia católica.


Para eso, Ratzinger era una figura tallada como teólogo, como brazo derecho teológico de Juan Pablo II. Lo que, sin embargo, llama la atención es que el propio Ratzinger había pedido un papa pastor, y propiamente él no ha tenido ese pastoreo, porque ha sido más bien un hombre de cátedra. También se ha mostrado Ratzinger, en parte por su tradición teológica agustiniana, pesimista frente al mundo. Su homilía en la misa de apertura del cónclave, el pasado lunes, fue un poco dramática delante de las tinieblas que percibía en la humanidad. Yo, incluso con un poco de humor fraterno, me permitía pensar que Jesús le corregía a él y nos corregía a todos. Porque en un momento en que la barca de Pedro se hundía, Jesús le reprochó a los apóstoles la falta de fe, el miedo: “No tengáis miedo”. Yo pienso que si hay mucha desgracia en el mundo, mucha miseria, mucha violencia, lo que el mundo necesita es una gran palabra de esperanza, de compasión y de ternura que nos haga sentir la misma ternura de Dios.
Evidentemente, siendo realistas no podemos esperar cambios significativos. Será continuidad, pero sin el carisma mediático que tenía y desarrolló Juan Pablo II. De todos modos, hay que reconocer que Ratzinger es un intelectual que se comunica en 10 idiomas y conoce bastante bien la cultura moderna. Lo demás lo tiene que ir haciendo el resto de la Iglesia, que es la mayoría, y sobre todo el Espíritu del Resucitado, que continúa repitiéndonos: “No tengáis miedo gentes de poca fe”.
A nivel más personal, yo he tenido contactos con Ratzinger cuando fui llamado a Roma porque me negaba a la visita ad limina. Me hizo reproches, en una especie de juicio fraterno, sobre la teología de la liberación, la misa de la causa indígena, la misa de la causa negra, mis viajes de solidaridad a Centroamérica y la proyección cultural que hacemos en nuestra pastoral y con nuestra liturgia. Hubo un momento incluso de humor en la discusión. Yo había escrito en Nicaragua que era necesario convertirse cada uno, convertir a la Iglesia y convertir al mundo. Cuando terminábamos el juicio, yo sugerí: “Vamos a rezar un padrenuestro juntos ahora”. Y Ratzinger, con un poco de ironía maliciosa, me preguntó: “¿Para que se convierta la Iglesia?”. Yo contesté: “Sí, también para que se convierta la Iglesia”. Y continúo pensando que todos nosotros nos tenemos que convertir.
Recuerdo ahora lo que dije en aquella ocasión. El Espíritu Santo tiene dos alas: el ala derecha, que es más de la contemplación, la intimidad y la ortodoxia, y el ala izquierda, que es más de la profecía y del compromiso de la liberación. Hay que salvar las dos alas del Espíritu Santo para que no vuele manco. Porque la Iglesia es más que un papa, y el Reino de Dios, más que la Iglesia


+ SAMUEL RUIZ GARCÍA Patricio Sanz No. 449
Col. Del Valle
Obispo Emérito C.P. 03100, México, D.F.
De San Cristóbal de Las Casas. Tel/Fax 55 23 95 82
Chiapas, México
Dalia No. 14
Fraccionamiento Orquídeas
C.P. 76190 Querétaro, Qro.

COMUNICADO DE PRENSA

Ante la elección del Papa realizada el pasado martes 19 de abril del presente año de Joseph Cardenal Ratzinger como el sucesor de Pedro, nos adherimos a la decisión del Colegio Cardenalicio reconociendo que ésta ha sido impulsada, no por afanes políticos ni presiones internacionales, sino por el propio Espíritu de Jesús que reside en la Iglesia.

Este acontecimiento nos da la oportunidad de, una vez más, reiterar nuestra comunión con la Iglesia expresada universalmente en la unidad de la diversidad y en la gran riqueza del Pueblo de Dios. Afirmamos nuestra inquebrantable fidelidad al Evangelio y las enseñanzas de Jesús, el Hijo de Dios. Hemos hecho propias en nuestra vida y trabajo pastoral las grandes directrices de la Iglesia, fundamentalmente las emitidas por el Concilio Vaticano II, donde tuvimos la Gracia de participar.

Reconocemos los grandes desafíos que tiene la Iglesia, Pueblo de Dios con su jerarquía, ante el mundo y la urgencia de su testimonio y pertinente respuesta. Estamos convencidos que la Iglesia tiene como tarea primordial el ser factor de paz y de justicia en un mundo desgarrado por la violencia y el odio. Nos preocupan de manera acuciante las grandes desigualdades sociales que genera el sistema económico y político egoísta y anti-evangélico, como lo han señalado los papas a lo largo de las últimas décadas. La paz auténtica y evangélica, como lo reiteró incansablemente Juan Pablo II, es fruto de la justicia y del respeto a todos los derechos humanos de todas las personas.

Nos toca a todos los bautizados trabajar por los valores evangélicos presentados por Jesucristo, nuestro Maestro, y es parte de esta misma corresponsabilidad el darles concreción en las diversas realidades donde nos desempeñemos; contando con las enseñanzas plasmadas en las Sagradas Escrituras, el Magisterio de la Iglesia en toda su dimensión y la riqueza inagotable que nos otorga el Espíritu Santo en la diversidad de culturas y en la reflexión humana.

Juan Pablo II nos deja un legado muy valioso de humanidad y de fe, que nos impulsa a continuar y a seguir su ejemplo, reconociendo nuestros yerros e intolerancias, sobre todo ante las otras confesiones religiosas, o ante otras denominaciones cristianas.

Seguiremos trabajando, con un espíritu renovado, como lo ha dicho en su momento el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, por la instauración del Reino de Dios.

+ Samuel Ruiz García
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Querétaro, Querétaro, a 20 de Abril de 2005