El delicado asunto del cese de fuego y hostilidades en el actual proceso

Iniciada la segunda etapa del proceso de diálogos y negociaciones entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC, el delicado asunto de negociar en medio de las hostilidades se ha prestado para diversas consideraciones y fue objeto de la jornada en Oslo donde las FARC volvió a plantear su interés en que se acuerde un cese bilateral de fuego, pero ¿las otras hostilidades? y el jefe negociador de la delegación de Gobierno Humberto De la Calle, se reafirmó en que éste punto no será posible, lo cual tuvo como respuesta una contundente frase, por parte de Rodrigo Granda, del equipo de las FARC: “Cuántos muertos más necesita el Gobierno colombiano”.

El asunto de dialogar y negociar sin tiros ni hostilidades ha sido recurrente desde cuando se inició este largo proceso de intentar cerrar el levantamiento armado, apelando a la construcción de un acuerdo: fue motivo de una tregua pactada con las FARC y el gobierno del presidente Belisario Betancur, en mayo de 1984, y que nunca contó con una adecuada verificación, de tal modo que mutuamente las partes se recriminaron su incumplimiento hasta que se dio por terminada en agosto de 1987, luego que las FARC, aduciendo actuar en defensa ante reiterados ataques, emboscó a una caravana del Batallón Cazadores, en San Vicente del Caguán, causándole cerca de 20 bajas al Ejército Nacional y siendo el fin de una tregua que hasta el día de hoy no tenemos claridad de si se cumplió de manera estricta o fue parcial y quién y por qué razones se transgredió, lo cierto es que al no contar con una verificación imparcial, idónea y profesional, el supuesto incumplimiento por las partes: Ejército Nacional y FARC, se fue creando un ambiente de mutuas desconfianzas y crispando el ambiente político.

Pactar el cese del fuego y de todas las hostilidades: sabotaje a la infraestructura, reclutamiento de menores, utilización indiscriminada de artefactos explosivos, de parte y parte, confinamiento y desplazamiento de la población civil, atentados a personas y bienes civiles, utilización de la violencia sexual, por mencionar algunas modalidades de violación a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario, todo lo anterior es lo deseable, como deseable es el fin del conflicto armado con todas sus expresiones de fuerza y violencia, pero una cosa es el deseo y una muy diferente lograr que ése deseo se vuelva realidad.

Las FARC ha dicho que prefieren adelantar este proceso de diálogos y negociaciones con un cese bilateral de fuego pactado y el Gobierno que no, las razones por las cuales cada uno se afinca en su posición y no han sido detalladas quizás las FARC, en voz de algunos de sus voceros, han manifestado de manera general su postura y es que prefieren un diálogo con cese del fuego, aducen que esto sería lo más conveniente, de parte del Gobierno la postura del no estar interesados en pactar un cese del fuego no ha sido sustentada.

Uno podría interpretar el interés de las FARC en un cese del fuego como una prueba más de su seriedad y compromiso con aplicarse a construir un acuerdo político para salir de la guerra y su convicción de que no vale la pena arriesgar más vidas, si ya está concentrada en la variable negociación de ahí la medida de descartar la variable confrontación violenta, esta tesis, puede ser refutada argumentando que las FARC utilizarían la tregua para ganar nuevas energías, lo cual no es descartable y estaría en su derecho en tanto organización militar; esto nos lleva al callejón de si creer o no creer en la voluntad de lograr un acuerdo por parte de las FARC o si esto nuevamente son juegos para ganar un aire. La voluntad de las partes está por verse en un proceso que se ha definido como discreto, reservado y donde se espera que tanto Gobierno como FARC, se apliquen a construir fórmulas de entendimiento sobre la agenda acordada.

De parte del Gobierno, las razones para no entrarle ahora, a la fórmula de cese de fuego, puede estar en un triángulo conformado por una arista de no maniatar a las Fuerzas Armadas y quizás seguir en el intento de debilitar a las guerrillas, la dificultad de lograr una verificación de un cese del fuego lo cual implicaría una misión internacional para lograr credibilidad y la variable de opinión política. El Gobierno valora que mantener la negociación sin cese del fuego debilita los argumentos políticos de quienes se oponen al proceso.

Las FARC, tiene la alternativa, en sus manos, de decretar un cese del fuego de manera unilateral lo cual colocaría al Gobierno en el reto de cómo responder, sin duda sería una magistral jugada política por parte de la guerrilla que debería ser respondida con igual reciprocidad por parte del Gobierno. Las FARC no son de un formato flexible y no es previsible que opte por acciones unilaterales –espero equivocarme- siempre ha estado centrada en una lógica de bilateralidad, de hecho la larga agonía de los militares y policías en su poder, así lo mostró y sólo muy al final inició su liberación, abandonando la fórmula de acuerdo humanitario.

Algunas voces han terciado en el debate, Vicenc Fisas ha manifestado sobre el tema: “Nos vamos a ahorrar muchas vidas y eso es lo importante. Es un error dejar el cese del fuego para el final; con él se construye confianza y se conduce más fácil la negociación”, León Valencia en su última columna en la Revista Semana, expresó: “Pero, oyendo y oyendo la idea, se me ocurrió que si para ellos es tan importante este punto podrían declarar un cese unilateral de hostilidades y con esa decisión obligarían al Gobierno a repensar la idea de continuar la confrontación. Dejarían sin argumentos a Santos. Sería muy difícil que después de esta determinación audaz de las FARC, la Fuerza Pública persistiera en la ofensiva. La guerrilla se anotaría un punto precioso ante la opinión pública.”

Otra afirmación sobre el tema de cese del fuego la hace Carlos Franco, en un reciente estudio publicado por la Fundación Ideas para la Paz, sobre el tema global de verificaciones, asunto que será clave cuando se logre un acuerdo global, quienes serán garantes y verificadores de que lo pactado se cumpla, pero volviendo al punto, Carlos Franco, afirma: “El cese del fuego y las hostilidades es deseable, pero no necesariamente una condición para el inicio de un proceso de diálogo. La inexistencia de compromisos al respecto crea mayores desafíos al proceso, pero es posible adelantarlo en esas condiciones. Un proceso sin cese del fuego y de hostilidades tiene mayores posibilidades de éxito si se desarrolla en territorio extranjero o con baja visibilidad política, como lo demuestra la experiencia de El Salvador y Guatemala”.

Por ahora tenemos un proceso discreto en el extranjero y sin cese del fuego, lo cierto es que una muestra de madurez y compromiso es lograr el cese del fuego y de las hostilidades, pero ese momento aún no ha llegado.

[Edición N° 00326 – Semana del 26 de Octubre al 1º de Noviembre de 2012]

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