El asesinato de Facundo Cabral, Arena y el Crimen Organizado

En nuestra región centroamericana, donde la muerte campea por su respeto y ya no sorprende, el asesinato del internacionalmente conocido cantautor argentino, Facundo Cabral, ocurrido el 9 de julio de 2011, en Ciudad de Guatemala repercutió amplia y tristemente en sectores progresistas, intelectuales y de la cultura, para confirmar una vez más que nadie está a salvo.


Pasados ya seis meses del asesinato, y aunque pareciera olvidado, algunos periodistas persisten en la idea de sacar a la luz lo que se esconde detrás de ese asesinato, aun no suficientemente esclarecido.
Algunas pistas indican que bandas poderosas del crimen organizado con fuertes nexos con sectores políticos tradicionales de El Salvador estuvieron detrás del crimen y del silencio que sepultó una auténtica investigación.

Varias hipótesis sobre el móvil de este asesinato indicaban como objetivo principal al empresario nicaragüense, Henry Aquiles Fariña Fonseca, a tenor de la trayectoria de las balas que apuntan al lugar donde este estaba sentado.

El gobierno de Guatemala aseguró el 11 de julio que el blanco del ataque fue Fariña, dueño de clubes nocturnos en Centroamérica y promotor de espectáculos, que estaba siendo investigando por lavado de dinero y narcotráfico.

Se insiste en que el Cartel de Sinaloa mandó a asesinar al empresario nicaragüense Henry Fariña y que los sicarios no sabían que iba acompañado del cantautor argentino. El diario mexicano “Reforma” publicó, citando fuentes de la Agencia Internacional Anti Drogas de Estados Unidos (DEA), que Fariña presuntamente estaba vinculado con el Cartel de Sinaloa y que a través de sus negocios lavaba dinero del narcotráfico.

Detrás de los informes publicados

Según fuentes anónimas, por razones obvias, vinculadas a la casta militar del país, ha trascendido que militares y figuras públicas salvadoreñas habrían estado vinculadas al asesinato de Cabral.

Como pieza clave en la planificación y ejecución del atentado se señala al Contra Almirante, Marco Antonio Palacios Luna, ex oficial de la Marina, de la FAES, quien habría participado en la planificación y ejecución equívoca de Facundo Cabral, para lo cual sostuvo previamente una reunión con jefes de un Cartel Internacional, se asegura que el de Sinaloa, donde se definieron las condiciones y términos de la operación en Guatemala.

La operación estaba asegurada por algunos de sus sicarios, en particular por Ernesto Muyshondt, subordinado de Luna y miembro del COENA (Comité Ejecutivo Nacionalista) de Arena conocido también como Neto, y Luis Sanfeliu Alvarenga, otro de sus lugartenientes. Alvarenga comandaba el grupo que participaría directamente en el ataque y los comandados por Neto apoyarían la retirada y reingreso a El Salvador.

Se conoce que Palacios entrenado por Estados Unidos en tácticas contrainsurgentes y operaciones especiales de inteligencia, fue el apoyo principal de Alfredo Cristiani, – conocido como Don Freddy y ex Presidente salvadoreño – para dirigir los grupos encargados de la narco actividad en el territorio nacional.

Producto de esos contactos, Luna ganó notoriedad y respeto entre los principales grupos del crimen organizado que operan en el país centroamericano, al tiempo que informaba a la DEA sobre actividades de narcotráfico “toleradas” en el país, entre otras, las que involucraba a un nefasto personaje de la política salvadoreña, el diputado de ARENA, Roberto D´ Abuisson, con detalles significativos para sustentar un verdadero expediente digital.

Sin embargo, el objetivo no era cooperar con la DEA, sino acabar con la competencia que Roberto le estaba haciendo a Don Freddy en los tumbes de merca, control de territorios para la distribución, narco menudeo, sometimiento de pandillas, jefes policiales, fiscales y jueces.
Pero D´ Abuisson es un hueso duro de roer y con más sólidos contactos que Luna. Con mucha información comprometedora en mano movió sus relaciones en la DEA, la Fiscalía, la Policía Nacional Civil (PNC) y el caso no pasó a más, aunque ¨tales agravios¨ penden sobre varias cabezas de salvadoreños ilustres, entre otros sobre la de Alfredo Cristiani.

Otros servicios de sicariato que presto el Contra Almirante fue la ejecución en territorio nicaragüense, también en el 2011, de Salvador Parada Guzmán, conocido como TRUCK; ex capitán de la extinta Policía de Hacienda, vinculado con grupos de narcotráfico, rivales de Don Freddy, calificado además como traidor por facilitar información (lo cual es usual) a la Embajada de Estados Unidos y a otros grupos por tales motivos fue calificado como traidor.

Otro personaje público que participó en el crimen contra Cabral fue el actual alcalde de San Salvador, Norman Quijano, a quien se le atribuye el haber facilitado a Luna dos vehículos para la operación, con documentación y placas de guatemaltecas. Dichos autos llevaban las caletas con las armas que ingresaron a Guatemala. A cambio, Quijano recibió una fuerte suma de dinero, sobre la cual exigió un incremento dado que a tenor de los imprevistos ocurridos. Los vehículos ya de regreso a El Salvador, fueron hechos chatarra en un taller ubicado en la zona de la Colonia Layco.

Obviamente, la muerte de Cabral, en condiciones de extrema violencia, provocó una conmoción inusual. Cualquier otro cadáver no hubiera generado ese revuelo, pero Facundo Cabral si era figura. Las noticias señalaban la presunta participación de sicarios procedentes de El Salvador por lo que el operativo se mantuvo para ocultar evidencias y huellas y asegurar la retirada hacia el país de los hombres que habían logrado burlar al operativo guatemalteco. Al resto de los implicados, que habían quedado atrapados en la carretera a El Salvador, Ernesto Muyshondt -cumpliendo instrucciones de Luna- les indicó que se guardaran en una casa de seguridad, y esperaran para evitar una captura. Fue necesario no obstante, repartir dinero a funcionarios de Gobernación y la PNC de Guatemala para que el problema no pasara a más y no se concretaran nombres en un informe donde las autoridades guatemaltecas relacionaban a ciudadanos salvadoreños con el asesinato.

Según fuentes en Guatemala, las autoridades de ese país establecieron que los sicarios salvadoreños habían sido enviados por gentes importantes en El Salvador, asociadas al crimen organizado y con nexos políticos en un principal partido de oposición. No son otros que el Contra Almirante, Marco Antonio Palacios Luna y el Doctor Norman Noel Quijano, alcalde de la capital. Ambos se apoyaron mutuamente utilizando las estructuras y logísticas dispuestas para estas operaciones.

Finalmente las autoridades de Guatemala involucran al salvadoreño Gerardo Miguel Domínguez Flores, quien se hospedó en el mismo hotel que Facundo Cabral por esa fecha. Este individuo había viajado en dos ocasiones a Guatemala por turismo, en octubre del 2010 y en julio del 2011. Significativamente regresó de su último viaje el día sábado 9 de julio, a las 18:22 horas, por un punto fronterizo, Las Chimadas, entre Guatemala y El Salvador.

Es un hecho que los grupos que practican el crimen organizado controlan la mayoría del territorio nacional para el abastecimiento de drogas y armas.
Para tales actividades tienen sometidos a jefes de pandillas delincuenciales; han penetrado a las jefaturas de la PNC; funcionarios en fronteras e incluso a miembros de la Fuerza Armada (FAES), quienes le aportan la información necesaria para facilitar sus movimientos. Así controlan las principales rutas terrestres, marítimas y aéreas solos o en alianza con otros carteles internacionales y locales.

Un informe reciente da cuenta que el jefe de operaciones del Estado Mayor Conjunto (EMCFA), Coronel Eduardo Antonio Carballo Majano, quien a la vez participa en el Gabinete de Seguridad de la actual administración, mantiene vínculos directos con las estructuras mencionadas, a las cuales filtra la información clasificada a la que tiene acceso por sus funciones.

En las rutas marítimas, por medio del Contra Almirante Palacios Luna, cuentan con oficiales de la Marina de la FAES y del grupo naval de la PNC, para garantizar el tránsito de embarcaciones y lanchas rápidas que transportan mercancías ilícitas.

En abril de 2010, Alfredo Cristiany compró lo que llaman el MINI SUB, un sumergible utilizado por los carteles colombianos, dada su difícil detección. Don Freddy monitorea por satélite y en tiempo real el desplazamiento, la ruta e incluso el momento de la entrega de la mercancía. El MINI navega con frecuencia, generalmente de cada dos meses, rumbo al norte (Estados Unidos de Norteamérica) cargado de Coca. Es tan eficaz el aparato que burla los radares de la base de monitoreo que los Estados Unidos instalaron en el aeropuerto internacional de El Salvador, precisamente para tener control de cielo, mar y tierra y evitar el tránsito de estupefacientes hacia su país. Es tal la excelencia del aparato, que Roberto D Abuisson compró uno similar para sus envíos particulares.

Cuando un solo grupo no tiene capacidad para fulliar (llenar) el MINI SUB, se unen varios según capacidades en bodega y disponibilidades de droga. Se asegura que en el envío de octubre de 2011, Norman Quijano aspirante a la alcaldía de San Salvador y candidato presidencial para el período 2014-2019 aportó parte de la carga.

Investigadores en México le adjudican a Quijano alianza con los Zetas, cuyo cartel lo provee de droga y armas, a cambio de operaciones de sicariatos realizados por la estructura criminal del Alcalde, con la cobertura y movilización que le permiten los recursos a su disposición en la municipalidad. Para realizar tales ilícitos utiliza agentes metropolitanos y de la PNC seleccionados, así como camiones y locales de la alcaldía. Según fuentes directas, desarrolla todo tipo de actividades ilegales tales como narcotráfico, tráfico de armas de guerra, lavado de dinero, trata de personas, servicios de sicariato y contrabandos variados en mayor y menor escala.

Uno de sus jefes operativos, es Walter Danilo Arévalo Arroyo, alias el Pato, Concejal, encargado de los trabajos sucios en coordinación con Ernesto Muyshondt. El Coronel retirado, Sigifrido Ochoa Pérez, quien jugó un papel sanguinario en la guerra civil salvadoreña, también pertenece al grupo de Quijano.

Arena desestabiliza, subvierte, y se posesiona
Aprovechando las estructuras que poseen bajan órdenes de realizar masacres, asesinatos y desapariciones, dejando en evidencia de que ellos -los narco Arena- son los que ostentan el poder real.
Una fuente directa filtró información sobre la existencia de un plan en marcha organizado por los jefes del crimen organizado y a la vez dirigentes del partido Arena denominado “Plan asfixiar y sangrar, sin parar”.
De esta política de fuego deducen otras ganancias: el terror en la población al tiempo que generan una imagen de desgobierno y país fallido que redunde en beneficio de su agenda política, sin que salga a la luz, el profundo grado de responsabilidad que tienen los narco-arena con el desmadre, la inseguridad ciudadana y los que mueren día a día a consecuencia de las extorsiones, vínculos con las bandas alimentadas y sobre todo, triste e injustificadamente por error de plan o cálculo fallido como el caso de Cabral.