El amigo secreto
Aunque sea desinteresada la gestión de Tomás, no es presentable que el hijo del Presidente busque una asociación entre proponentes para una licitación pública.
En plena licitación de la Ruta del Sol, Tomás Uribe Moreno promovió una reunión en Panamá entre dos interesados en el multimillonario contrato que entregó el gobierno de su padre. La información que venía flotando desde hace días fue publicada esta semana por el periodista Gerardo Reyes, de El Nuevo Herald, de Miami.
Se basa en una entrevista del polémico contratista Miguel Nule en la que asegura, entre otras cosas, que el hijo del entonces Presidente los invitó a ir a Panamá a él y a su primo Guido para reunirse con André Rabello, representante de la multinacional brasileña de la construcción Odebrecht; Juan Eslava, quien según Nule era un delegado del gobierno panameño, y Leonardo Carreño, a quien identifica como un socio de los hermanos Uribe Moreno en Panamá.
Esta última persona, Leonardo Carreño, aparece en el registro público de Panamá como presidente y miembro de la junta directiva de la sociedad Ecogreen Panama S.A. En la página web de esa compañía se afirma que sostiene una alianza estratégica con Ecoeficiencia S.A. -la empresa de Tomás y Jerónimo Uribe- para el manejo de residuos sólidos.
El señor Leonardo Fabio Carreño Valero es conocido por su cercanía con los hermanos Uribe, tiene intereses en otras empresas, como AquaColombia e IFM, y hace poco celebró su cumpleaños en Bogotá con diplomáticos panameños, funcionarios de Odebrecht y empresas de ingeniería española, entre otros distinguidos invitados.
La vinculación de los hermanos Uribe con Panamá ya tiene antecedentes. Cuando se hicieron públicos los gigantescos beneficios económicos que recibieron por la decisión de funcionarios del gobierno de su padre de declarar zona franca unos terrenos en los que ellos tenían intereses, se conoció la existencia de dos sociedades panameñas envueltas en el negocio. Los hermanos Uribe afirmaron que una de ellas, Achlys Investements Corporation, les pertenecía.
Además, hay registros de exportación de compañías de los Uribe desde el puerto panameño de Manzanillo a Los Ángeles, en Estados Unidos.
Es decir, no resulta extraño que Tomás Uribe visite Panamá con frecuencia. Lo que sí es inexplicable es que el ingeniero Uribe se reúna allá con contratistas del gobierno colombiano, presidido en ese momento por su padre, para, según Miguel Nule, “intermediar” con el propósito de que ellos y Odebrecht se presentaran conjuntamente a una de las licitaciones más apetecidas de la historia.
El señor Miguel Nule ha dicho que Tomás Uribe no les pidió nada a cambio de esa gestión. Según Nule, Tomás solo estaba interesado porque “le parecía que esta sería una buena asociación, que sería muy buena para el país”.
Tomás y Jerónimo Uribe, en una carta de agosto de 2009, le aseguraron al Procurador General sobre la licitación de la Ruta del Sol: “No tenemos sociedad o vínculo alguno para participar en esta licitación con cualquiera de las firmas proponentes”.
Aun así, aunque sea totalmente desinteresada la gestión del ingeniero Tomás Uribe, no es presentable que el hijo del Presidente de la República busque una asociación entre proponentes para una licitación pública.
Fiel a la tradición de evadir con enojo las preguntas incómodas y concentrar la respuesta en lo conveniente, Tomás Uribe trinó: “JAMÁS intermediamos en nombramientos, prebendas o contratos ante el Estado. Ver carta enviada hace AÑO Y MEDIO”.
Sobre la existencia de la reunión y su propósito, no dijo ni pío. Tampoco ha dicho una palabra acerca de las declaraciones de renta suyas y de su hermano, que su padre prometió entregar hace dos años.