Don Samuel Ruiz
Don Samuel Ruíz ha pasado a la casa del Padre/Madre, hoy 24 de enero de 2010, es un tiempo de pascua, un paso anunciado por la condición histórica de nuestro cuerpo. Una defensora de derechos humanos de nuestra Comisión de Justicia y Paz que vive desde hace algunos años en México, nos preparaba para este momento, de despedida y de memoria ausencia presente.
Experimentamos el dolor de esa despedida, la sensación de orfandad del patriarca, del profeta al lado de las y los excluidos, de los de México y los de Colombia, de los del mundo. Ausencia física de quién desde la opción al estilo de Jesús construyó otro modo de ser iglesia en una institución que cada vez menos propicia el espíritu de la libertad y de la causa antisistemas manifestación de la pasión por la creación de un mundo nuevo. Tatic, palabra indígena, lo identificó en las palabras populares, su identidad de sujeto libre y de libertades ante los poderes de dominación.
Pasa por nuestra mente los titulares de prensa de aquel enero del 1994 con el levantamiento Zapatista en Chipas, las fotografías que mostraban a un obispo, con su estola y mitra multicolor interpretando la decisión de los insurrectos de escopeta de palo, explicando, haciendo comprender al planeta, los años de oprobio que los indígenas chiapanecos han padecido y los nefastos efectos del Nafta que ese año posibilitaría entre otras consecuencias la ocupación extractiva del Norte.
“Siempre para nosotros (…) no expresamos esta palabra en nuestra carta o comunicación; los tres obispos hablamos de lo que es la posición teológica y (…) de la violencia y la comprensión de las personas que hayan llegado a esta decisión, eliminando en su conciencia, por la experiencia que han vivido, la posibilidad de otros caminos totalmente cerrados, según ellos dijeron, para ellos.
Le recordamos su solidaridad por encima de la soberanía formal de los Estados y de la iglesia católica apoyando la interposición de una querella ante la Audiencia Española por crímenes de lesa humanidad, crímenes contra la humanidad cometidas por la brigada 17 en la comandancia de Rito Alejo del Río, el gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez y entonces presidente Ernesto Samper Pizano. Crímenes cometidos en las comunidades de Cacarica, Curvaradó, Dabeiba, Jiguamiandó, San José de Apartadó.
Le volvimos a experimentar en nuestra memoria, su labor de puente, de interacción construida entre la Sociedad Civil de la Abejas y las Comunidades de Resistencia Civil en Colombia; entre el Centro Fray Bartolomé de la Casas y nuestra Comisión de Justicia y Paz, de la cual fue miembro Honorario.
Y cada vez que podía, en una escala de viaje, paraba en Bogotá, se escapa con algunos otros obispos de México, antes de Aparecida y después de Aparecida. Compartió sus profundas preocupaciones sobre los retrocesos pero también los aciertos de la reunión de Obispos. Claramente evidenció el ahogamiento de causas que se hicieron públicas como sentimiento de iglesia en Medellín.
Una de sus últimas causas en el interior del Sicsal fue el que se lograra optar en su interior por acompañar a Colombia único país en que prevalecía el conflicto armado interno, en el hemisferio decía, y en el que mensaje evengélico, de solidaridad con la víctimas era concreto y cierto.
Hace un año le encontramos en el treinta aniversario del martirio de Monseñor Romero, sus palabras siguen retumbando. “Habla como Monseñor Romero” nos decía una señora Salvadoreña mientras predicaba Don Samuel en la cripta. Era real en medio de atronadores aplausos a su predicación se revivía lo que escuchamos en las grabaciones de las misas dominicales en la Catedral de San Salvador a finales de la década del 70. Fue conmovedor verlo arrodillado varios minutos frente a la tumba de Romero, en comunión con su causa y su sentido de vida en la historia. Sin duda otro Santo como Romero, como Méndez Arceo, como Leonidas Proaño, como Hélder Cámara, como Dorothy Stang. Don Samuel es hoy parte del santoral de los pueblos de nuestra América Latina, sin la legalidad de los tramitadores de beatificaciones, que evidentemente les ignorar, le desconocen y les estigmatizan.
Allí manifestó con la fuerza de su autoridad lo sublime de la memoria: “Contemplan mis ojos un acontecimiento realmente asombroso y sorprendente pues, estando en una cripta, no descubro yo signos de muerte sino de vida; no se revelan ante mí gestos de pesadumbre ni de apatía, sino de un dinamismo que transmite una energía poderosa que invade este recinto; no veo rostros de dolor y resignación sombría, sino miradas llenas de una profunda fe y esperanza que contagian…
No es la tumba de un hombre muerto – asesinado diría con mayor precisión – la que desde aquí observamos, sino el faro luminoso que nos ha guiado durante las últimas tres décadas, en la búsqueda y en la construcción del Reino de Dios que nos vino a anunciar Jesús”. Don Samuel, Ha Resucitado, Ha pasado a la Historia
Hoy Don Sami está presente en las expresiones de dignidad, en las comunidades y las causas por las que él luchó, en las expresiones de exigencia y afirmación de la justicia. Está resucitado en el mundo de las intermediaciones, presente de otra manera, dispuesto para orientar, estimular, fortalecer, reprender, inspirar, motivar, convocar. Desde ya le evocamos, le invocamos que nos ayude con el don la fidelidad al Dios de Jesús, a las causas de la justicia.
Gracias don Samuel por tu testimonio, sigues en nuestra historia.
Comisión Intereclesial Justicia y Paz, Colombia