Doce paramilitares fueron guías del ejército en la Operación Génesis: ‘el Alemán’
Fredy Rendón Herrera alias ‘el Alemán’ reconoció que, por orden de Carlos Castaño, varios de sus hombres participaron en operativos conjuntos con el Ejército en el Urabá y Chocó, en complicidad con oficiales al mando de Rito Alejo del Río.
Por orden del comandante paramilitar Carlos Castaño Gil, los jefes del Bloque Chocó de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) dispusieron de doce de sus hombres para que se integraran a las fuerzas especiales del Ejército que adelantaron en febrero de 1997 la llamada Operación Génesis en un amplio territorio del departamento del Chocó contra el Frente 57 de las Farc.
Según ‘el Alemán’, la necesidad de los guías fue expresada durante una reunión entre el entonces Jefe de Inteligencia de la Brigada XVII, coronel Jorge Eliécer Plazas Acevedo, y los paramilitares Carlos Ardila, alias ‘Carlos Correa’, Élmer Cárdenas y ‘el Alemán’. En ese encuentro, el oficial les explicó detalles de la operación que se realizarían por tierra y aire, con la participación de los batallones Fuerzas Especiales 1 y Contraguerrillas 35, y que atacarían facciones de las Farc asentadas en los caños Salaquí, Cacarica y Truandó.
“Allí nos habló de los guías y a los pocos días recibimos la orden de Carlos Castaño de proveerlos”, le explicó Rendón Herrera a una fiscal de Justicia y Paz durante una audiencia de versión libre realizada en Medellín.
La misión de reclutar los guías le fue encomendada a un experimentado paramilitar llamado Julio Cesar Arce Graciano, alias ‘ZC’, quien seleccionó once hombres y con ellos se presentó a la sede de la Brigada XVII, con sede en Carepa, Antioquia, y se puso a las órdenes del coronel Plazas Acevedo, quien se hacía llamar ‘Don Diego’. Este oficial fue desvinculado del Ejército en agosto de 1999 y hoy es prófugo de la justicia.
Todos los guías fueron incluidos en los equipos de militares que fueron transportados por aire y que viajaron hasta la zona del Salaquí el 24 de febrero de 1997, dando así inicio a la Operación Génesis, que acabaría cuatro días después, luego de intensos bombardeos contra supuestas posiciones de la guerrilla de las Farc, pero que terminó afectando a la población afrodescendiente que habitaba esas zonas y generó un masivo desplazamiento de por lo menos 4.000 personas hacia los municipios de Turbo y Mutatá.
La misión fue autorizada por el entonces comandante de la guarnición militar general Rito Alejo del Río, detenido actualmente por las violaciones a los derechos humanos y sus vínculos con los paramilitares del Urabá antioqueño.
Pero los compromisos con el Jefe de Inteligencia de la Brigada XVII no sólo implicaban el uso de guías paramilitares. De acuerdo con Rendón Herrera, con este oficial también se acordó que las tropas no entorpecieran el avance que llevaban las Accu hacia las mismas zonas donde se estaba realizando la Operación Génesis.
Y es que justo el mismo día que el Ejército comenzó a penetrar la zona, las Accu iniciaron la que ellos llamaron la ‘Operación Cacarica’, una fase de su avance hacia el sur del Urabá chocoano a través del cual se pretendía hacer presencia en un amplio sector de los caños Cacarica, Salaquí, Truandó y Perancho para enfrentar a las Farc y disputarles el territorio.
Rendón Herrera no sólo explicó lo de los guías, sino que admitió que varios de sus hombres y las del Ejército se encontraron en algún punto de la selva y adelantaron operaciones conjuntas, entre ellas el ataque a un campamento guerrillero donde hallaron a dos hombres y a una mujer de origen extranjero que estaban secuestrados. En el intercambio de disparos, murió la mujer y los dos hombres fueron rescatados. “El Ejército presentó ese operativo como un golpe de ellos a las Farc, pero realmente fue una operación conjunta”, indicó el ex jefe paramilitar.
La Operación Cacarica comenzó el 23 de febrero y según estableció ‘el Alemán’, finalizó el 5 de marzo. Fue desarrollada por 60 hombres, 40 de ellos integrantes del frente Chocó y 20 más del Arlex Hurtado. Tuvo como base de operaciones la Loma del Cacarica, desde donde comenzaron la incursión hacia los caseríos de la zona.
Una de las primeras acciones criminales de la Operación Cacarica fue el asesinato del campesino Marino López Mena, quien fue decapitado por uno de los paramilitares del Frente Arlex Hurtado, conocido con el alias de ‘Manito’.
Al día siguiente de la llegada a la Loma del Cacarica, el grupo paramilitar se desplazó por la margen izquierda del río Perancho hacia Bijao, buscando llegar a Tamborales, más al sur, pero al llegar al caserío advirtieron la presencia de un reducto de las Farc y hubo un intercambio de disparos, sin que se presentaran muertos o heridos de lado y lado. Luego de varios registros, se instalaron en un cultivo de maíz, armaron un campamento y allí pasaron la noche.
Al amanecer se preparaban para partir hacia las cabeceras de los caseríos de La Balsa y Salaquí cuando observaron que un hombre salió del monte, guardó un paquete al borde del caño, lo atravesó y se dirigió a una pequeña tienda donde compró varias docenas de cigarrillos, entre otras cosas, y se regresó.
Antes de pasar nuevamente el caño fue interceptado por alias ‘manito’, quien le inquirió por lo que llevaba en la bolsa. Marino respondió que “cigarrillos y otras cosas”, y agregó que él solo era un campesino de la zona. Al escuchar eso, el paramilitar lo obligó a coger unos cocos. De acuerdo con la versión que han dado algunos paramilitares, entre ellos ‘el Alemán’, Marino intentó atacar a alias ‘manito’ con un machete y éste, en su reacción le cercenó la cabeza.
En su versión ante la Unidad de Justicia y Paz, Rendón Herrera desestimó varias denuncias, dos de las cuales indican que la cabeza del labriego le fue mostrada a la comunidad de Bijao como una prueba de lo que les pasaría “si seguían con la guerrilla” y que los paramilitares bajo su mando jugaron fútbol con ella.
“Eso es muy descabellado”, dijo Rendón Herrera. “Yo he pedido que se haga un estudio científico del cráneo para establecer si esa versión fue cierta”. No obstante, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, que desde aquellos años ha hecho trabajo social en la región chocoana ha sostenido lo contrario, apelando a testimonios de pobladores de Bijao, quienes han insistido en la crueldad de los paramilitares al momento de asesinar a Marino.
En documentos de esta organización no gubernamental se lee el relato de un sobreviviente: “Uno de los criminales coge una macheta y le corta en el cuerpo. Marino intenta huir, se arroja al río, pero los paramilitares, lo amenazan, ‘si huye, le va peor’. Marino regresa, extiende su brazo izquierdo para salir del agua. Uno de los paramilitares le mocha la cabeza con la macheta. Luego le cortan los brazos en dos, las dos piernas a la altura de las rodillas. Y empiezan a jugar fútbol con su cabeza. Todas y todos lo vimos”.
‘el Alemán’ también rechazó cualquier responsabilidad en el desplazamiento de por lo menos 4.000 campesinos de esas selvas hacia los municipios de Turbo y Mutatá, denuncia que también ha sido reiterada por parte de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, quien ha relacionado ese desalojo forzoso con los proyectos productivos que posteriormente se desarrollarían allí alrededor de los cultivos de palma de aceite, ganadería y explotación maderera.
De acuerdo con este ex jefe paramilitar, ese desplazamiento fue organizado por la guerrilla de las Farc luego de conocer las intenciones del Ejército y los paramilitares de penetrar en sus territorios, y tuvo tres objetivos concretos: bloquear la carretera entre Medellín y Urabá a la altura de Mutatá, crear varias comunidades de paz y depurar las comunidades para detectar aquellos que no les eran afectos.
“Ese desplazamiento en el Atrato fue ordenado por el secretariado de las Farc y yo no voy a responder por ello”, aseveró Rendón Herrera y dijo que esa versión se la habían corroborado un ex guerrillero del Frente 34 de las Farc detenido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí y el líder campesino Catalino Segura Moreno, uno de los líderes de las marchas quien, posteriormente, se integró al bloque Elmer Cárdenas de las Accu, grupo con el cual se desmovilizó, encontrándose postulado a los beneficios de la Ley de Justicia y Paz.
Interrogado sobre las frecuencias de los radios de comunicaciones utilizadas para desarrollar la Operación Cacarica, ‘el Alemán’ explicó que utilizaron las frecuencias de la empresa Maderas del Darién, cuya antena repetidora se encontraba en Filo de Cuchillo, y del Ejército, cuya coordinación la hizo el paramilitar Elmer Cárdenas directamente con los militares.
“Inicialmente utilizamos de manera inconsulta las frecuencias de Maderas del Darién, pero ellos nunca cambiaron de frecuencia. A partir de nuestra entrada a Riosucio (Chocó), ellos se convirtieron en uno de nuestros grandes aportantes para la guerra en esa región”, reconoció Rendón Herrera.
Dada las dificultades de acceso que ofrece el terreno y las frágiles condiciones de seguridad, los investigadores de la Unidad de Justicia y Paz, encargados de verificar estos hechos, no han podido acceder a esta zona del Urabá chocoano para corroborar lo dicho por Rendón Herrera. Se espera que la justicia durante el proceso seguido contra este ex jefe ‘para’ pueda constatar los crímenes cometidos por los hombres bajo su mando y se establezca la verdad.