DeVer – Encuentro de Memorias de Mujeres del Caribe.

Encuentro de Memorias de Mujeres del Caribe.

Entre el 24 y 26 de noviembre, en el corregimiento de Monguí – Departamento de la Guajira, el Consejo Comunitario de mujeres afro “Elida Brito” fue escenario del encuentro de memorias de mujeres del Caribe y de otras regiones de Colombia. Allí se reunieron distintos rostros y diversas culturas, ante un solo propósito: hacer memoria, reconocer las violencias que las atraviesan, y a través de la voz de las mujeres de Colombia, construir las acciones y exigencias para alcanzar y mantener la paz con justicia socioambiental.

Alrededor de 90 mujeres tuvieron un espacio de diálogo en el que se compartieron sus historias, historias de afectación por las diversas formas de violencia en sus vidas, las de la exclusión, las del conflicto armado, la marginación, el control social por grupos armados, la negación de oportunidades, el control y uso de sus cuerpos como botín de guerra, y los machismos.

Los efectos de estas violencias han perjudicado profundamente sus vidas, han destruido sus núcleos familiares (muchas de ellas buscan a sus esposos, hijos, padres y hermanos de comunidad desaparecidos), otras víctimas de desplazamientos, de falsos positivos, de montajes judiciales, de violencia sexual y reproductiva, de violencia doméstica, física y psicológica, y otras amenazadas por levantar sus voces ante la vulneración de sus derechos.

Fue un espacio, donde las mujeres compartieron sus dolores, pero también sus alegrías y las formas de tramitar los efectos de las violencias a través del arte, la danza, la poesía, el canto, desde la gastronomía propia, tradicional y ancestral. De cada región se compartió un símbolo, una semilla, un fruto, una imagen de un ser querido arrebatado por el conflicto armado. Y con estos símbolos, palabras y rituales ancestrales, se construyó una mándala que inspiró el trabajo de las mujeres durante estos días.

En el encuentro de la memoria en voz de las mujeres del Caribe y de Colombia, se construyó una cartografía de esas violencias vividas en sus territorios, el contexto, los tiempos, los hechos de afectación, el afectador o responsable, y el daño causado. Entre lágrimas inevitables se reconstruye esa memoria de dolor, pero al mismo tiempo se reconoce la importancia de los encuentros entre mujeres, que durante décadas buscan verdad, justicia, reparación integral, garantías de no repetición, y que las caracteriza su empuje, su convicción de seres actuantes, pensantes, protagonistas de nuevas historias, y sus propósitos de construcción de paz, lo que también permitió construir una cartografía de la esperanza, de las ilusiones: la cartografía del alma.

Espacio de juntanza, de recuerdo, espacio de catarsis, donde todas se fundieron en un abrazo de reconocimiento personal, para entregar la mejor energía en un abrazo a la otra, a la cercana, a la vecina, a la amiga, a la hermana de comunidad, a la comadre, a la compañera de faenas y caminos de trabajos comunitarios, colectivos, de siembras de vida; porque son gestoras de vida, constructoras de Paz con Justicia social y ambiental, de reconocimiento a su entereza, a sus capacidades, a su propia belleza espiritual y física, a su alegría.

La cartografía de la esperanza permitió ver cómo se da un tránsito a la memoria transformante, a la capacidad de tramitar odios por amores, desilusiones por ilusiones, desencantos por afirmaciones de sus derechos, la tristeza por alegría, la angustia y desconcierto por la construcción de propuestas de reivindicación de sus derechos comunitarios: “queremos más espacios de formación para jóvenes y mujeres”, “Educación superior en el territorio”. “Reconocimiento real a los aportes que hacen los procesos organizativos de base, colectivos, y organizaciones sociales, comunitarias, que conlleve al respeto institucional”, “Profesionalización a los y las educadores populares”, “reconocimiento a los saberes empíricos y a los oficios”. Todo esto con el propósito de obtener una sanación personal y colectiva, y romper con las cadenas de violencia generacionales, para que las niñas y futuras mujeres de Colombia tengan una vida digna y libre de violencias.

Entre otras acciones reivindicativas comunitarias está la construcción de Paz Territorial, que se ha concretado en la declaración de los territorios facilitadores de Paz o Ecosistemas para la Paz, como el caso de la comunidad de autodeterminación vida y dignidad – CAVIDA de Cacarica, Chocó; el apoyo a los emprendimientos productivos de las mujeres en distintas comunidades y la educación técnica, tecnológica y superior territorial, son aspectos que las mujeres consideran fundamentales en el fortalecimiento de sus procesos organizativos y comunitarios. También demandan del gobierno nacional, la priorización para su acceso a la tierra y la formalización de su propiedad, estímulos para gestar y continuar sus proyectos productivos, la erradicación del hambre, la formalización y reconocimiento de su trabajo en áreas productivas no tradicionales, formación y acompañamiento legal para acceder a la justicia, salud (sexual y reproductiva), la promoción de disciplinas no tradicionales, garantías para ejercer su trabajo político, social y de defensa de derechos humanos y ambientales,  y reclaman por su derecho a la paz.

También queda explícita la incertidumbre de las mujeres que asistieron a este encuentro ante la inesperada decisión presidencial por el cambio de Comisionado de Paz. Manifestaron preocupación por los avances territoriales en la construcción de Paz alcanzados, y esperan que no se vaya a retroceder con lo avanzado en este campo.

Así concluyó un momento de un encuentro nacional de mujeres -que se espera continúe-, pues ellas plantearon volverse a encontrar en otros territorios para generar momentos de sanación y hermandad, compartir avances, y que sean propicios para la elaboración de propuestas que incidan en las decisiones gubernamentales, y seguir llevando la semilla de la esperanza y de la ilusión en su voz terca y rebelde -en procura de la paz y reconciliación nacional-, que grita ¡vida en respeto y dignidad!