Desde la orilla de la independencia
“Lo que hice, lo hice pensando en salvar la operación de liberación de las personas que estaban allí”, así responde el connotado periodista colombiano Jorge Enrique Botero, testigo y protagonista de la entrega en la selva de tres militares y un policía, ante la interrogante de por qué comunicó al mundo lo que sus ojos presenciaban sobre el proceso que Colombianos y Colombianas por la Paz impulsaron de la mano de Piedad Córdoba para sacar del cautiverio a retenidos por las FARC.
Botero, intérprete de este oficio conocido como periodismo, compromiso e identidad frente a años de conflicto en Colombia, consideró en entrevista exclusiva con la Página Web de teleSUR, que hizo “una gran contribución permitiendo que el mundo conociera lo que estaba pasando allí en la selva, para que esto tuviera un desenlace feliz”. Insiste en que “actuó con responsabilidad frente a un hecho que estaba a punto de naufragar”.
Las palabras de Jorge Enrique Botero ese 1 de febrero le dieron la vuelta al mundo, pero el sonido de los aviones colombianos sobre la zona de rescate bordearon un camino abonado por la convicción de un
grupo de colombianos que claman por la salida pacífica a los años de conflicto de esta nación del Sur y que asumieron como bandera el diálogo epistolar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Ese 1 de febrero el proceso de liberación se vio amenazado por el incumplimiento de una promesa gubernamental, despejar. Pero una cámara, con unos cuantos años de uso a cuesta, rompió con lo que pudo ser el silencio frente a un proceso de liberación con un solo beneficiado, el pueblo colombiano.
El enfrentamiento del gobierno colombiano con quienes ejercen el periodismo en este país sentencia.
Para el periodista colombiano lo grave de este enfrentamiento y de las declaraciones que desde el Gobierno central se emiten es que se producen en un país donde “muchas personas entienden esas palabras como una orden para actuar. Entonces ahí es donde viene el riesgo grande, no sólo para el ejercicio de la libertad de prensa sino para la vida misma de quienes han sido acusados”.
La Fundación para Libertad de Prensa en Colombia reseña en su sitio web que en 2008 al menos 180 periodistas fueron víctimas de guerra, son 50 años de guerra que no hemos podido resolver por la vía militar, ni metiendo millones de dólares”.
Y qué ocurre cuando un periodista rompe el cerco y cumple con su rol de contar. Desde el Gobierno colombiano el tema del papel de los comunicadores se reavivó tras la conversación que Botero sostuvo con esta cadena multiestatal, teleSUR, ese 1 de febrero. El Ejecutivo cuestiona si los periodistas deben tomar partido, de si el contacto con grupos o individuos al margen de la ley, convierte a los reporteros en sus cómplices y de si se debe o no entrevistar a retenidos cuando están en manos de sus captores.
Uribe dijo que “una cosa son aquellos amigos del terrorismo que fungen como periodistas, y otra cosa son los periodistas”. Consultado sobre esta postura Jorge Enrique Botero consideró que “habría que preguntarle al Gobierno en qué consiste la supuesta acción de publicitar el terrorismo, pero resulta curioso que para ellos ser publicista del terrorismo sea por ejemplo entrevistar a un guerrillero”.
En este sentido, estimó importante que frente a la postura del Ejecutivo se haga un debate “ético” sobre el tema de la profesión y las fuentes.
“¿Si estamos en un conflicto y hay dos partes por qué va a ser transgresión el hecho de entrevistar a una de las partes?”.
Si bien las tradicionales normas del periodismo hablan de la contrastación y verificación de fuentes. Del espacio para que los sectores involucrados presenten sus argumentos, en Colombia, bajo el sistema actual, esta teoría periodística puede incluso hacer al comunicador parte “del cartel intelectual de las FARC” tal y como lo advirtió el presidente Álvaro Uribe refiriéndose a quienes en un país que vive entre autodefensas, guerrillas, carteles y una política de seguridad democrática, entrevistan a los actores del conflicto armando.
Botero, quien no se siente aludido y considera que las declaraciones del primer mandatario son “desafortunadas” por “estigmatizar a las personas que piensan distinto”, aclara que “un bloque intelectual es lo que dice él (Uribe), aludiendo que las FARC tiene bloques: Bloque Sur, Bloque Caribe, Bloque Oriente, entonces él dice Bloque Intelectual”.
La polémica deja al descubierto las dificultades que deben enfrentar diariamente los periodistas en un país que padece un conflicto armado y con una creciente polarización política. Las garantías para quienes
ejercen esta labor quedan en letra muerta, papel quemado cuando los ataques y violaciones a los derechos parten desde el propio Ejecutivo.
Cuando un periodista es detenido y por la vía de la fuerza se pretende arrebatar el producto de horas de trabajo en qué lugar queda el libre ejercicio del periodismo. Sobre este tema Botero presenta el ejemplo del también periodista colombiano Hollman Morris.
“Por ejemplo Hollman fue detenido unas horas antes de llegar a Bogotá, intentaron quitarle su material. Hay acosos, intimidaciones permanentes, así que yo diría que hay unas garantías en el papel, muchas garantías para quienes están en la línea oficial y muy pocas para quienes ejercemos el periodismo desde la orilla de la independencia”.
Que no hay partes. Que no hay conflicto. Es la bandera de avanzada del Gobierno colombiano a pesar de que la realidad se mueva “desde la orilla de la independencia”.
“Los periodistas nos tenemos que mover no en la imaginación sino sobre la realidad ¿Por qué sólo puede salir una parte?, eso es un debate ético que yo creo que hay que dar. Creo que la llegada de teleSUR al aire en sus versiones de televisión y en sus versiones de Internet, es lo que ha puesto nuevamente en el tapete
la discusión del tema de la ética y de las fuentes”, dice Botero.
El periodista considera que “teleSUR ha apelado a otras fuentes, no solamente en el caso de Colombia, teleSUR le ha dado la voz y la palabra a gente que nunca la tuvo y eso es lo que tiene muy molesto a ciertos sectores y lo que hace que sea pertinente hoy en día renovar el debate de la ética del periodismo, un periodismo capaz de equilibrar la información y de darle la palabra y de permitir que todas las fuentes tengan espacio en los micrófonos, en las cámaras, en las páginas de los periódicos”.
Este autor del “El hombre de Hierro”, “Últimas Noticias de la Guerra” y “Espérame en el Cielo Capitán”, libros galardonados internacionalmente, dice sentirse “medio condenado” en esta etapa de su vida a seguir ciertos temas.
“El ejercicio de la profesión me lanzó hace unos años a este tema de las personas que están en poder de la guerrilla, de los guerrilleros que están presos y quisiera terminar una especie de, quizás suene medio pretencioso, una especie de zaga sobre el asunto”.
Piensa que “eso se cerrará como círculo vital” para si vida y profesión. “El día en que salga la última persona que está en cautiverio y se produzca el intercambio entre las partes, ya ahí será que me dedique exclusivamente al tema del fútbol porque la farándula no me atrae mucho”.
Este hombre de delgada figura y profunda mirada, crea y comparte su don de palabra. Su deseo insaciable por contar hace que en este momento espere por la publicación en Estados Unidos de un libro titulado “Into the Jungle” escrito con dos colegas norteamericanas y que aborda el tema del cautiverio de los tres estadounidenses que estuvieron en poder de las FARC casi seis años y que fueron liberados en la Operación Jaque.
Botero trabaja en un libro sobre las guerrilleras presas en la cárcel de El Buen Pastor en Bogotá. Sobre este nuevo libro señala que lleva tres años trabajando con las guerrilleras y que “ha sido una experiencia periodística maravillosa porque casi que lo estamos escribiendo a cien manos, creo que muy dificilmente es posible que uno encuentre historias de vida tan llenas de acción y de situaciones extraordinarias y extremas”.
Botero como periodista crea, genera, aporta, no reduce. Indaga y llega a fondo para hablar y escribir con la seguridad que da la certeza de lo conocido. Y le pide a Uribe que “retire sus palabras, que primero se de cuenta de lo desafortunadas que fueron sus palabras, no sólo por las amenazas que penden sobre mi vida con más fuerza que antes, sino porque ese no es clima que uno debe crear y menos un Presidente, no puede crear ese clima de estigmatización, de señalamientos”.”Me parece que le hace un gran daño a la libertad de expresión, a la libertad de prensa y le hace un gran daño por supuesto también al prestigio de nuestro oficio, al periodismo le hace un gran daño, y le diría que resulta muy irónico que él hable de shows mediáticos cuando el Gobierno propició un verdadero festival mediático, cuando sucedió la Operación Jaque, que el Gobierno propició un show mediático con la violación de estos cuatro miembros de la fuerza pública llevándolos a la Casa de Nariño, entonces que se ponga de acuerdo porque él no puede estar criticando a otros lo que él hace en abundancia”.
Por: Yeimy Ramirez
página web de teleSUR
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