Desde la Injusta Prisión – Libertad a Mauricio Avilez
Desde Argentina, las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, constancia de la esperanza de los pueblos de América, de la lucha contra la impunidad escriben a Mauricio Avilez.
Su injusta detención, arbitraria, negadora de los principios fundamentales del debido proceso, de la sana crítica y de la razón humana continúa expresando la perversión del aparato judicial. Los libretos aprendidos, mal dichos, carentes de coherencia, sustentados en el dinero, en el pago de dinero, retratos hablados q ue evidencian la inconsistencia del acusador, son algunos de los vicios, de las deformaciones del ente investigador.
En los ojos de la humanidad queda en evidencia la erosión de los principios del Estado de Derecho. El uso del Derecho para la injusticia, las pretensiones políticas destructoras de la afirmación del derecho a la solidaridad con los desplazados de la guerra, con los desterritorializados. La instrumentalización de los procedimientos legales para controlar, para castigar al ejercicio legítimo de la defensa de los derechos humanos, de los derechos de los pueblos.
Desde la Injusta Prisión, Mauricio Avilez, sigue escribiendo palabras de dignidad, de libertad.
VER ADJUNTO CARTA DE MADRES DE LA PLAZA DE MAYO y Desde la Injusta Prisión de Mauricio Avilez
Estimados Amigos de “Justicia y Paz” y Mauricio Avilez:
Abuelas de Plaza de Mayo queremos por este medio manifestar nuestra solidaridad y apoyo a Mauricio Avilez, injustamente preso en la ciudad de Barranquilla.
Lamentablemente quieren acostumbrarnos a mirar como algo normal la persecución, procesamiento y encierro en cárceles de los defensores de los Derechos Humanos. En Colombia, querido país latinoamericano, esa grave situación se repite desde hace muchos años. Abuelas de Plaza de Mayo, a través de FEDEFAM, siempre estamos expresando nuestro rechazo a estos hechos y la más absoluta solidaridad con las víctimas.
Exhortamos a los responsables políticos y judiciales de la injusta prisión de Mauricio Avilez, que se responsabilicen de su integridad psicofísica y de otorgarle inmediatamente la libertad que le corresponde.
Quienes han puesto su vida al servicio de la defensa de los Derechos Humanos de los habitantes de su país y de todo el continente merecen ser considerados, cuidados y defendidos por los gobiernos respectivos. Actuar en sentido contrario es simplemente cometer el delito de violación de los derechos y eso merece un serio llamado de atención de toda la comunidad.
Quedando a la espera de la feliz noticia de la libertad de Mauricio Avilez, los saludamos cordialmente.
Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina.
Desde la Injusta Prisión
Por Mauricio Avilez
5 de septiembre de 2004
“Quien dijo que todo estaba perdido, yo vengo a entregar mi corazón”
Fito Páez
Tengo días que no escribo, a veces trato de no pensar; el tiempo pasa lento, yo intento no contarlo…
He tenido días duros, días grises y de lluvia dentro de mi, pero aparecen como por encanto voces de aliento, cartas de afecto: amigas y amigos, algunos que no conozco pero que nos sentimos – sentimos ser herederos de Diógenes, de su lámpara para buscar el alba – y llegan con ellos, saludos, indignación, rabia, dolor, alegrías, solidaridad, abrazos y amor para dar.
Nuevamente resurjo y vuelvo a surcar el firmamento; es cierto que las rejas son duras, estrechas y no permiten pasar; que los muros son gruesos, altos y ni siquiera nos dejan mirar; pero las voces de aliento, los abrazos y caricias de afecto traídos en recados, en libros y doblados papeles ayudan a levantarme y extienden conmigo las alas para volar ablandando los barrotes que flexibles se ensanchan y hacen pequeñas y débiles las murallas.
Sonrió nuevamente, mi cara se hace redonda como un pastel y hay un brillo en mis ojos, un brillo que a ellos molesta, porque no lo tienen ni lo pueden entender; no soltemos las lámparas, nadie puede arrebatarnos la dignidad, quien entiende y toca la libertad nunca podrá estar privado de ella, no pueden las rejas encerrar las ideas, ni la muerte matar nuestros sueños.
Quieren que seamos cifras, números de unas frías estadísticas, grises tristemente con corbatas iguales y del mismo color; pues empiezo a decir ¡No! Nunca podré negar el sabor de la maracuyá en mi paladar, el ocaso del sol en la inmensidad de la sabana, al viento danzante jugando con mi cometa, al terco mar de los karibes (con k) intentando una y otra vez besar la nevada, a la hierba mojada besando mis pies descalzos, a los ojos de la mujer que amo, al beso y al abrazo materno, a un apretón de manos que dice amistad que sabe a compañero, al cielo que preñado de estrellas noche a noche nos viene a ver esperando que algún día sea realidad, a la luna cómplice y compañera, a la luna, luna lunera.
No perdamos nunca la capacidad de asombro, ni la sensibilidad; he resuelto que iré volando a cada uno de ustedes amigas y amigos, compañeras y compañeros, hermanas y hermanos a dar mis afectos en un fuerte abrazo sincero… es que por ustedes también he tenido días de sol y la lluvia ha salido danzando y saciando esta sed.
Bogotá, D.C 10 de septiembre de 2004
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz