Córdoba post-Mancuso: la vida hecha paranoia
Cuando habla desde la cárcel el ex jefe de las AUC Salvatore Mancuso, en los círculos sociales de Montería cunde el pánico
Tomada por la paranoia, la sociedad cordobesa vive momentos complejos desde que el máximo exponente del proyecto paramilitar en el departamento, Salvatore Mancuso, fue extraditado a los Estados Unidos.
Mientras la gran mayoría de los monterianos siguen con su vida en medio de la falta de empleo y de oportunidades, un grupo reducido, pero notorio y con poder, se angustia cada vez que la Fiscalía anuncia que el ex comandante de las autodefensas va a rendir declaración en audiencia pública.
La última vez que fue transmitida una de esas declaraciones, no solo la sala de audiencias de la Fiscalía en Montería, ubicada en el sur de la ciudad, se llenó de víctimas. También los pasillos del edificio fueron visitados por encopetados personajes que han resultado salpicados por las investigaciones. Uno, en especial, ex candidata de varias campañas políticas, merodeó por unos minutos y preguntó qué había dicho el ex comandante. Al asomo de las preguntas formuladas por la nube de periodistas, se espantó y optó por irse.
Un retrato
Las confesiones de las autodefensas están en boca de todos los monterianos.
“Sabía usted que el papel higiénico escasea en Montería cada vez que Mancuso abre la boca”. La frase soez es de un menudo taxista que por el retrovisor me deja ver su sonrisa sarcástica. No espera que le responda. Sigue hablando como radio con baterías nuevas diciéndome que la gente ha cambiado. “Antes los monterianos que se subían a un taxi hablaban de la politiquería regional, ahora no paran de hablar de las autodefensas y de todo lo que ello le ha dejado a la región.”
No miente. Cada vez que Mancuso rinde una nueva declaración desde la cárcel de Columbia, en EE.UU., el temor se apodera, sobre todo de los representantes de la clase política, de algunos empresarios y ganaderos. Entre ellos subsiste un ambiente de zozobra por las continuas acciones de la Fiscalía, la cual sigue descubriendo el entramado de las relaciones de las autodefensas con un sector importante de la sociedad cordobesa. La bola de nieve de la parapolítica arrastró a los congresistas y ahora lo comienza a hacer con los diputados de la Asamblea Departamental.
“…Y lo que falta”, me grita el taxista desde su ventanilla al momento de despedirse. El taxista es uno de los tantos que circunda el centro del poder político, administrativo, judicial y eclesiástico de Montería, ubicado en la calle 27 entre carreras 3ª y 6ª. Un conocido que todos los días a esa hora se reúne en el parque Simón Bolívar, se me acerca para preguntarme a qué se refería el animado conductor. “A lo que causan las declaraciones de Mancuso en nuestra ciudad”, le respondí. El acompañante de mi amigo me dirige la mirada y afirma con vehemencia: “Entre cielo y tierra no hay nada oculto, joven”.
Así como hay ciudadanos que comentan con interés las consecuencias de la parapolítica en la región, hay otros que sin pelos en la lengua lanzan acusaciones en contra de Mancuso y de todas las autodefensas cada vez que un reportaje de prensa intenta mostrar todo lo difícil que resulta la vida para los jefes ‘paras’ en las cárceles del país del norte, como recientemente ocurrió con una entrevista exclusiva publicada por la revista Cambio.
“Este es apenas el comienzo de todo lo que tienen que pagar”, me dijo una víctima de la violencia a la salida de la oficina del Comité de Familiares Víctimas del Conflicto Armado en Córdoba (Comfavic).
Uno de sus abogados, Mario Montes de Occa, precisa: “la complejidad del fenómeno y las tantas aristas que tiene nos está llevando a conocer más y más, y a asquearnos de todo lo que pasó. Hechos que la justicia en la mayoría de los casos sabía y sobre los que no se hacía nada”.
El valiente abogado reconoce, desde la oficina ubicada en uno de los edificios más viejos del centro la capital, que “si la magnitud de lo que sucedió en Córdoba ha escandalizado, no me imagino lo que se sentirá cuando se devele toda la verdad”.
Su oficina en la calle 29 entre carreras 1ª y 2ª, llena de víctimas a toda hora, ha merecido el rechazo de quienes también tienen sus despachos en la misma edificación. “Nos han pedido que nos mudemos porque temen una bomba o un atentado”, sostiene Montes de Occa.
En el café Tosca, ya son pocos los ganaderos que se reúnen a comentar las noticias.
Los ganaderos más tradicionales de Montería que acostumbraban visitar el Café Tosca en la Avenida Primera entre calles 30 y 31, centro de negocios en la década de los 90, se alejaron del sitio tras la explosión de una bomba en el lugar vecino conocido como la Barra Ganadera, a finales del 98. Los pocos que volvieron a frecuentarlo lo hicieron para socializar el proceso de paz Gobierno-AUC, la desmovilización, las capturas de los paras y ahora sus declaraciones cargadas de revelaciones contra algunos de los que se sentaron en el Tosca, alguna vez, a hacer algún contacto. Los más viejos y románticos siguen visitando el sitio, referente que tienen los cachacos de que si querían encontrar a alguien cercano al aura de poder de las AUC, había que ir allí.
Un vendedor de jugos que se ubica diariamente cerca al café me dijo que no había vuelto a ver las camionetas grandes de las que se bajaban los hombres con botas y sombrero. “La gente como que se perdió por el miedo a lo que dicen esos señores por allá tan lejos”, sostuvo.
Tomada por la paraonia
La sociedad cordobesa vive con perturbación momentos cruciales cinco años después de la desmovilización de las autodefensas y tres años después de que estallara el escándalo de la parapolítica en mayo de 2007, cuando el ex senador Miguel Alfonso De la Espriella develó el Pacto de Ralito que hoy tiene al departamento con un solo senador, después de haber tenido cinco.
Mario Salomón Náder, liberal, es el único parlamentario cordobés que asiste al Congreso en Bogotá, intranquilo, también pendiente de su investigación en la Corte Supresa de Justicia.
Tantos procesos pendientes silenciaron a personajes como Rodrigo García Caicedo, el más recio ganadero y Presidente de la Federación de la Ganaderos de Córdoba (Ganacor), quien en el pasado no tuvo temor de hablar duro sobre el fenómeno de las autodefensas y su expansión en Córdoba. En noviembre de 1995 se refirió a la evidente ausencia del Estado en la región por lo que “tuvimos que recurrir a esto que tenemos ahora: las autodefensas”. En la actualidad, el hombre de 86 años de edad afronta una investigación en la Fiscalía por su presunta vinculación en el crimen del ex aspirante a la rectoría de la Universidad de Córdoba, Hugo Iguarán Cote.
“Le temo a la injusticia”, me dijo en su residencia del norte de la ciudad, para explicarme por qué no era conveniente conceder entrevista alguna.
Lo mismo piensan Claudio Enrique Sánchez Parra y Víctor Hugo Hernández Pérez, ex rectores de la Universidad de Córdoba, quienes estuvieron capturados por la Fiscalía involucrados en procesos que los enredan con los paramilitares. Hoy prefieren no referirse al tema esperando el desenlace final de los procesos.
Otros personajes, tan inmecionables como perdidos del panorama, esperan en sus residencias el resultado de las investigaciones y las declaraciones de Mancuso.
El 27 de mayo de este año cuando el jefe paramilitar confirmó que sus testaferros eran Aran Asías y Celso Salazar, más de uno volvió a temblar en Córdoba.
Un ganadero a quien le allanaron una finca en Tierralta, me dijo que se le acabó la vida pues todos sus esfuerzos los ha enfocado, desde entonces, a defenderse de las acusaciones en la Fiscalía.
Un comerciante que le encargó varias cajas de vino a Celso Salazar, una vez leyó en los periódicos el nombre de quien llegó a Montería como consultor de varios organismos internacionales y terminó como testaferro de Mancuso, se angustió tanto que fue directo a revisar sus archivos para cerciorarse de que su nombre no estuviese en ninguna página.
Un seguidor de Mayorías Liberales, el movimiento político más fuerte de la región, me dijo, tras la última visita del ex senador Juan Manuel López Cabrales a Montería, condenado por haber firmado el Pacto de Ralito, que la parapolítica había estremecido las bases de familias poderosas.
“Vea, yo voy a la reuniones y siempre terminamos hablando de lo mismo, del problema que se le vino a los políticos con todo este cuento”, me relató el hombre en las afueras de la casa del senador, ubicada en el barrio El Recreo. Una líder comunal, que estaba al lado, precisó que por eso ella con todas sus amigas habían reforzado las cadenas de oración para que la ola de incriminaciones se detenga, “de lo contrario nos vamos a quedar sin políticos, niña”.
Es indiscutible que el tema puntea en la agenda de conversación de muchos y más ahora que estamos a nueve meses de las elecciones parlamentarias. Hace dos meses, antes de que renunciara el senador Julio Manzur Abdala, varias veces su vivienda fue acosada por sus líderes conservadores, quienes preocupados acudían a respaldarlo ante los rumores de que lo habían involucrado en un proceso.
Durante el sepelio de Jattin Safar en Lorica, el comentario en la parroquia principal del pueblo del escritor David Sánchez Juliao era: “Qué irá a decir Mancuso en su declaración del 26 de mayo, ¿salvará a Zulema?”. Un día antes, el hermano de la ex congresista, José Francisco Jattin, a quien llaman con cariño ‘Pachi’, golpeó varias veces el féretro de su padre al tiempo que dijo que eso no se iba a quedar así porque otros también iban a caer.
La paranoia es tal que los cordobeses de más edad, a quienes les era ajeno el tema del Internet, decidieron pedirle asistencia a sus hijos para monitorear permanentemente los medios que no dejan de pasar una noticia sobre parapolítica.
Así lo corroboran algunos taxistas que tienen una bahía cerca a la casa de la ex esposa de Salvatore Mancuso, ubicada en un exclusivo sector del norte de la ciudad. “Es más, el último día que ese señor habló, hace poco, a algunos nos contrataron los vecinos para que compráramos los diferentes periódicos que circulan en la ciudad ”.
“Se disparó la venta de blackberry y de las unidades para acceder a la red desde los minicomputadores portátiles”, me aseguró un vendedor de aparatos electrónicos, quien dice que los principales clientes son personas mayores que además piden una inducción para monitorear las páginas de periódicos, cadenas radiales y noticieros de televisión.
En esas se la pasa la esposa de un ex alcalde cordobés detenido en una cárcel en Bogotá. Le resulta imposible concentrarse en las reuniones escolares de su pequeño hijo debido a las llamadas abrumadoras de quienes le preguntan a cada rato por el proceso judicial de su esposo.
No hay cordobés que no esté al tanto de lo que pasa, bien sea por la novelería de estar en la ‘jugada’, porque la debe y la teme, como reza el adagio popular, o porque le preocupa el desarrollo de la una región duramente golpeada, más que por los paramilitares, por las consecuencias del fenómeno autodefensa que crece en espiral alimentando el miedo entre todos.