Contra la historia
In artículo mortis, por decirlo así, en vista de que se iban a cumplir sin resultados los veinte años de la investigación sobre el asesinato de Luis Carlos Galán, la Fiscalía decidió que ese crimen hasta ahora impune no podía prescribir porque es, como el genocidio, un crimen contra la humanidad. Aunque no soy jurista, no creo que esa tesis jurídicamente aguante.
A Galán lo mataron solo: fue un homicidio político. Ni siquiera se podría argüir que, como decía de sí mismo el también asesinado Jorge Eliécer Gaitán, él “no era un hombre, sino un pueblo”. Esa era una metáfora. También a Gaitán lo mataron solo. Y el genocidio que sí hubo entonces, y se llamó púdicamente “La violencia”, sucedió después (aunque venía de antes).
Pero aunque lo del “genocidio” galanista me parece una exageración demagógica, en lo decidido por la Fiscalía creo que hay un aspecto acertado: la orden de detención dictada contra el general Miguel Maza Márquez, en aquel entonces Director del DAS. No sé si saldrá del trance precluido, o si se confirmará que lo favorece la prescripción de términos, o si quedará limpio por haber probado su inocencia, o si será vencido en juicio y condenado. Pero es un acierto de la Fiscalía el de ordenar que, aunque sea con veinte años de retraso, por fin se lo investigue. Cosa que se debería hacer también con el entonces comandante de la Policía de Bogotá, general Óscar Pelaéz.
Porque el comportamiento de ambos fue sospechosísimo (y algunos lo dijimos a su debido tiempo): entre los dos se inventaron un falso culpable contra el cual desviaron la investigación (el inocente Habiz Hazbún, a quien le destruyeron la vida), y de paso ignoraron, quizá promovieron, un misterioso atentado contra el ex ministro Carlos Obando Velasco, que testificó a favor de la inocencia de Hazbún. Por esos dos crímenes deben ser investigados Maza y Peláez. Y por el tercero que se cometió al amparo de esos dos: la evaporación en la impunidad de los verdaderos asesinos de Galán. ¿Pablo Escobar? No lo sabemos. Él, que se jactaba de todos sus crímenes, siempre negó este. Sólo dijo al respecto que “a Galán lo quería matar mucha gente”.
Yo no prejuzgo: digo que no sé si de la investigación saldrán bien o mal librados el entonces general Maza y el entonces coronel Peláez, aunque ya desde aquella época expresé en la prensa mis dudas. Quien sí post-juzga, con veinte años de injustificado retraso, es el ex presidente César Gaviria. Ahora sale a decir que esos días él sí sospechó de Maza Márquez porque “el gobierno americano le había perdido la confianza” debido a que “lo sentía muy cercano al Cartel de Cali”. Y añade -de pasada, y también con veinte años de retraso- que por eso “le inquietó” ver a Maza adhiriendo a la candidatura presidencial de Samper -su ministro- en casa de Alberto Giraldo, “relacionista” de ese cartel: cosa que entonces no era pública, ni tampoco entonces reveló Gaviria.
Responde el ex presidente Samper diciendo que le extraña que sólo ahora venga a revelar esta información Gaviria, cuando si lo hubiera hecho en su momento, las pesquisas sobre el asesinato de Galán habrían podido resultar exitosas. Y añade: “La historia debe contarse en forma completa y oportuna”.
Tiene razón Samper. Aunque tampoco él haya contado su parte de la historia de manera completa y oportuna. Y menos aún, me parece, de manera veraz.
P.S.: Escrito lo anterior, veo a César Gaviria en la televisión, entrevistado en la noche del jueves por Felipe Zuleta. Explica por qué no dijo nada entonces: -Me callé porque eran ellos (los norteamericanos) los que tenían que hacer una denuncia. (….) No tenía pruebas: era sólo una afirmación del embajador de los Estados Unidos. (…) A mí nadie nunca me preguntó…
No creo yo -sin ser jurista- que sea un delito guardarse para sí una sospecha. Pero tratándose de una de semejante calibre referida nada menos que al director del DAS me parece que hacerlo revela una descomunal irresponsabilidad.
Y de aquellos tiempos traigo a cuento un recuerdo personal. A unas cuantas personas que habíamos recibido amenazas de muerte de los paramilitares nos dio audiencia en esos días, para tranquilizarnos, el ministro encargado de la Presidencia, coronel Julio Londoño. Asistía a la reunión el general Maza, jefe del DAS, que, muy atento y servicial, se ofreció a brindarnos protección a todos. Le respondió Alfredo Vázquez Carrizosa:
No nos ponga sus escoltas, general, que esos son los que nos matan.