Colombia necesita un nuevo humanismo
De hecho, la marcha contra los derechos de los homosexuales, así como la campaña para el no a la paz con las Farc, reflejan la dificultad que Colombia ha tenido históricamente para relacionarse con el otro.
A lo largo de los siglos, esta dificultad, en lugar de progreso, ha traído violencia, opresión y muerte. Le ha impedido a Colombia un desarrollo profundo y equilibrado. Porque no hay progreso auténtico sin el desarrollo de las libertades.
El rencor y la vehemencia, así como la violencia verbal y física, con las cuales hoy una parte de la clase dirigente y de la población colombiana siguen promoviendo el odio y la discriminación del otro, reflejan una actitud y una visión del mundo que pertenecieron a la época violenta de la modernidad. Colombia todavía parece estar atrapada en esta modernidad violenta.
De hecho, los colonizadores europeos definieron el otro que encontraron en el Nuevo Mundo como alguien totalmente extraño. El otro era un enemigo salvaje que pertenecía a pueblos sin historia, a los cuales había que llevar cultura y civilización.
El otro producido por los reinos europeos era un otro caracterizado por lo que le faltaba, o sea, por el cristianismo que no tenía, la ropa que no se ponía, el alfabeto escrito que no utilizaba. Para salvarlo había que conquistar, explotar y convertir al otro. Y si este otro se oponía a esta forma de “filantropía”, había que eliminarlo físicamente. Fue un genocidio.
En Europa, la llegada de la era de la Ilustración y del Humanismo representó un cambio en la visión y la relación con el otro, quien finalmente fue reconocido por su humanidad compartida por todos; un otro al cual finalmente había que demostrarle respeto y consideración.
Fue la época en la cual el miedo hacia el otro fue sustituido por la curiosidad y por el deseo de conocer al otro (es un humanismo que hoy Europa debería redescubrir para enfrentar la crisis ligada a los refugiados).
Es esta apertura hacia el otro la que, hoy en día, Colombia debe desarrollar y practicar para interrumpir la historia violenta de negación y represión hacia el otro, y así trascender su propia historia. Es esta apertura la que llevará al reconocimiento y al respeto del otro. Es un abrir los ojos que permita finalmente ver y encontrar al otro en su diversidad. Es esta misma apertura la que permitirá no solamente dejar de seguir viviendo con el miedo por el otro, sino también dialogar con él.
Para el filósofo Emmanuel Lévinas, al otro no solamente hay que encontrarlo y respetarlo. El otro es otro yo por el cual hay que sentirse responsable. Por eso, el encuentro con el otro tiene que ser un movimiento hacia el bien. Requiere el rechazo del egoísmo y de la indiferencia.
Por lo tanto, la exclusión del otro por su diversidad tiene que ser contrastada hoy en Colombia por un movimiento que impulse un nuevo humanismo que reconoce, respeta y celebra al otro y su diversidad. Este nuevo humanismo es la posibilidad de una verdadera paz para Colombia.
Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/colombia-necesita-un-nuevo-humanismo