Colombia 3 Chile 3. Patria Boba

“A uno le da miedo, pero que puede uno hacer, aquí ellos son la ley, y hasta le gobierno les tiene miedo, pero nos toca hacer lo que nos toca, eso sí, sin violencia, es pura dignidad”, eso es lo que me dice en tono impresionado un amigo periodista de lo que le expresó un afromestizo del pequeño poblado de Caño Manso, en el territorio de Curvaradó.


Afortunado, escribo yo, pues experimentó el talante de nuestra gente cuando se indigna ante tanto abuso de poder. Infortunado porque se le rompió la imagen de la pésima propaganda de la “prosperidad democrática”. Parecida a los titubeos de Santos, que no se sabe si es fresa o chocolate o la famosa chicha o limonada.

Atravesar el Atlántico para descubrir que la imagen de un presidente reformador no es tal, es por lo menos romper la propia ingenuidad. Él creía que los 9 millones de votos, hace ya casi cuatro años, eran el respaldo de la sociedad a un programa por las víctimas, por el ambiente y la paz. Después de más de 50 años de guerra, con más de 200 mil víctimas muertas o heridas, de 60 mil desaparecidos, de 5 millones de desplazados internos y entre 5 y 8 millones de tierras despojadas con la violencia, y de la mayor concentración de la tierra en las Américas, de 38 millones de hectáreas usadas para 40 millones de cabezas de ganado, suponía que Santos asumió los riesgos de traicionar a su clase y dar bases a un democracia social.

Estar en Caño Manso, constatando de primera mano la realidad le llevo a descubrir un espejo roto. La distancia entre el discurso político y la aplicación de la política pública.

Me precisa que en el bajo Atrato, Caño Manso, es una de las 23 comunidades negras que forman parte de Curvaradó. Unas 30 familias desde hace poco menos de seis años ingresaron, luego de su desplazamiento forzoso en 1996 por operaciones paramilitares, en las que sus testimonios coinciden estaba miembros de la brigada 17.

A su regreso, luego de diez años de desplazamiento, se encontraron con que sus tierras estaban convertidas en hatos ganaderos y en monocultivo de palma de aceite. Lo que era una Zona de Reserva Forestal fue convertido en grandes haciendas donde pasta el ganado bovino y donde grandes cantidades de búfalo se refrescan en charcos artificiales.

Para los empresarios, desde el desplazamiento o quizás antes, la inversión vale la pena, se calcula en los próximos cinco años, un crecimiento del 30% en el consumo de una carne cada vez más apetecida por consumidores del mundo. Tales expectativas serían cubiertas con estas centenares de búfalos, que me dice él, a veces le daban la impresión de estar en zonas verdes africanas por la gran cantidad de esta especie.

Pero no solo fue eso, sostiene el alemán. Era descubrir, decenas de decenas de hectáreas con palma aceitera y banano en las tierras comunitarias. La pretensión de una economía verde y la conversión en agrocombustibles por la transformación del corozo de la palma es otro agronegocio, aparentemente incuestionable por sus réditos falsamente ambientales para la economía mundial. Ese negocio muy promovido desde el gobierno de Pastrana, por el Plan Colombia, ejecutado por Uribe, pero hoy parte estratégica del gobierno “reformista” con millones de incentivos y ventajas es otra demostración que el tal reformista no lo es tanto. Y esto para no hablar del banano.

Así las cosas, si hubiera voluntad de devolución en este caso, el gobierno del presidente Santos basado en órdenes de la Corte Constitucional habría desalojado a los ocupantes de mala fe, empresarios, objetaría cualquier tipo de apoyo y vinculación comercial con estos negocios mal habidos y apoyaría las apuestas comunitarias. Pero no es así.

Para los habitantes de Caño Manso pocas esperanzas hay que habrá devolución de sus tierras por parte del gobierno. Y me continúa diciendo, que él cree de verdad en que sus miedos y temores son fundados. Los afromestizos de estas comunidades han asumido usos y costumbres negras. Se abrieron en la selva húmeda para convivir con ecosistemas de gran valor biológico, con fuentes de agua a borbotones desde hace más de 50 años. En ese proceso de colonización se encontraron en el amor, en la fusión de la sangre, y en la cotidianidad en costumbres aparentemente extrañas al comienzo y que se fueron haciendo propias o coexistiendo en un territorio de mestizajes de pieles, de almas, de sentimientos.

Esa memoria y esa historia hoy la quieren desconocer sectores, que están muy cercanos al empresariado con el aval del gobierno, me dice. Y lo más grave por reputados académicos colombianos, evidentemente, que escriben desde los escritorios, infortunados ellos, afortunado él, pensaba yo, mientras discurría con un helado en su boca.

¡Que barbaridad! El gobierno reconoce como legales y legítimos habitantes tradicionales para poder votar solamente a personas de color negro. Si no tiene color negro no es sujeto de ese derecho universal. Así, sostiene, el periodista, lo que Uribe no logró a las malas, Santos lo está haciendo con unas buenas formas. El falso reformado mostrando que cumple la ley se hace el de la vista gorda para no afectar a los empresarios, que definirán tras bambalinas, en una elección comunitaria un líder negro que les garantice la continuidad de sus negocios. La exclusión de habitantes por no ser negros legitimará el despojo violento. Así que la devolución de la tierra será una formalidad que no significa restitución si no exclusión de aquellas grupos humanos y comunidades que no comparten un modelo de desarrollo con sangre, con fuego, con daños ambientales y a la economía tradicional.

Ese empresariado poco amigable, afirma, se saldrá con las suyas. Ese empresariado contra cualquier razón ética es capaz de cooptar líderes, de cometer fraudes procesales, de incidir en el gobierno y hasta en sectores de las Cortes, cree él.

En nuestras democracias del capital todo es comprable, pocos son libres y honestos, ni empresarios,ni políticos,ni jueces, ni religiosos escapan a esa espiral. Pero lo que más le sorprende es que estos empresarios usen estas tierras comunitarias, luego de los desplazamientos forzados, de asesinatos y desapariciones, de quema de poblados, de ventas ilegales de tierra con la famosa Sor Teresa Gómez, sin que exista una actividad de fondo del Estado para proteger derecho, incluso, el más burgues y liberal como el de la propiedad.

Y agrega. Son poco amigables. No bastando el despojo hoy continúan usando de la fuerza, pues en derecho ellos no tienen argumentos, solo falacias y enredijos para asegurar su riqueza mal habida.

De reformista no puede calificarse un gobierno que posibilita por aparente miedo, por su timidez o en realidad porque está convencido que el poder de lo privado define el carácter de lo público y de los bienes comunes, mucho menos cuando el poder empresarial criminal define los usos y la administración del territorio colectivo. Terminando de comer el helado con un sorbo de capuchino con los ojos abiertos me expresó que comprendió las motivaciones por las que la comunidad luego de demostrar la legitimidad y la legalidad de la habitación de las tierras e incluso que fallos judiciales hayan ordenado la restitución, ellos hayan derruido tres símbolos empresariales. Con sus manos y unas pocas herramientas derruyeron cabellerizas y una casa desde la que se definió un uso de las tierras contra sus vidas y sus libertades. Y agrega con valentía arrearon el ganado de un criminal en medio de amenazas y de armas contra ellos.

Y sí, pensativo expresó. Ahí está el derecho, allí se funda, en la dignidad y no en los abusos o en las omisiones del poder. Santos no es un reformista es un mal jugador, un pésimo gobernador, que está jugando a lo que tradicionalmente han jugado los gobiernos en Colombia, que decepción. Y mi colega con eso, se fue molesto, como si fuera mi culpa. Caminé unas cuadras en el bullicio de las cornetas y en realidad también lo comprendí. 3 a 3 Colombia Chile, y allá en Barranquilla estaba Santos y en Caño Manso celebrando su propia dignidad, la que pocos tenemos, la de huevos y de las agallas, de las que tuiteo @Uschimusic.