Carta Rodrigo Londoño – En memoria de Albeiro Suárez y 232 firmantes de Paz
17 de octubre de 2020
A todos y todas, en especial a los exguerrilleros y exguerrilleras firmantes del Acuerdo de Paz con el Estado colombiano:
Nos han arrebatado a uno de los grandes, a uno de esos que el poeta Bertolt Brecht llamó los imprescindibles. Nos asesinaron a Albeiro Suárez, Porremundo.
No encuentro adjetivos para resumir el sentimiento que en cada uno de los mensajes unos y otros me expresan ante semejante acto de locura.
Locura, locura generada y estimulada por el incumplimiento de lo acordado entre las FARC- EP y el Estado colombiano, a la que se suma el ambiente de estigmatización e intolerancia que desde las principales esferas del gobierno y su partido se estimulan y promueven.
A la extrema derecha y a quienes neciamente dicen mantener las banderas de la FARC-EP no les interesa que se materialice la implementación de los Acuerdos. Un país en paz los deja sin piso y sin argumentos. Por eso tienen un objetivo común, convencer al país, y en especial a los excombatientes, de que lo pactado en La Habana es un fracaso.
Para lograrlo coinciden en la idea de quitar del medio a líderes como Albeiro, quien a pesar de las dificultades, de la falta de recursos, de las trabas institucionales, etc., se sobrepuso a la desesperanza y el desánimo, para sacar avante no solamente los proyectos productivos, sino una tenaz y hermosa campaña por hacer de esa región del Meta un remanso de paz y una verdadera reserva ecológica.
Acciones criminales como esta, materializadas por hienas enfermas de fanatismo al servicio del poder, pretenden sembrar entre nosotros el miedo, la desesperanza y el pesimismo, a fin de que optemos por las acciones desesperadas que ellos anhelan.
No podemos dejarnos manipular. Por el contrario, en este momento, como en tantos que vivimos durante la larga confrontación, debemos actuar con cabeza fría, con lucidez plena, así estemos destrozados por dentro. Debemos planificar muy bien las acciones a seguir, para impedir que los sueños y aspiraciones de Albeiro se conviertan en una simple quimera.
En su memoria y por sus ideales, así como por toda la sangre que vertimos durante la conflagración, tenemos que conseguir que más y más colombianos se sumen a la lucha por la implementación de los acuerdos en su espíritu y letra. Sin masas trabajando por la paz estaremos perdidos. Hay que fortalecer las plataformas de Defendamos La Paz, para que desde ahí nos acompañen en esta brega por impedir que nos quiten esta oportunidad a los colombianos de reconciliarnos y construir la Colombia que soñamos.
Debemos seguir trabajando por fortalecer el partido, por aislar definitivamente a quienes con propósitos mal disimulados fomentan su división. Por la defensa de los espacios
surgidos de los Acuerdos, como sucede con ECOMUN para la reincorporación, y toda la red de cooperativas y asociaciones que lo garantizan. Si algo caracterizó a Albeiro fue obrar siempre de acuerdo con las orientaciones partidarias. Por eso el odio de sus asesinos.
Tenemos que hacer oídos sordos y rechazar con contundencia los cantos de sirena, con los que tratan de desviarnos del camino acordado en la Décima Conferencia de las FARC-EP y en Congreso fundacional del Partido de la Rosa. En momentos así, aprovechando las difíciles condiciones en que están la gran mayoría de firmantes del Acuerdo y el clima que necesariamente se crea ante asesinatos como el de Albeiro, aparecen los que critican con saña al partido y su dirección, los que llaman a las armas, los quieren ver hechos trizas los Acuerdos de Paz, los que buscan que sirvamos a los intereses de la ultraderecha.
Como decía el periodista Johan Felipe López Castillo hace unos días en el portal El Quindiano, tenemos la necesidad de hacer de la esperanza un verbo, es decir, esperanzar.
Esperanzar es juntarse, es imbricarse, es dignificar la memoria de luchas de los sectores populares, de las y los ancestros, es aprender y aprehender de los saberes de quienes dieron su vida por un mundo mejor, es juntarse en la lucha codo a codo, es irse a la retaguardia y es estar con los más débiles entre los débiles. Esperanzar es hacer escucha profunda de la voz de las y los mayores, esperanzar es seguir construyendo el mundo otro, el otro posible; por tanto, esperanzar es cuidar y cultivar la idea de la política para cosechar un país con paz con justicia social.
Con la imagen y la memoria de Albeiro, de Mandela, que dio su vida tratando de defenderlo, y de los 232 firmantes más asesinados desde la firma del Acuerdo, vamos todos a esperanzar.
Con sincero dolor y firmeza,