Carta Pública a los negociadores del gobierno y de las FARC: La paz será posible en una democracia incluyente
Hoy la ética de la Vida para todas y todos es el horizonte de nuestro encuentro hacia la paz, tanto de quiénes se encuentran alzados en armas para confrontar al Estado, como de quiénes las tienen para defender las instituciones; tanto de los técnicos y los políticos, como de los empresarios y las iglesias, como de los propietarios y directores de los medios como de las organizaciones sociales y comunidades urbanas y rurales de todo tipo.
El encuentro de ayer y hoy de la delegación negociadora del presidente Juan Manuel Santos y de la guerrilla de las FARC para la definición metodológica del proceso que pretende terminar el conflicto es un signo muy positivo y de esperanza.
Creemos que la participación de los gobiernos de Noruega y Cuba, como garantes; y de los gobiernos de Venezuela y Chile, como acompañantes, posibilitará avanzar en un proceso, sin los errores y con los aprendizajes que deja la historia, para lograr la democratización en la justicia integral como camino para la paz duradera, sustentable y sostenible.
Hoy la ética de la Vida para todas y todos es el horizonte de nuestro encuentro hacia la paz, tanto de quiénes se encuentran alzados en armas para confrontar al Estado, como de quiénes las tienen para defender las instituciones; tanto de los técnicos y los políticos, como de los empresarios y las iglesias, como de los propietarios y directores de los medios como de las organizaciones sociales y comunidades urbanas y rurales de todo tipo.
Desde ese horizonte invitamos a estar unidos con el propósito de evitar al máximo que las partes se paren de la mesa sin que se llegue a un acuerdo final. Por eso mismo, alentamos a que el ELN pueda concretar con el gobierno a la mayor brevedad posible, el inicio de las conversaciones.
En todo proceso vendrán desacuerdos, inconvenientes, dificultades. En esos momentos llamamos a invocar el principio del bien común y el imperativo de crear un país con condiciones para la vida digna para todas y todos. Desde ya es importante crear un ambiente real hacia la concertación con un cambio del lenguaje, con el cese de las expresiones polarizantes a favor de la guerra, con la construcción de una cultura que respete las diferencias y que enfrente las diversas injusticias, y con una construcción mediática de la información en contexto, en confrontación de fuentes y con pluralidad. Estamos seguras que partiendo del reconocimiento de las contradicciones y de las diferencias es posible llegar a acuerdos sustanciales.
Entendemos que estamos en una segunda fase en que los intereses de sectores de poder real están representados en la negociación frente a otros intereses expresados en los disidentes armados. Pero aún está ausente la expresión ciudadana, de muchos tradicionalmente excluidos, aquellos que a veces ni siquiera votan, aquellos que padecen la violencia del hambre, de los daños ambientales, de la desterritorialización; las víctimas de concepciones doctrinales de enemigos internos. Están aún por fuera aquellos negados, como los desaparecidos forzados y sus familias; aquellos que desde diversas instancias están construyendo apuestas y propuestas imaginativas y creativas para lograr un país de y con derechos; todas y todos debemos ser escuchados, nada será cierto sin esta participación ciudadana en la que existen múltiples iniciativas discutidas y por qué no acogidas, para nunca más, la impunidad y la injusticia signen nuestra historia.
Esperamos con todas y todos ellos se habiliten los espacios democráticos, más allá de los institucionales, los propios que se definan en las conversaciones, para que puedan y podamos ser parte de este proceso en el momento indicado. El concurso de la sociedad en su multiplicidad de expresiones legitimará los acuerdos y hará posible la paz duradera. En tal sentido, la necesidad de la participación decisoria ciudadana y en particular de las víctimas, es prenda de legitimidad de un proceso democrático de paz.
Sin los derechos de las víctimas y una desestructuración de la impunidad estructural no será posible un camino hacia la paz. Sin el deber de la memoria y el derecho a la verdad será difícil emprender el camino a la paz duradera, sostenible y sustentable.
Desde Colombianas y Colombianas por la Paz que hemos estado escuchando a la población civil de diversas regiones del país, creemos que seria importante considerar y discutir nuestra propuesta de Acuerdo Especial y o construir la que ustedes consideren viable, para demostrar a la sociedad la voluntad que les asiste por terminar el conflicto.
Creemos que en un Acuerdo Especial la Defensoría del Pueblo podría jugar un papel importante de veeduría en este sentido.
Hemos escuchado las razones esgrimidas para no partir de un Cese Bilateral del Fuego.
Creemos con las personas, comunidades y organizaciones civiles que padecen día a día el conflicto armado, que continúa dejando más víctimas civiles, como ustedes lo saben, así como, también nuevos afectados entre las filas de los bandos enfrentados, pueden evitarse en un posible Acuerdo Especial como lo contempla el Derecho Internacional Humanitario.
Así como en el pasado hemos abogado por la libertad de las personas privadas de la libertad en poder de las FARC para lograr signos concretos en su voluntad de dialogar y propiciar los acercamientos con el gobierno; así como, hemos llamado la atención sobre la situación inhumana de los detenidos, y en particular, de los integrantes de las guerrillas de las FARC y del ELN para que esta sea atendida en consonancia con el derecho humanitario, hoy creemos urgente y necesario un Acuerdo Especial para proteger a los civiles y a los propios combatientes de las partes.
Sabemos que ustedes son concientes que la guerra traerá como consecuencia nuevas tragedias inhumanas, degradantes y que por eso la solución del conflicto pretende construir un espacio para que la paz sea posible en un proyecto de democracia incluyente.
Consideramos que esa democracia, la construimos todas y todos, con garantías sustanciales que erradiquen progresiva y sistemáticamente la desigualdad existe urbana y rural; con la distribución justa de la tierra y la protección y promoción técnica y financiera para el uso de la propiedad rural de forma sustentable y sostenible con participación diferencial de mujeres y jóvenes; con la redefinición de tratados comerciales que posibiliten la inclusión y la protección de ecosistemas y de la riqueza biológica; con la producción de alimentos limpios y sanos; con el acceso a la divulgación y producción de información con responsabilidad por diversos medios; con la educación y salud de calidad y las garantías para la deliberación abierta y pública; con un aparato judicial eficaz y una transformación de la mentalidad de los enemigos internos por la de ciudadanos con dignidad y con los derechos de las víctimas salvaguardados.
Por ese presente y futuro que nos merecemos las y los colombianos, esperamos lo mejor y lo más bello para la vida de todas y todos en este espacio que hoy ustedes abren para aportar a la paz, la paz de la región y la paz de la humanidad. Desde antes y hoy continuaremos aportando para hacer que la paz con justicia sea posible, en tal sentido, daremos a conocer análisis y propuestas frente a las diversas temáticas por ustedes acordadas y otras que consideramos sustanciales para el fin del conflicto y un proceso de paz duradero, sostenible y sustentable.
Colombianas y Colombianos por la Paz
Bogotá, D.C. 18 de octubre de 2012