Carta al Cardenal Peter Turkson

Con ese espíritu, doce obispos de Colombia, han hecho pública, en dos oportunidades, su preocupación por la deforestación y la contaminación por mercurio a causa de la actividad minera, que causan graves daños a la vida humana y de las demás especies. En su primera carta pastoral, en 2015, manifestaron: “Los Obispos de las Diócesis de Antioquia y Chocó no dudamos en alzar nuestra voz en defensa de la que es la casa de todos y de la plena realización social, cultural y espiritual de las poblaciones afectadas por la minería.

Bogotá, 27 de febrero del 2017

Señor Cardenal 
PETER TURKSON
Presidente del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral
Ciudad del VaticanoReciba un fraternal saludo en el Señor Jesús.

Los abajo firmantes, obispos, sacerdotes, laicos, miembros de organizaciones ecuménicas de Colombia y de América Latina e integrantes de la Red Iglesias y Minería en Colombia, comprometidos con el acompañamiento a comunidades que han sido afectadas por la intervención de compañías del sector minero, queremos comunicarnos con su eminencia aprovechando su encuentro con la Red Iglesias y Minería y el CIDSE para manifestarle nuestro beneplácito por su interés en abordar esta problemática a nivel global y nuestras preocupaciones sobre esta realidad en Colombia.

Nos anima el llamado de las bienaventuranzas a buscar la justicia desde los más pequeños, los excluidos, los empobrecidos, las víctimas; y la fuerza profética de nuestro querido papa Francisco, quien en la encíclica Laudato Si, interpela profundamente al modelo de mercado y su racionalidad instrumental que convierte en medios para el crecimiento económico los bosques, las aguas, el aire, el suelo, el subsuelo, la biodiversidad, las mujeres y hombres. Nos anima también, el llamado a la alegría, a la contemplación de lo bello y a mantener la esperanza para trabajar por otro tipo de relaciones sociales que garanticen la vida humana y la vida del planeta: “que nuestras luchas y nuestra preocupación por el planeta no nos quiten el gozo de la esperanza”(L.S. 244).

Con ese espíritu, doce obispos de Colombia, han hecho pública, en dos oportunidades, su preocupación por la deforestación y la contaminación por mercurio a causa de la actividad minera, que causan graves daños a la vida humana y de las demás especies. En su primera carta pastoral, en 2015, manifestaron: “Los Obispos de las Diócesis de Antioquia y Chocó no dudamos en alzar nuestra voz en defensa de la que es la casa de todos y de la plena realización social, cultural y espiritual de las poblaciones afectadas por la minería. La tierra no es una especie de “piñata” en la que cada quien arrebata lo que puede. La tierra es un don y una herencia; por lo mismo, exige una responsabilidad común. La vida no depende únicamente del dinero y de los bienes que él procura; por consiguiente, es necesario poner freno a la codicia que puede llevarnos a la esclavitud y a la autodestrucción.

Posteriormente, en una rueda de prensa, denunciaron la corrupción gubernamental en las titulaciones mineras e hicieron notar que “ambas, la actual minería mecanizada y la megaminería de empresas multinacionales, dañan gravemente el medio ambiente y perjudican la salud de las personas”.

Nota: Con los portadores de la presente comunicación le entregamos los dos textos. 
Así mismo organizaciones de víctimas, eclesiales, de la sociedad civil han publicado diversos informes donde se evidencia graves daños a la vida, la integridad de la persona, al derecho a la agremiación sindical, al agua, a los bosques por parte de transnacionales mineras como Drumonds, Anglo Gold Ashanti, Muriel Ming Corporation.

Ver textos

Carta Pastoral de los obispos

Minería irresponsable

En Colombia, la actuación de las transnacionales mineras, así hablen de responsabilidad social corporativa, de minería buena, sólo pretenden acrecentar la explotación de los territorios para sumar dinero para sus accionistas. Cuentan para este fin con la complicidad de los gobernantes que se lucran también de las prebendas que ofrecen las corporaciones mineras, y en no pocos casos la puerta giratoria de gobierno a empresas y de empresas a gobiernos, hace que la institucionalidad esté al servicio de los intereses de éstas transnacionales.

El derecho a la consulta previa, libre, informada, consentida a la que tienen derecho las comunidades indígenas y afrodescendientes, es solo una ficción. Con mentiras, engaños o sobornos las compañías consiguen firmas que luego presentan como consentimiento de la comunidad a los proyectos, en otros casos, realizan “obras sociales” en sectores de las comunidades cooptados por las empresas y que desconocen las dimensiones de las repercusiones de la mega-minería. A manera de ejemplo, en comunidades como Alto Guayabal, en Jiguamiandó Chocó, las mismas comunidades indígenas

debieron adelantar su propia consulta, por fuera de las trabas institucionales, para manifestar cuál era su voluntad en relación con la exploración minera que ya adelantaba la Muriel Mining Corporation, filial de la británica Rio Tinto. En la ciudad de Ibagué y Cajamarca Tolima, la comunidad organizada, después de innumerables trámites legales, muchos de ellos dilatorios, logró que se aprobara el desarrollo de una consulta, dado que en su municipio se implementa, con grandes costos ambientales y sociales, la operación empresarial de la transnacional Anglo Gold Ashanti, lo que demuestra la dificultad real para que el Estado, y mucho más las poderosas empresas transnacionales, respeten la posibilidad que las comunidades puedan decir NO, con verdadera libertad, a la explotación en sus territorios, si así lo consideran.

Frente a ésta realidad y al lobby empresarial que valiéndose de enormes recursos intenta desfigurar estas realidades en sus países de origen y frente a las Iglesias, llamamos a que las Iglesias, en el caso de la misión que usted desempeña, escuche prioritariamente a las víctimas de la actividad minera. Lamentablemente en la reciente visita que usted hizo a nuestro país, no fue posible habilitar los espacios para que estos diálogos hubiesen sido posibles.

Con ocasión de esa visita, el nombre del Consejo Pontificio por la Justicia y la Paz fue utilizado como uno de los participantes formales en los encuentros promovidos en los territorios colombianos, por la “Iniciativa de Reflexiones sobre Minería y Fe” de un grupo de empresas mineras y representantes de diferentes iglesias. Pero lamentamos que estos encuentros fueran preparados sin la participación de actores (comunidades y movimientos) afectados por la intervención de las empresas mineras y por lo tanto críticos a sus proyectos, con el alto riesgo de escuchar en los territorios solo una de las partes, lo cual contradice principios básicos del diálogo abierto y sincero.

Queremos insistir en la posibilidad de una cita del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral con voces diferentes, que reflejan el sentir y el sufrir de muchas comunidades campesinas y raizales.

Queremos manifestarle, también, que cuenta con nuestro respaldo para que las directrices de la encíclica Laudato Si sean el derrotero que oriente las interlocuciones con las empresas y para que, como nuestros obispos de Colombia manifestaron en una de sus cartas pastorales, los empresarios comprendan esta reflexión elemental: “Sería bueno tener presente que se puede vivir sin oro o sin petróleo, pero no se puede vivir sin agua”. Sólo si se pone la vida como valor principal, por encima de la acumulación ilimitada que pretenden con la explotación de recursos en nuestros países, será posible construir unas relaciones distintas a las de la racionalidad instrumental que es la que en la actualidad está primando, como bien lo advirtió nuestro querido papa Francisco.

De toda consideración y en espera de su bendición, atentamente,

Mons. Noel Londoño Buitrago
Obispo de Jericó, Antioquia.

Hna. Gloria Liliana Franco, ODN
Presidenta de la Conferencia Colombiana de Religiosos y Religiosas, CRC.

Mons. Hugo Alberto Torres Marín  
Obispo de Apartado, Antioquia

Hna. Zoila Hna. Melania Cueto Villamán, RA
Presidenta de la Comisión Justicia, Paz e integridad con la creación de la
Conferencia Colombiana de Religiosos y religiosas

Mons. Juan Carlos Barreto Barreto
Obispo de Quibdó, Chocó.

Jenny Piedad Neme Neiva
Directora Justapaz de la Iglesia menonita
Vocera Dialogo Intereclesial por la Paz

Fr. Juan Rendón Herrera, OFM 
Presidente de familia franciscana de Colombia, Comisión de Justicia, Paz e Integridad con la Creación, JUPIC

Abilio Peña Buendía
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
Vocero Red Internacional Fe y Territorios

P. Henry Ramírez Soler, CMF
Prefecto de apostolado Provincia Claretiana de Colombia Oriental y Ecuador

Rev. Milton Mejía
Secretario General del Consejo Latinoamericano de Iglesias

Armando Márquez
Secretario Ejecutivo del Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad Oscar Romero -SICSAL-
 
P. Jesús Alberto Franco Giraldo, CSsR. 
Secretario Ejecutivo de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

Apoya:
Red Iglesias y Minería

Ver carta