Carta a Conferencia Episcopal de Colombia y Embajada de la Nunciatura Apostólica

Familiares de Desaparecidos en el Palacio de Justicia manifiestan indignación y rechazo a los pronunciamientos de los obispos Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal y Juan Vicente Córdoba, su secretario, en los cuales hacen afirmaciones relacionadas con la confirmación de la condena al coronel Plazas Vega…


Bogotá D.C., Febrero 14 de 2012

Señores
CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA
Bogotá

Señores
EMBAJADA DE LA NUNCIATURA APOSTOLICA
Bogotá

“el compromiso no violento de hombres que, resistiéndose siempre a ceder al poder de la fuerza, han sabido encontrar, una y otra vez, formas eficaces para dar testimonio de la verdad. Esta actitud ha desarmado al adversario, ya que la violencia tiene siempre necesidad de justificarse con la mentira y de asumir, aunque sea falsamente, el aspecto de la defensa de un derecho o de respuesta a una amenaza ajena” CARTA ENCÍCLICA “CENTESIMUS ANNUS”, de Juan Pablo II a sus hermanos del Episcopado

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32.

Asunto: DE LA IGLESIA, LAS VICTIMAS ESPERAMOS RESPETO, NO JUSTIFICACIÓN DEL CRIMEN

Los familiares de los Desaparecidos en el Palacio de Justicia manifestamos indignación y rechazo a los pronunciamientos de los obispos Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal y Juan Vicente Córdoba, su secretario, en los cuales hacen afirmaciones relacionadas con la confirmación de la condena al coronel Plazas Vega por el Tribunal Superior de Bogotá, en el caso de nuestros familiares desaparecidos.

La mayoría de nosotros somos creyentes, muchos practicamos la religión católica, lo que hace que nuestro repudio sea mayor ante afirmaciones de estos dos obispos frente a nuestra búsqueda de justicia, como el decir que: “no politizar las decisiones judiciales sobre los desaparecidos del Palacio de Justicia” “no se puede 26 años después aplicar criterios del presente para juzgar hechos del pasado” “… en este caso es muy difícil discernir la verdad 26 años después” .

Pues esa verdad de los crímenes cometidos en la retoma militar al Palacio de Justicia es la que buscamos que se esclarezca, generar polémicas como las que promueven este tipo de afirmaciones, es politizar y poner en cuestión fallos judiciales a los que nos preguntamos si Ustedes los conocen, como para afirmar lo que dicen.

Es inadmisible que no se llegue a conocer la verdad, desestimar la verdad de los hechos del Palacio de Justicia por el tiempo transcurrido sería equiparable a desconocer la historia de Jesús después de 2012 años. Además, como bien lo dice la frase “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” y no se puede aceptar que Colombia y el mundo vuelvan a vivir una tragedia de tal magnitud como la ocurrida; es necesario que el mundo conozca su historia, la verdad.

Peor aún, valoraciones como la de su secretario al afirmar que: “hay desproporción en fallos judiciales del Palacio de Justicia” o la comparación frente al fallo judicial diciendo que “Como puede ser que una persona se roba una vaca y le dan dos años de cárcel y una persona que a mata a cien personas, le dan ocho?” o valorar que los crímenes por los que se condena al Coronel Plazas son “dificultades” cometidas durante la retoma. ¿La desaparición forzada, el ametrallamiento y disparo con proyectiles de alto poder contra los rehenes, las torturas, ejecuciones extrajudiciales son “dificultades” para la Iglesia Católica?, es en extremo grave que la jerarquía de la iglesia católica sin conocer a fondo el caso, ni las sentencias, pretenda hacer valoraciones tan absurdas.

El M-19 es responsable por la toma del Palacio de Justicia, El expresidente Betancur y los altos mandos de las Fuerzas Militares son responsables por los delitos cometidos en la retoma militar del Palacio de Justicia, por responder a las suplicas de cese al fuego del Magistrado Reyes Echandía con bombas y rockets, por desconocer su obligación de proteger la vida por encima de todo y en cambio, ejecutar extrajudicialmente a magistrados y civiles, así como desaparecer forzadamente a ocho empleados de la cafetería, tres visitantes ocasionales y a una militante del M-19.

La desaparición forzada de personas es un crimen contra la humanidad, no prescribe y es de ejecución permanente, a los responsables se les debe juzgar y condenar de acuerdo a la gravedad del delito cometido. Justamente a criterio de la administración de justicia se le condenó a 30 años porque esa era la pena más alta prevista en 1985 para un delito de tal gravedad, si fuera con la lupa de hoy serían no menos de 60 años, por ello es ilógico y una carencia de conocimiento hablar de desproporción.

Desde pequeños nos enseñaron que la Iglesia católica está llamada a defender la vida, evitar que se reproduzcan en el mundo más “caínes”, eso dice la encíclica del Papa Juan Pablo II, quien la Iglesia promueve para volverlo un santo:

“9. Dios no puede dejar impune el delito: desde el suelo sobre el que fue derramada, la sangre del asesinado clama justicia a Dios (cf. Gn 37, 26; Is 26, 21; Ez 24, 7-8). De este texto la Iglesia ha sacado la denominación de «pecados que claman venganza ante la presencia de Dios» y entre ellos ha incluido, en primer lugar, el homicidio voluntario. 12 Para los hebreos, como para otros muchos pueblos de la antigüedad, en la sangre se encuentra la vida, mejor aún, «la sangre es la vida» (Dt 12, 23) y la vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios: por eso quien atenta contra la vida del hombre, de alguna manera atenta contra Dios mismo. Caín es castigado: tendrá que habitar en la estepa y en el desierto. La violencia homicida cambia profundamente el ambiente de vida del hombre. La tierra de «jardín de Edén» (Gn 2, 15), lugar de abundancia, de serenas relaciones interpersonales y de amistad con Dios, pasa a ser «país de Nod» (Gn 4, 16), lugar de «miseria», de soledad y de lejanía de Dios.”

Es clara esta doctrina de la Iglesia, que la vida humana es sagrada e inviolable, y como expresa Génesis 9,5. Dios pedirá cuentas de la vida del hombre al hombre y en consecuencia, si ha cometido un crimen, será castigado. Sobre ese precepto se debería sustentar la Iglesia en Colombia:

“«nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente».41 … la Sagrada Escritura impone al hombre el precepto «no matarás» como mandamiento divino (Ex 20, 13; Dt 5, 17). … Dios demuestra que «no se recrea en la destrucción de los vivientes» (Sb 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (cf. Sb 2, 24). Satanás, que es «homicida desde el principio», y también «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida” .

No solo es NO MATARÁS sino también NO DESAPARECERÁS a ningún hombre o mujer. Es tan profundo el dolor y la incertidumbre que causa el crimen de la desaparición forzada, que madres han pasado más de 30 años persistentes en la búsqueda de la verdad y la justicia, renunciando al olvido, afirmando la memoria, aunque ésta pueda ser dolorosa. La persistencia por la verdad, llevó a que en 1979 el papa Juan Pablo II se pronunciara ante este horrendo crimen en su alocución ante más de 70.000 personas al recitar el ángelus en la Plaza de San Pedro:
“Mi solidaridad con las familias de los desaparecidos. Pido a los Gobiernos de Videla y Pinochet para que liberen a los presos políticos. Pedimos, que se acelere la anunciada definición de las situaciones de los detenidos y que se mantenga un compromiso riguroso para tutelar, en todas las circunstancias requeridas por la observación de las leyes, el respeto de la persona física y moral, incluso de los culpables o acusados de violaciones de la ley.”

L’Osservatore Romano, órgano oficial de la Santa Sede, dedicó ese 30 de octubre la editorial a la intervención del Papa en favor de los «desaparecidos» en Argentina y Chile. L’Osservatore afirma que sería gran responsabilidad “ante Dios y ante la historia desilusionar las esperanzas que las palabras del Papa hayan podido abrir en el corazón de las víctimas y de sus familiares”.

¿Por qué Ustedes no siguen el ejemplo del papa?
¿Por qué no se han solidarizado los Obispos con los familiares de los desaparecidos forzadamente en estos 26 años?
¿Por qué no clamaron hace 26 años en una solo voz con el Magistrado Reyes Echandía para que se evitara el Holocausto del Palacio de Justicia?
¿Por qué no se unen hoy a nuestra pregunta sin respuesta durante 26 años?, a la insistente pregunta de ¿Dónde están los desaparecidos del Palacio de Justicia?

La Iglesia Católica está llamada a ser profeta en medio de las injusticias, de colocarse al lado del desvalido, de la víctima nunca del poder y el victimario. Esta llamada a reconocerse en la verdad, en la justicia y la memoria. En clamar porque NUNCA MAS se repitan crímenes de Lesa Humanidad en Colombia o cualquier lugar del mundo. Su trabajo por la verdad no tiene un límite de tiempo, y al igual que la iglesia reconoció sus culpas y pidió perdón por los crímenes que se cometieron en la Conquista de América, por el Etnocidio; así como denunció los crímenes del nazismo, está también llamada a denunciar los crímenes que se cometen aún en democracias como la de Colombia, no importa que sean de hace 60, 50, 40 o 26 años de haberse cometido, porque “la verdad nos hará libres”:

“Vivíamos sumidos en una gran erupción del mal, y sólo gradualmente comenzamos a darnos cuenta de sus dimensiones reales. Porque los responsables trataban a toda costa de ocultar sus propios crímenes a los ojos del mundo.

Los crímenes nazis tuvieron su Nuremberg, donde los responsables fueron juzgados y castigados por la justicia humana. No obstante, hay muchos otros casos en que no ha sido así, aunque queda siempre el supremo tribunal del Legislador divino.

La Iglesia conserva la memoria de la historia del hombre desde sus comienzos: de su creación, de su vocación, de su elevación y de su caída. En este marco esencial discurre toda la historia del hombre, que es la historia de la Redención. La Iglesia es la madre que, a semejanza de María, guarda en su corazón la historia de sus hijos, haciendo propios todos los problemas que les atañen” .

De manera respetuosa les increpamos a dar testimonio del evangelio, de los preceptos y doctrinas que predican y a las cuales los practicantes de la iglesia Católica tienen fe. El testimonio siempre será la mejor forma de predicar la verdad y “El hombre contemporáneo escucha más atento a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros es porque son también testigos” (Pablo VI, EN. 41)

No pretendemos que la Conferencia Episcopal apoye directamente a las víctimas, exigimos que por lo menos respeten nuestro dolor y la tragedia que hemos vivido en estos 26 años. El papel ejercido por dos de sus obispos, al atacar fallos judiciales que reconocen los derechos de las víctimas, no ayuda en nada a que en Colombia se supere la impunidad y entender que existen victimarios, incluyendo funcionarios públicos que se apartaron de la protección de la vida y optaron por métodos peores que los que dicen combatir. Vemos que la Iglesia Católica se pone abiertamente del lado de los victimarios, de quienes ostenta el poder y ocultan la verdad, desconociendo los derechos de las víctimas a la verdad, a la justicia, a la reparación, a la memoria y a la no repetición de estos crímenes.

Esperamos que en futuras intervenciones la Jerarquía de la Iglesia apoye el logro de la verdad y la justicia, en vez de ponerse del lado de un Estado que pretende mantener la impunidad.

Atentamente,

Familiares de Carlos Augusto Rodríguez Vera, Irma Franco Pineda, David Suspes Celis, Bernardo Beltrán Hernández, Héctor Jaime Beltrán Fuentes, Cristina del Pilar Guarín Cortés, Gloria Estela Lizarazo, Luz Mery Portela León, Ana Rosa Castiblanco, Norma Constanza Esguerra Forero, Lucy Amparo Oviedo Bonilla y Gloria Anzola de Lanao.

Notificaciones a la Calle 61 A No. 17-26 en Bogotá.