Baloto uribista

Si hay algo más iiritante que la escandalosa noticia de que el Gobierno a través del programa Agro Ingreso Seguro (AIS) ha hecho más ricos a sus amigos, es la torpe defensa que del mismo ha asumido el ministro de Agricultura, Andrés Fernández, el “Uribito Gordo”. Tan cínica es su postura, que ya hoy casi nadie recuerda la conducta censurable de su antecesor, Andrés Felipe Arias, bajo cuya administración surgió la piñata uribista.


En una insólita rueda de prensa, el ministro Fernández dijo mentiras, como la de que ninguno de los beneficiarios del programa AIS fue aportante de las campañas presidenciales de Uribe. ¿A quién creería que le hablaba?

Comparando la lista de aportantes a la campaña de 2002 con los beneficiarios de AIS, se aprecia, por ejemplo, que Alfredo Lacouture Dangond aportó 5 millones y recibió un subsidio de $457’820.574; Compañía Agropecuaria Balsilla S.A. aportó 5 millones y recibió un subsidio de $410’406.449; Inesa S.A. aportó 5 millones y le entregaron un subsidio de $444’398.315; Harold Abadía Campo aportó 1 millón y registra un subsidio acumulado de $1.522’602.419.

Adicionalmente, el envarado ministro que como su amo monta caballo portando una taza llena de café, también faltó a la verdad, metiendo en un solo saco subsidios y préstamos, los cuales presentó perversamente como si fueran idénticos. Una cosa es que muchas personas dedicadas a las labores del campo hayan recibido el auxilio oficial mediante el otorgamiento de créditos que deben ser pagados con intereses benignos, y otra muy diferente, es que eso sea igual a las dádivas que se han dispensado a dedo, curiosamente para favorecer a quienes han hecho del uribismo un dogma.

Pero además de las mentiras, al mejor estilo mafioso el ministro acudió a la sucia estrategia de que para que todos parezcan inocentes, es mejor que también todos sean culpables, y salió a untar a todo el mundo del pecado que él no supo exculpar. Para ello usó el expediente malicioso de equiparar a un servidor público con un respetado dirigente gremial, al que además usó injustamente para disfrazar las cuantiosas donaciones a otros. Fue el caso del presidente de la Asociación de Fiduciarias, quien de los $47 millones de un subsidio para riego y drenaje de los cuales apenas ha recibido 25, fue presentado en el contexto de haber sido premiado con un subsidio altísimo, sin ser ello cierto. Lo mismo hizo el ministro Fernández con Juan Mario Laserna —ex director del Banco de la República—, quien con razón protestó furioso ante la infame sindicación de ser beneficiario de subsidios, pues lo suyo fue un préstamo legítimo que canceló hasta el último centavo.

Y para acabar de agravar las cosas, el locuaz ministro del agro, con un desparpajo invencible, declaró a un medio radial que la Procuraduría prácticamente ya había impartido bendición al negociado del AIS, porque al final de una visita los funcionarios del organismo de control manifestaron su conformidad con las coartadas ofrecidas. ¡Ah, de modo que investigados y Procuraduría in situ se dan palmaditas y todo arreglado¡. De ser cierta la versión del ministro, ya sabemos en qué terminará esta investigación en manos del siniestro Absolvedor, Alejandro Ordóñez, el mismo que irresponsablemente señala a todos los jueces de ser criminales, pero exonera velozmente a los agentes del Gobierno.

Todo este ruido pasará pronto y los ricos protegidos del régimen seguirán enriqueciéndose más, porque, en su universo corrupto, dirán que si lo lograron los “Hijos del Ejecutivo”, Tomás y Jerónimo, que no tenían ni cinco cuando llegaron a la “Casa de Nari”, los demás también tienen derecho, no importa que se desangre impunemente el erario.

Adenda. ¿Y por qué hay que filmar al ex alcalde Lucho Garzón cuando anda de rumba?

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Ramiro Bejarano Guzmán