Asesinato de niño de 13 años Pedro Alberto Palacio por paramilitares.

“Cuando se asesina a un niño, se asesina la posibilidad de que otros puedan si quiera nacer. Cuando se asesina a un niño se está provocando la muerte de la especie humana, se está asesinando el presente de la humanidad o los restos que nos quedan de ella. No es suficiente la culpa o el arrepentimiento. No es posible la huida o el ocultamiento. Muchos siglos de historia muestran que el crimen de inocentes cimentaron una sociedad del sacrificio. Los niños requieren ser dignificados, que sea posible la justicia”.


Bogotá, D.C. 28 de diciembre de 2008

FRANCISCO SANTOS
Vicepresidente de la República

FABIO VALENCIA COSSIO
Ministro del Interior

JAIME BERMÚDEZ
Ministro de Relaciones Exteriores

PAULA MARCELA MORENO
Ministra de Cultura

MARIO IGUARÁN ARANA
Fiscal General de la Nación

EDGARDO MAYA VILLAZÓN
Procurador General de la Nación

HERNANDO TORO
Defensor Nacional del Pueblo

Ref: Asesinato de niño de 13 años PEDRO ALBERTO PALACIO por paramilitares.

“Cuando se asesina a un niño, se asesina la posibilidad de que otros puedan si quiera nacer. Cuando se asesina a un niño se está provocando la muerte de la especie humana, se está asesinando el presente de la humanidad o los restos que nos quedan de ella. No es suficiente la culpa o el arrepentimiento. No es posible la huida o el ocultamiento. Muchos siglos de historia muestran que el crimen de inocentes cimentaron una sociedad del sacrificio. Los niños requieren ser dignificados, que sea posible la justicia”.

Reciban un respetuoso saludo.

Nuestra Constancia y Censura Ética este día en que se conmemora el crimen colectivo de niñas y niños por los poderosos, temerosos de que la fragilidad de un niño develara los cimientos en que éste se sustenta. Sangre de inocentes para ellos necesaria tratando de evitar que fuera puesta al descubierto la corrupción, desgarrada la mentira como verdad, desmoronada la falsedad de la seguridad como libertad.

Hoy esa misma historia se repite, los nombres cambian, al igual los escenarios y los contextos, pero el fondo es el mismo. Hace unos días, el 18 de diciembre, recibimos con profundo dolor e indignación la noticia del crimen del niño PEDRO ALBERTO PALACIO de 13 años de edad, perpetrado a manos de grupos paramilitares que operan. en el barrio Lleras, calle la Ruñidera, Puerto de Buenaventura.

El crimen ocurrió entre las 8:00a.m y las 8:20a.m cuando PEDRO se encontraba en su casa cuidando a su hermana de 16 meses de nacida. Los paramilitares ingresaron y al lado de la niña de brazos le propinaron varios disparos. PEDRO fue encontrado tendido boca arriba en la puerta de la casa con dos disparos en el pecho, uno que le pasó cerca del cuello y otro entre la nariz y el ojo izquierdo.

Hacia las 10:00a.m se presentaron autoridades a efectuar el levantamiento del cuerpo sin vida del menor PEDRO ANTONIO PALACIO.

En horas de la noche de ese día mientras se velaba el cuerpo del niño, hombres de las estructuras paramilitares irrumpieron en la casa de la familia de PEDRO saqueándola. De allí se llevaron todos los enseres y pertenencias personales de los integrantes de la familia, destruyeron documentos de identidad, registros civiles carnés de salud, y los documentos de la propiedad de la casa.

A las 3:00a.m del viernes 19 de diciembre la madre de PEDRO recibió una llamada con una amenaza de muerte. A mediados de la mañana los integrantes de la familia de PEDRO, su padrastro, y sus dos niñas hermanas se vieron obligados a salir del barrio.

Desde septiembre las estructuras armadas paramilitares que operan con el beneplácito de la Fuerza Pública; con su apoyo, su tolerancia y total complicidad en desarrollo de estrategias contra insurgentes de control social y territorial se tomaron varios barrios de Buenaventura entre ellos el Lleras.

En los últimos cuatro años la degradación del conflicto armado interno ha involucrado con intensidad a las niñas, los niños y los jóvenes, quiénes en desarrollo de las estrategias de guerra son usados como informantes, como falsos acusadores y algunos otros han optado por las opciones armadas como mecanismo de reconocimiento o de búsqueda de un futuro mejor.

PEDRO con apenas 12 años de edad, fue involucrado en la guerra por agentes del Estado, a su corta edad sabía qué es el miedo, el hambre y la necesidad. Todo comenzó cuando un integrante de la Policía Nacional le ofreció a la salida del colegio, a él y a varios compañeros, dinero con la finalidad de que informaran sobre la presencia o no de milicianos o de guerrilleros de las FARC en su barrio; entregándoles un celular les prometió, por lo menos a PEDRO, la posibilidad de tener una bicicleta. Con los días el agente de la policía, que se presentó con el nombre de “Camilo” le solicitó resultados. Lo citaba en el Terminal de Buses de Buenaventura. Por la primera información le entregaron 20 mil pesos (U.S 10), luego fueron 90 mil pesos (U.S 45).

A esos 12 años de edad, él y dos amigos más amigos fueron hechos para la guerra. Los niños han recordado que la policía los presiona psicológicamente, les intimida. A ellos el “Camilo” les dijo que la guerrilla les iba a matar a la familia y para evitar la muerte de su madre y hermanos deberían apoyar y darles información. Inicialmente les ofreció el teléfono móvil y diez mil pesos (U.S 5) para iniciar su trabajo y dar reportes.

En sus labores de colaboración e información a PEDRO lo llevaron a los sectores del barrio Lleras en camionetas de vidrios polarizados, debía ir señalando a los que él considerara eran milicianos o guerrilleros. Luego la policía los filmaba. En ocasiones no importaba que fueran o no milicianos eran presionados para dar información, los felicitaban, luego de dejarlos contemplar y acariciar las armas.

A comienzos de Febrero de este año a PEDRO se le acercó un hombre que se hizo llamar “Géminis” perteneciente al Gaula quien le manifestó que los agentes de policía le recomendaron por ser un buen informante.

Días después, el lunes 18 de febrero en el barrio Lleras fue descubierto por milicianos de la guerrilla de su labor. Esa mañana lo escucharon conversando con el agente del Gaula que se hace llamar “Géminis”.

Los milicianos de la guerrilla lo golpearon, le dieron látigo, luego le dieron la orden de ir por una pala para abrir el hueco donde lo iban a enterrar. Finalmente el mando de la guerrilla le ordenó abandonar el barrio para seguir viviendo.

Desde ese día la familia de PEDRO solo vio como única alternativa para su hijo sacarlo de Buenaventura y así fue. Pero el amor es el amor, la familia es la familia PEDRO regresó, quería estar al lado de su madre y sus hermanas, se acercaba la navidad, para él lo más importante era compartir junto a ellas, así como con sus amores de niño y sus amigos de juego, los de la vida lúdica y sus “parceros” de destino. El barrio no era el mismo, los paramilitares con el apoyo de la Fuerza Pública se lo habían tomado, tal vez ésa fue su confianza. Regresó… pero a los pocos días, los “civiles” armados de la estrategia paramilitar lo asesinaron.

Le segaron la vida cuando él se encontraba con su hermana de brazos, era necesario aleccionar, el amor no vale, vale la fuerza, vale el dinero. Sin embargo para PEDRO el amor era más grande, y aunque sabía que lo podrían matar… murió al lado de uno de sus amores. Protegerla y cuidarla era una de las razones de vivir y así le llegó la muerte, esa muerta maldita decidida, pensada y diseñada por quiénes hoy controlan el barrio Lleras. Los paramilitares ese día estuvieron vigilantes, como lo vienen haciendo desde septiembre con el respaldo de la Fuerza Pública. Esperaron que su madre saliera a comprar lo del día para evitar testigos, aunque para la niña de 16 meses todo está en su corazón y su mente, es el dolor y el desgano que hoy padece.

Con el tiempo parece demostrarse que la violencia estatal coincide con los intereses de sectores de inversión. La ciudad debe estar “limpia” y “segura” para implementar grandes proyectos de expansión portuaria, zonas turísticas como el Malecón, y en esa proyección los barrios de Bajamar deben cambiar. Desde septiembre los paramilitares se han tomado casi todos los barrios proyectados para el “progreso”

PEDRO, como decenas de niños afrocolombianos de Buenaventura, que sobreviven en medio de la exclusión social y que sueñan con la posibilidad de brindar el pan de cada día a sus padres o hermanos, proyectan desde esa condición diaria la posibilidad de lograr un techo para quien les ama y les dio la vida. Pero también anhelan como cualquier niño una bicicleta para movilizarse en las calles de tierra de sus barrios porque “reír y recrearse no es un delito, es un derecho de todos los niños”.

Nuestra Censura Ética y Moral ante el crimen de PEDRO ALBERTO PALACIO, pues esta muerte violenta, como la de decenas de niñas, niños y de jóvenes son las muertes anunciadas, son los crímenes previstos en los cálculos de los “limpios de la ciudad” de Buenaventura, son los crímenes necesarios para el progreso. Léase puerto de aguas profundas, obras de infraestructura para el aumento de las exportaciones. Son los crímenes que a nombre de la defensa de las instituciones de la lucha contra insurgente de la democracia se cometen.

Crímenes que muestran cuál es el costo de la seguridad o el costo de traicionar una seguridad constituida sobre el valor del dinero, sobre el juego de las necesidades de los excluidos. Es otro modo de los “falsos” positivos o de la falsa “seguridad” que se llama democrática.

Y esta muerte hubiese sido evitada si la autoridad fuera autoridad, si hubiera sido intervenida la Fuerza Pública en Buenaventura, si la seguridad se sostuviera sobre los principios de la verdad y de la justicia. Pero la autoridad misma es criminal en esta ciudad. Opera amparando el paramilitarismo, opera criminalizando a lo afro, opera comprando las conciencias… Opera rompiendo la inocencia, corrompiendo los sueños y convirtiendo la infancia en amargura y desesperanza logrando así que todo se derrumbe, se desmorone.

La justicia abriga la impunidad, los crímenes de jóvenes y de niños no son investigados seriamente atendiendo a su identidad socio cultural, o a un mismo patrón y móvil de perpetración. La justicia pretende justificar su inoperancia por la ausencia de testigos, obviando lo que está a la mano, pues a pocos kilómetros de donde se despacha, a veces a unas cuantas cuadras, se encuentran las pruebas, los cuarteles o estaciones en donde se planean las operaciones paramilitares, se sabe en dónde están los campos clandestinos en que reposan restos de desaparecidos o por lo menos se ha escuchado el rumor. Se sabe en dónde se encuentran los campos de entrenamiento y de reclutamiento paramilitar, o se sabe en dónde las autoridades pagan a cambio de información. De todas y de todos es conocido, se es testigo, cuando no víctima, de la inocultable relación de estructuras estatales con el paramilitarismo. Para nadie es un secreto cómo opera la guerra de guerrillas sobre la cual la justicia y el ente represivo muestra resultados eficaces.

Nuestra Constancia ante las decenas y decenas de páginas, con historias de horror, palabras en el vacío, en los anaqueles de sus escritorios sobre lo que sucede en Buenaventura. Nada cambia ni parece va a cambiar. Nada conmueve. La ley del terror es la cotidianidad. A los niños y a los jóvenes solo les resta la posibilidad del no futuro, de la sobrevivencia en silencio con la huida temporal o definitiva, o con la entrega al mejor postor, unas cuantas monedas, unos cuántos pesos para segar el alma, para acabar con los sueños, para acabar con el otro. Se está en la guerra por necesidad… y esa necesidad para la institucionalidad se convierte en medio para lograr resultados, así sean falsos. No importan los medios, no importan los límites de la guerra, no importa la dignidad de los seres humanos.

Los medios subordinan los fines. Lo importante son los resultados, la eficacia son “positivos”. Se ataca el crimen con crimen. Es la eficacia simbólica de la seguridad aunque se desmorone el sentido mismo de humanidad, aunque incluso, deje de existir la formalidad del Estado de Derecho.

Ante ustedes nuestra Censura Ética por la aplicación de la política pública en materia de seguridad en que la vida no vale nada, en que ser joven o niño es estar destinado a ser víctima o a la fuerza de la necesidad convertido en victimario. Nuestro profundo cuestionamiento al uso de la necesidades de los excluidos de las niños y los jóvenes como estímulo para las recompensas.

Teniendo en cuenta el Derecho a la Verdad, el derecho a saber y el derecho a la memoria elevamos con base en el Artículo 23 de la Constitución Nacional la siguiente petición a fin de que la humanidad pueda en algún momento conocer, si se adelantan investigaciones serias y eficaces sobre quiénes a nombre del “Estado de Derecho” o de “las instituciones” y la democracia y o de las políticas de seguridad obraron contra todo principio de humanidad.

Solicitamos se nos informe los nombres de los agentes de policía y agentes del Gaula que han operado en el entorno o en el barrio Lleras en particular desde septiembre de 2007?

¿Listado de nombres y agentes estatales Fuerzas Militares o policiales destacados en las operaciones en el Barrio Lleras?

A quién corresponde el nombre de “Camilo” y el de “Géminis”?

¿Qué agentes estatales han sido dispuestos para realizar acciones de control, de presión o de seguimiento sobre los niños y niñas de los colegios que se encuentran en el barrio Lleras?

¿Qué agentes del Estado han recibido recursos por el pago de recompensas? A quiénes les han aportado y cuánto y por qué tipo de información?

¿Qué policías o agentes del Gaula han reportado información de inteligencia sobre el barrio Lleras?

¿A qué paramilitares que operan en el barrio Lleras desde septiembre de 2008 se ha individualizado? A quiénes de ha capturado? A qué agentes estatales por su cooperación, tolerancia y complicidad con operaciones paramilitares?

¿Se adelanta alguna Investigación por el crimen de PEDRO? ¿A quién se ha individualizado y se ha responsabilizado?

Con profunda indignación esperamos respuesta a estos interrogantes y los apelamos a no perpetuar la destrucción de centenares de vidas humanas de niños y de jóvenes en desarrollo de las políticas de seguridad del Estado.

COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ