Antiimperialismo y Noviolencia
El libro “Antiimperialismo y Noviolencia” recoge las charlas del Padre Miguel d´Escoto Brockman, desde 1973 hasta 2008, año de su toma de posesión como Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas.
No se encuentran en esta obra, sus escritos como Canciller de la Revolución Sandinista. Tenemos la esperanza de que pronto sean editados también.
Nacido en Hollywood, California, el niño Miguel se traslada muy pronto, con su familia, a Nicaragua. A los 14 años, viaja a Estados Unidos, a continuar sus estudios.
Muy joven Miguel d´Escoto, siente el llamado de la vocación sacerdotal e ingresa en la Congregación Maryknoll.
En esa misma época, desde su sólida fe cristiana, descubre y estudia el pensamiento de Gandhi, Luther King, Tolstoy y ese personaje paradigmático para la sociedad cristiana de Estados Unidos, Dorothy Day, amiga que lo acompaña con su amistad y su ejemplo hasta su fallecimiento, en los años 80.
El padre Miguel es uno de los más ilustrados estudiosos de Gandhi, Luther King, Tolstoy y Dorothy Day en toda nuestra América.
De la Iglesia Católica recibió la fe pero, sus maestros de cabecera, para la fértil inmersión en el estudio de la iglesia primitiva, fueron estas cuatro personalidades.
Desde muy joven sacerdote, inicia su carrera de escritor. Sus artículos, redactados en Nueva York, son publicados en una decena de periódicos de América del Sur.
En 1974 regresa a Nicaragua. El encuentro con el drama social en la Nicaragua de los 70, lo sacude hasta los cimientos y decide hacer algo de inmediato para contribuir a la lucha contra la marginación y la pobreza y crea FUNDECI, institución que promovió el acceso de los pobres a una vivienda digna.
Muchas veces, en el contexto eclesial, el joven sacerdote había escuchado el consejo de los supuestos sabios de su entorno “Don´t make waves”. No hagas olas. Pero el Padre Miguel descubre que el verdadero camino de su fe cristiana está en la insurrección evangélica y no acepta guiarse por esa cómoda consigna.
En su búsqueda espiritual conoce y abraza el paradigma ghandiano de la noviolencia y trata de comprender en qué medida el mensaje original de Cristo ha sido deformado por las instituciones y las burocracias religiosas.
En sus investigaciones históricas, descubre que, a inicios del siglo IV, la Iglesia de Cristo se desvió de su opción original por la noviolencia. Su entrega a este paradigma se realiza pues contracorriente.
Muy joven, le confían la Dirección del Departamento de Comunicaciones Sociales de la Congregación Maryknoll, cargo que asume activamente hasta 1977, cuando se incorpora a la Revolución Sandinista.
Aunque ya antes de los años 70 comprende la necesidad de luchar contra al proyecto violento y guerrerista del imperialismo, fue la Revolución Sandinista la que le permitió dar el gran salto en su insurrección evangélica, como él mismo afirma en este libro.
El Padre Miguel está convencido de que para alcanzar la resurrección hay que pasar por la insurrección contra la injusticia y la opresión.
En el período de 1979 a 1990, como Canciller de la Revolución Sandinista, Miguel d’Escoto Brockman marcó la historia de Nicaragua y de América.
Entre otros muchos, queda para siempre, como testimonio de su acción, el fallo de la Corte Internacional de La Haya, único en la historia de la institución, condenando por primera y hasta ahora única vez, a los Estados Unidos, por su agresión terrorista contra Nicaragua. El Padre d’Escoto dirigió esa utopía exitosa, como Canciller de la Revolución Sandinista.
Miguel d’Escoto no puede vivir sin expresarse, sin sentar su posición ante la injusticia, la opresión y la marginación. El mundo anda muy mal y el padre Miguel no puede callar. Su palabra no es fanática sino ilustrada, con una estructura sólida de argumentos, trabados entre sí por su impresionante erudición.
Su voz es fuerte, clara, sin ambigüedades, pertinente y anclada siempre en su fe cristiana. Así fue en los años 70, así continuó siendo al ejercer sus funciones de Canciller y así lo es ahora desde el alto cargo de Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas.
“El amor nos impele a echar manos a la obra en la construcción de un mundo más justo y noviolento, con la solidaridad como su mayor calificativo.-escribe- Debemos hacerlo sin mirar hacia atrás, en reconciliación con quienes pueden habernos causado dolor y sufrimiento. Si no somos capaces de perdonar, no nos haremos merecedores de la vida. Habremos optado por el odio y el rencor que sólo conducen a la destrucción y la muerte.” afirma en su discurso inaugural del 63º Período de la Asamblea General de Naciones Unidas (N.U., New York, 16/09/2008)
El Padre Miguel, escribe como habla y habla como cree y de lo que cree. Nunca elabora la contabilidad de costos- beneficios de su sinceridad valiente, a veces apasionada, a veces tierna como una brisa.
Le basta saber que tiene que decirlo y su esfuerzo se concentra en encontrar la verdad en cada momento, no en el precio que pagará por ello.
El padre Miguel no sólo habitó “en las entrañas del monstruo”, de las que habló Martí, sino que nació en ellas, se desarrolló y estudió en ellas, se codeó con representantes de su élite y aunque aprendió a amar las raíces ejemplares de ese gran país, comprendió que su triste vocación imperialista era esencialmente mala, inviable y destructora.
Ciudadano nicaragüense por sangre y opción vital, norteamericano de nacimiento, sacerdote, religioso, sólido intelectual, ingeniero, periodista, historiador, fundador y primer director de la Editorial Orbis en Nueva York, poeta, crítico de arte, revolucionario, diplomático, ideólogo sandinista, teólogo con personalidad propia, fundador de ONGs nacionales e internacionales, amante apasionado de las artes plásticas, de la buena literatura y de entretenidas tertulias, relacionista público, polemista feroz en los campos de la diplomacia internacional, habilísimo negociador y diplomático, conocedor de asilos y de escondites clandestinos, así como de barrios populares o salones elegantes, visitante de casi todos los países del planeta, amante apasionado de la jardinería y las artesanías, lo mismo paladea con sus amigos una tradicional sopa de cola, que inicia un ayuno de 30 días “para despertar –dice- a los que guardan silencio”, llevando su testimonio profético a extremos que pusieron en alto riesgo su vida.
En su conversación y en sus escritos retozan libremente citas y referencias a los últimos libros de los más profundos pensadores y creadores contemporáneos, con muchos de los cuales cultiva una amistad muy cercana. Con Noam Chomsky, el pensador moderno más citado hoy en día, el Padre Miguel ha entablado una fuerte amistad ética e intelectual, correspondida por el norteamericano.
Disfruta conversando sobre los temas axiales de la humanidad y de la historia, en forma tan espontánea y natural, que sus interlocutores no perciben a veces la frontera entre esas conversaciones y los comentarios deliciosamente intrascendentes que intercala, sobre una receta de tizana de zacate limón con jengibre o sobre la belleza de un pavo real, que en ese momento se pasea coqueto en su jardín.
A ninguno de los que lo conocemos nos extrañó escuchar en su discurso inaugural en Naciones Unidas estas palabras “La lucha por que se acoja a plenitud la lógica de la solidaridad en nuestra Organización y en sus Estados Miembros será la tarea principal de esta presidencia” y lo ha cumplido. Más adelante añade “El problema de fondo es un problema de ética” “Mi llamada a que por el bien de la presente y futuras generaciones, asumamos la ley suprema del amor”
Por eso a nadie extraña que, comentando su elección, el diario El País afirmara en su edición del 11 de septiembre del 2008: “En los pasillos de la ONU lo conocen como el Mandela de Latinoamérica, por su trayectoria y su encendida defensa del espíritu y los valores sobre los que se construye esta gran familia de naciones” (El País. Sandro Pozzi, New York, 11 septiembre, 2008).
Es ese Padre Miguel el que nos ofrece hoy este libro Antiimperialismo y Noviolencia.
Al leer por primera vez el original de esta obra, descubrí con gran sorpresa que lo que me parecía un libro histórico-político era, además, un libro de teología.
Teología de la noviolencia, de la insurrección evangélica, de la praxis política y el ecumenismo cristianos, de la globalización, del antiimperialismo, de la ciudadanía nicaragüense y latinoamericana.
En forma diáfana posa sus tesis como piedras canteras, sin aristas ambiguas y escribe: “Todo seguidor de Jesús debe ser noviolento y antiimperialista porque el imperialismo es violento”. “El que no lucha por lograr ese trato más fraterno no acepta, no proclama la paternidad de Dios”, añade en otra parte.
A Miguel d’Escoto, el compromiso sincero con la noviolencia le exige ser antiimperialista.
Este teólogo original propone la noviolencia como camino para entender el evangelio “creo que sólo aquellos que han estado involucrados en una noviolencia activa o creativa pueden entender el significado de la Cruz”, nos dice. Para comprender la fuerza de esta afirmación hay que saber que su primera visión del mensaje evangélico se resume en esta frase “La resurrección ya está en la Cruz”.
Miguel d’Escoto está consciente de que su visión y su palabra pueden ser a veces desconcertantes en un primer momento, incluso a sus hermanos más cercanos y queridos. Al referirse a su concepción estratégica de la noviolencia escribe “hace años que vengo pensando y sosteniendo esto y desde hace muchos años algunos compañeros me han venido diciendo que esa es una veta burguesa o reaccionaria en mi manera de ver las cosas. Pero yo sigo pensando que eso es así, que no puede haber ningún auténtico proceso de evangelización, si éste no incluye, como un elemento constitutivo, lo de la noviolencia activa, creativa y militante”.
Al mismo tiempo que es decantación de una reflexión histórica, transparente y sólida, este libro es testimonio y de los buenos. Testimonio de quien participó en la corrida de toros no como espectador, sino en la misma arena, frente a los cuernos de la bestia.
El hilo conductor de su reflexión se enraíza en su comprensión de la cruz/resurrección del cristianismo. Allí está la génesis de su compromiso e involucramiento en las luchas de liberación y en pro de la justicia. Para entender sus escritos es necesario comprender que en cada opción de su vida el Padre Miguel se involucra, como el afirma en este libro, “por fidelidad a Dios y a mi pueblo y de eso en ningún momento me arrepiento”.
El lector comprobará que su compromiso avanza paso a paso, respondiendo cada día a la luz que surge de su fe. Su aproximación a la verdad y su entrega hasta límites que podemos calificar de heroicos, es progresiva, como lo es todo crecimiento en la vida.
Citando a Gandhi, Miguel escribe “que las personas y los pueblos ascienden a nuevos niveles de humanidad casi siempre por necesidad, no por virtud”. “Pero no hay nada malo”, añade, “en que avancemos en el camino de nuestra perfección, individual o colectiva, bajo la presión de las circunstancias”.
Aunque el autor de este libro de noviolencia y antiimperialismo no tiene nada de guerrerista, nos habla de “una guerra teológica que requiere una respuesta”. Así interpreta la razón de ser de su ayuno de 30 días en el que estuvo anuente a arriesgar su vida.
El mismo califica este ayuno como “un acto de protesta profética que va a repercutir en América Latina …detonante de una insurrección evangélica que evite el derramamiento de sangre…” “un signo cristiano contra la complicidad de quienes, con su silencio, apoyan la guerra”.
Las páginas de Imperialismo y Noviolencia, dejan claro al lector que su autor es un aguerrido combatiente: “Para saber si alguno es cristiano- afirma- pídele las credenciales. Pregúntale cuáles son las llagas que lleva en su cuerpo o en su alma…”.
No obstante, al proclamar la noviolencia lo hace con una visión clara y realista, desbordante de sentido común, sobre la condición humana como proceso histórico, cuando escribe: “ no cabe pedirle a un pueblo, aunque sea un pueblo que se dice cristiano, cuando llega un momento crítico en que tiene que defenderse, que deseche los métodos violentos”. “Eso es totalmente absurdo, como que yo venga y condene al campo porque no me produce el maíz que nunca sembré”.
La firmeza de sus principios no está en contradicción con su visión misericordiosamente evangélica de la humanidad concreta. Su actitud, aunque firme, no es prepotente.
Desde esta misma visión y fe, en sus escritos de 1990, reflexiona sobre la pérdida de las elecciones por parte del FSLN. “sufrimos una derrota electoral, – afirma- pero es la derrota que garantiza el triunfo de la revolución…esto es como la revancha del Güegüence…… “bueno pues, te pido cacao para que me soltés pero lo que yo quiero es descansar, tomar fuerza y embestir de nuevo…es un repliegue táctico”, dice.
A partir del año 2000, sus escritos son un permanente observatorio del contexto político y social del mundo. En todos estos artículos sigue presente y creciente su fe en Cristo, su militancia en la noviolencia, su militancia de revolucionario sandinista y su condena al guerrerismo imperialista.
En 2003, propone al FSLN cambios rectificativos y cambios renovadores. En una brillante disertación conceptual contrapone el cambio renovador al cambio claudicante.
Cuando el original de este libro llegó a mis manos, el Padre Miguel d´Escoto no había sido electo todavía Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas.
En los diez meses transcurridos desde entonces, la figura, el pensamiento, la voz y la lucha del Padre Miguel han alcanzado una dimensión universal, erigiéndose como uno de los más grandes humanistas y creadores de paradigmas éticos del siglo XXI.
Con el período de Miguel d´ Escoto como Presidente de la Asamblea General, la historia de Naciones Unidas se divide en un antes y un después.
Este es el autor del libro Antimperialismo y Noviolencia y este es el libro que hoy tenemos el honor de presentar a ustedes.
El pueblo de Nicaragua y los pueblos del mundo son ya propie¬tarios de ese patrimonio de la humanidad que son el testimonio, el pensamiento, la lucha y los escritos del Padre Miguel d’Escoto Brockman.
Este libro tenía que ser escrito y publicado. Otros libros más deben de ser escritos a partir de ahora. Gracias por haberlo escrito, Padre Miguel, gracias por continuar tu insurrección evangélica.