Amos y Jesús de Nazareth
Hacemos estas reflexiones pensando en los creyentes que quieren actuar de acuerdo a las exigencias de su fe, que buscan luces para orientar sus acciones en una sociedad que, de diversas formas se autoengaña, evita la verdad, evade la responsabilidad de hacer justicia a los pobres y a las víctimas e ignora los intereses “ocultos” que sacan provecho de la tragedia colombiana. Hablamos a personas de buena voluntad que en diversas iglesias buscan ser honestos con la historia y “llamar las cosas por su nombre” en el momento en que se cambia el nombre a las cosas.
LUCES BIBLICAS PARA LA VERDAD, LA JUSTICIA Y LA REPARACIÓN: AMOS Y JESÚS DE NAZARET
I. INTRODUCCIÓN
Los debates en el Congreso y en la opinión pública colombiana, sobre la mal llamada “ley de justicia y paz”, que “crea un marco jurídico” para la “desmovilización” de los paramilitares, encendió las alarmas tanto por el contenido como el sentido que se está “dando” a la verdad, la justicia y la reparación a las víctimas de crímenes de lesa humanidad y violaciones a los derechos humanos. Alarma ocasionada por el profundo cuestionamiento a la “autoridad” ética, política y moral del Estado colombiano -por lo que ha hecho y lo que ha omitido- para hablar de la verdad, la justicia y la reparación. En el fondo, el proyecto gubernamental busca consagrar la impunidad con leyes a la medida de los victimarios y sus cómplices.
Frente a este proyecto y otros, con objetivos similares, es necesario recordar que “la impunidad significa el triunfo de la mentira, el silencio y el olvido. Corrompe y envenena la memoria de los pueblos y las comunidades… La impunidad hace que sea imposible una auténtica reconciliación social”.
Hacemos estas reflexiones pensando en los creyentes que quieren actuar de acuerdo a las exigencias de su fe, que buscan luces para orientar sus acciones en una sociedad que, de diversas formas se autoengaña, evita la verdad, evade la responsabilidad de hacer justicia a los pobres y a las víctimas e ignora los intereses “ocultos” que sacan provecho de la tragedia colombiana. Hablamos a personas de buena voluntad que en diversas iglesias buscan ser honestos con la historia y “llamar las cosas por su nombre” en el momento en que se cambia el nombre a las cosas.
Hoy la honestidad es fundamental porque se están utilizando diversos mecanismos para esconder, silenciar o tergiversar la verdad de las víctimas:
Cuando los hechos son demasiado graves y las evidencias contundentes para poder ocultarlos o silenciarlos, se manipula la verdad de las víctimas y se desvía la discusión para convertir a las víctimas en responsables. Este mecanismo se evidenció en la masacre en San José de Apartado al contrastar las versiones oficiales reproducidas por los medios de comunicación –con algunas excepciones- con la realidad expresada por las víctimas y sus acompañantes. La muerte aberrante, incluso de niños, pasó a un segundo plano, la atención y el debate se desviaron hacia la posición política y los reclamos legítimos de la comunidad. La muerte brutal de niños no fue señalada como “acto terrorista” ni por el gobierno ni por la mayoría de los medios de comunicación. Una desviación similar ocurrió con la masacre de 5 personas, entre ellas un niño de 6 meses, asesinados por el Ejército, el 10 de Abril, en El Placer, caserío Potosí, municipio de Cajamarca, departamento del Tolima.
- Con frecuencia las víctimas son presentadas ante la opinión público como guerrilleros “dados de baja”, pero la verdad, certificada por testigos, muestran campesinos asesinados, sus despojos mortales “legalizados”, es decir, con armas y uniformes que les colocan los asesinos, llegando a presentar personas inválidas como guerrilleros “dados de baja”.
- La mayoría de los hechos no requieren ningún esfuerzo para ser ocultados porque los medios de comunicación no dirán nada, aunque lo sepan y por las amenazas a los familiares, testigos…
Por razones éticas, políticas, morales y sociales es necesario tener en cuenta que “buscar la verdad, conocer la verdad, decir la verdad: para quienes han soportado los tiempos oscuros de la represión o de los conflictos internos, ésta es la primera necesidad, una necesidad vital, existencial”. Frente a los discursos vacíos sobre una “reconciliación barata” debemos saber que “la base fundamental para la reconciliación social es la justicia, y ésta ha de estar apoyada en la verdad. Ninguna justicia es posible sin la verdad”; ante quienes pretenden que las cosas sigan “como si nada hubiera pasado” exigir la reparación integral o restitución es lo mínimo que podemos hacer, porque “con la restitución se reconstruye la identidad, se recupera la verdad, la libertad. En síntesis, se sale de la enfermedad para ingresar en la salud, de la humillación a la dignidad, de la abyecta ilegalidad al luminoso crecimiento de la justicia y verdad”.
En Colombia, tanto en el contexto del actual debate sobre la ley de “justicia y paz” como en otros escenarios donde se hable de verdad, justicia y reparación, es un imperativo ético tener en cuenta la conceptualización hecha por las víctimas de crímenes de lesa humanidad y de violaciones de los derechos humanos y sus familiares. Ellas, las víctimas, en el manifiesto por la verdad, la justicia y la reparación, expresan:
- “La VERDAD y la MEMORIA HISTÓRICA para que los hechos de violencia no se repitan. La verdad para establecer el por qué, cuándo y cómo se perpetraron las atrocidades. La verdad para saber quiénes son los máximos responsables de los crímenes, y cuál es el origen y las motivaciones económicas, políticas o sociales que han conducido a su ejecución. La verdad para conocer las fuentes de financiación y modos de actuación de los criminales. La verdad para demostrar el carácter sistemático y señalar a quiénes han favorecido y quienes se han beneficiado de estos hechos de violencia.
- La JUSTICIA para que se esclarezcan totalmente los hechos. La justicia para que se investigue penal, disciplinaria y administrativamente, sea en el plano nacional o internacional, a los perpetradores intelectuales y materiales. La justicia para que se les procese y castigue con penas proporcionales a la gravedad de los crímenes cometidos.
- La REPARACIÓN INTEGRAL que comprenda el restablecimiento de los derechos vulnerados individual y colectivamente. La reparación que permita el retorno y la devolución de las tierras a los desplazados y a las familias de los asesinados y desaparecidos. La reparación que entrañe la compensación, indemnización y resarcimiento de los daños de todo orden causados. La reparación que implique la rehabilitación y las acciones orientadas a proporcionar atención médica y sicológica que ayude a la recuperación de las pérdidas y disminuciones físicas y síquicas sufridas. La reparación que incluya la recuperación de la memoria histórica, la difusión pública y completa de la verdad de los crímenes perpetrados y la dignificación de las victimas… La reparación que disponga la búsqueda e identificación de cadáveres de las personas asesinadas, y el esclarecimiento de todos los hechos relativos a los desaparecidos. Las medidas de reparación que garanticen la no repetición de las violaciones”.
Hoy, cuando la verdad de las víctimas está siendo vaciados de contenido, tergiversada y deslegitimada por los victimarios y sus cómplices o por personas bien intencionadas pero ingenuas, los creyentes redescubren que en las Sagradas Escrituras la causa de los pobres y las víctimas es el criterio fundamental para juzgar leyes, acciones, cultos…; un criterio para interpretar la ley (Cf. Ex 3,4-10), lo profetas (Cf. Is 58, 6-9) y la práctica de Jesús (Cf. Mt 25,40.45; Lc 10,37).
En las palabras, gestos y actitudes del profeta Amós y de Jesús de Nazaret hay luces y criterios para que los creyentes asuman la verdad, la justicia y la reparación. En Amós analizaremos la polémica con Amasías, sacerdote de la casa real de Israel (Am 7,10-16); y en Jesús de Nazaret la polémica contra la ley con ocasión de la curación, en día sábado, de un hombre con el brazo paralizado (Mc 3,1-6) y la discusión sobre la autoridad de Jesús, para actuar como lo hace, en la parábola de los viñadores asesinos (Mc 12,1-12).
II. AMÓS, “EL AGUAFIESTAS”, QUE DESENMASCARA LA BELLEZA FALSA.
En la época de mayor esplendor y riqueza del Reino del Norte, apareció el profeta Amós predicando en contra de la casa real, su predicación generó una fuerte polémica con el sacerdote Amasías. Presentaremos un breve contexto de la discusión, luego la analizaremos y después haremos unas anotaciones sobre el texto que permitan comprender la trascendencia de las denuncias del profeta sobre la utilización de la religión para ocultar la realidad. Las lecciones de la escena las veremos al final.
1. EL CONTEXTO SOCIO-POLÍTICO DE LA ESCENA
La polémica entre Amós y Amasías ocurre en Israel, Reino del Norte, durante el reinado de Jeroboám II (783-743), siglo VIII antes de Cristo, cuando Israel vivía su mejor momento: estabilidad política, excelente comercio con Arabia, Fenicia, el Mar Rojo y con las minas de cobre de Arabá, el mayor número de habitantes en su historia, construcciones espléndidas y lujosas, aumento de los recursos económicos y agrícolas, florecimiento de la industria del tinte y la textil. Una prosperidad desconocida desde el reinado de Salomón
Pero en medio de este esplendor, surgieron profetas que “se sintieron como impulsados por Yahvé a poner en tela de juicio el consenso nacional-religioso que impera en la sociedad de Israel”.
Si todo estaba bien, ¿por qué las fuertes denuncias de los profetas, por qué proclamaban el desastre del reino? Porque el esplendor y la belleza ocultaban la injusticia, se fundamentaban en una profunda descomposición social; porque los ciudadanos “comunes y corrientes” y los agricultores eran empobrecidos mediante las trampas y abusos de terratenientes, funcionarios reales, militares y comerciantes; por el resquebrajamiento del derecho a la tierra y los ideales de igualdad; porque los trabajadores del campo cayeron bajo la presión financiera de quienes poseían el poder económico y quedaron sometidos a una dependencia total; porque el “derecho al crédito” se convirtió en instrumento de opresión al obligar a los “endeudados” a renunciar a los títulos y a su libertad, otorgándole al acreedor el derecho a adueñarse, no sólo de sus bienes, sino de la familia, incluso de su propia persona; porque muchos “endeudados” quedaron convertidos en esclavos, con lo cual los prestamistas podían disponer de mano de obra barata.
La crítica profética estaba dirigida contra los dirigentes políticos, religiosos y económicos, contra los latifundistas y su codiciosa expansión de la tierra, contra la supresión del derecho al suelo, contra la manipulación del derecho al préstamo y de crédito por la clase adinerada, contra la esclavitud generada por la deuda y, de manera radical, contra las injusticias de las sentencias judiciales porque la “administración de justicia se ha convertido en presa fácil del poder político, que con argucias, intimidaciones y sobornos ha impedido la objetividad en los procesos”.
La denuncia profética es parcial en favor de los oprimidos. Los profetas, desde su fe en Dios, mostraban la responsabilidad de la clase dirigente en la situación desesperante de los pobres y marginados; reprochaban con fuerza al pueblo y sobre todos los dirigentes el creer que la desigualdad social, la opresión y la injusticia eran compatibles con prácticas religiosas como peregrinaciones a los santuarios, cultos, acciones de gracias, sacrificios, ofrendas; enrostraban y dejaban sin piso la “seguridad” que sentían por ser el pueblo del Señor en medio de las injusticias y el sentirse privilegiados frente a los demás pueblos.
2. LA POLÉMICA ENTRE AMÓS Y AMASÍAS
En este contexto político, social, religioso y económico la predicación de Amós resonó con fuerza y pronto llegó a la casa real que se sintió aludida. El sacerdote Amasías salió en su defensa y atacando, cuestionando al profeta.
La polémica se desarrolló en tres actos:
Primer momento: Amasías envío un comunicado a Jeroboam, rey de Israel, diciéndole: “Amós conspira contra ti en plena casa de Israel; el país no puede tolerar todas sus palabras…” (Am 7,10).
Segundo momento: Amasías expulsa a Amós del país, diciéndole: “Vidente, vete, fúgate al país de Judá, y come allí tu pan y allí profetiza; pero en Bet-‘El no volverás más a profetizar, porque es un santuario del rey y un templo del reino” (Am 7,12-13)
Tercer momento: la respuesta de Amós a Amasías: “Ciertamente soy profeta, pero no soy un profeta profesional, pues soy vaquero y cultivador de sicomoros; pero Yahveh me tomó de detrás del rebaño y me dijo Yahveh: Ve, profetiza contra mi pueblo Israel. Ahora, pues escucha la palabra de Yahveh: “Tú dices, no profetices contra Israel, ni vaticines contra la casa de Isaac”. (Am 7,14-16). Luego amenaza a la casa real con términos y expresiones que se repiten en 5,11.17.
3. ANOTACIONES SOBRE LA ESCENA
Reconocer las características de los personajes que intervienen ayuda a una mejor comprensión: el sacerdote del templo, Amasías, es funcionario de la casa real, profesional del culto en el santuario nacional de Betel, controlado por el rey, los sacerdotes vivían del Templo y del servicio a la casa real; Amos es un campesino, llamado por Dios para profetizar contra la casa real, no es profeta profesional ni vive del culto; Jeroboam II, es el rey de Israel responsable del tempo, lo “administra” a través de los sacerdotes.
Las palabras de Amós son un peligro para la casa real y la religión oficial, es decir, para sus intereses, por eso la decisión de expulsarlo. El texto bíblico es sarcástico contra poder: mientras el sacerdote Amasías y el rey Jeroboam que tienen títulos y funciones religiosas actúan contra el querer de Dios, el campesino Amos encargado de cuidar ganado y cultivar sicomoros es llamado por Dios, enviado a profetizar sin ser profeta profesional y hace lo que Dios quiere: ver la opresión que se hace en nombre de Dios y denunciarla con fuerza.
El profeta es expulsado para conservar los intereses de la casa real, del santuario real. Expulsar el profeta asegura “la estabilidad” de la monarquía injusta puesta en riesgo por sus críticas, para su conservación sacrifican la verdad y la justicia, claves de la fe de Israel. Estos hechos muestran que el templo no está abierto a la palabra de Dios; que hay un contraste entre el campesino que no es profeta y va donde Dios le manda y dice lo que le pide y el sacerdote de templo nacional que “cierra el templo a la palabra de Dios”.
La decisión del sacerdote Amasías de expulsar al profeta para que se gane el pan profetizando en otro lugar no está motivada por razones teológico-sacerdotales sino materiales, económicas, sociales y religiosas sin referencia a Yahvé. El texto enfrenta dos comprensiones de la misión del profeta: la de Amasías, quien tiene en mente el profeta profesional y la de Amós quien no es profesional. En esta escena podemos concluir que Dios actúa fuera de la institucionalidad religiosa, fuera de la institucionalidad real fundada en su nombre y erigida en el poder que decide la vida del pueblo.
4. CORREINDO EL VELO DE LA RELGION QUE CUBRRE LA VERDAD.
La preocupación de la Casa Real por la predicación del profeta es muy razonable desde sus intereses, porque Amós invitaba a buscar a Dios fuera del santuario, donde Amasías en nombre del Rey ejercía el poder, con un culto vacío y sin referencia a la vida, cuestionado por el profeta: “Pues así dice Yahveh a la casa de Israel: “Buscadme y viviréis”. No busquéis a Betel, no entréis en Guilgal, ni a B’ersebá paséis; pues Guilgal será deportada y Betel será aniquilada (Betel se volverá Betavén =casa fracaso). Buscad a Yahveh y viviréis, no sea que invada como fuego a la casa de José, y devore, sin que haya quien lo apague, a la casa de Israel (Am 5,4-6). Estas palabras no solo tenían un contenido religioso sino social, político y económico porque cuestionaban el uso del templo como fuente de riqueza y, sobre todo, como medio para controlar la población, para encubrir su maldad y legitimar sus intereses usando el centro religioso y la fe del pueblo.
El profeta dice al pueblo que Dios está fuera del santuario porque dentro no se hace su voluntad sino la del el rey por medio de sus representantes por esto las quejas o amenazas en forma de lamentaciones, de ayes:
Primer ay: la justicia pisoteada en los tribunales, lo pobres pisoteados (Am 5,7-17): “Ay de los que truecan el juicio en ajenjo y echan por tierra la justicia… Odian en la puerta a quien declara el derecho y al que habla sinceramente aborrecen. Por eso, por cuanto pisotean al pobre y tomáis de él tributo de grano… Porque conozco que numerosos son vuestros crímenes y enormes vuestros pecados; vejáis al justo, aceptáis soborno y a los indigentes atropelláis en la puerta. Entre tanto, ante eso, el prudente calla, pues es tiempo de infortunio…”
Segundo ay: culto y justicia (5,18-27): “¡Ay de los que ansían el día de Yahveh! El día de Yahvéh, ¿de qué os servirá? ¡Será tiniebla y no luz! Como cuando huye un hombre de un león y topa un oso, o entra en casa y, apoyando la mano en la pared, lo muerde una culebra… Yo aborrezco, desprecio vuestras fiestas y no resisto el olor de vuestras asambleas. (Yahveh no acepta holocaustos, oblaciones, ofrendas, cantares, músicas) Mas discurra como agua el derecho, y la justicia como arroyo perenne…”
Tercer ay: lujo y riquezas (6,1-10): Ay de quienes viven tranquilos en Sión y de los confiados en la montaña de Samaria, hombres notables de la primera de las naciones… Que pretendéis alejar el día aciago y aproximad un año de violencia. (Amós describe el lujo en el que viven “los notables”). Por eso ahora partirán al cautiverio a la cabeza de los cautivos y cesará la orgía de los revolcados…
En estos textos no solo encontramos motivos religiosos sino una queja reiterativa por la falta de justicia y sus consecuencias. Escuchando las anteriores palabras, como muestra de su predicación, es comprensible el enojo de la casa real frente a Amós.
III. LOS CRITERIOS DE JESÚS NO SON LOS DEL PODER
Las actitudes de Jesús de Nazaret son para los creyentes referencia obligada, luz para iluminar sus acciones. Las dos escenas del Evangelio de Marcos que vamos a analizar ofrecen elementos para juzgar leyes y situaciones. Antes de acercarnos a las escenas presentaremos una breve descripción de la situación social en tiempos de Jesús y de las primeras comunidades cristianas, después, una mirada a las actitudes de Jesús frente a esa realidad. Las lecciones para nuestros días las presentaremos al final.
1. EL CONTEXTO DE JESÚS Y DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS
A través de la historia la tierra de Jesús, el llamado “corredor siro-palestinense”, ha sido objeto de múltiples ocupaciones por las potencias de turno. Sus habitantes han vivido la esclavitud en diversas épocas y de diversas formas. Muchas de las realidades descritas en el contexto del profeta Amós son válidas para el tiempo de Jesús, pero hay elementos nuevos, propios de su época.
En tiempos de Jesús y del cristianismo primitivo, el pueblo judío era colonia romana, con todas las consecuencias económicas, sociales y políticas de la dependencia. Roma ejercía el control a través de un gobernador, de la presencia de sus tropas y de un acuerdo con los dirigentes políticos y religiosos, quienes colaboraban, a cambio de “estabilidad”.
La escala social estaba determinada por el poder, el dinero y el prestigio concentrados en pocos grupos–como en todos los tiempos-. Estos grupos buscaban mantener su posición y aumentar su poder, prestigio y dinero utilizando diversos mecanismos económicos, ideológicos, religiosos, culturales… La élite social estaba conformada por la aristocracia imperial romana, la aristocracia provincial, personas con altas funciones administrativas, religiosas, culturales y militares. La inmensa mayoría de los pobladores eran pobres, unos, no mendigos: esclavos y jornaleros que tenían un trabajo inseguro y barato a causa del desempleo; otros, mendigos: jornaleros desempleados y los realmente pobres.
En tiempos de Jesús, la economía, que articulaba las relaciones entre los diversos grupos de la escala social, giraba en torno al campo, que vivía un proceso de concentración de la tierra, mediante las ganancias generadas por la producción directa o el arriendo. En el campo trabajaban agricultores directos, arrendatarios, esclavos y jornaleros. Mientras que en las ciudades las actividades productivas estaban en manos de artesanos y comerciantes.
La situación de la población empeoraba por la carga de impuestos directos e indirectos: unos, destinados al mantenimiento del ejército romano -a veces exigidos violentamente- y la población romana; otros, de carácter religioso: la tasa anual del templo, los impuestos para los sacerdotes, el diezmo a todos los productos vegetales y alimenticios. Por el movimiento de impuestos y ofrendas, el templo adquirió gran relevancia económica.
2. LA ACTITUD DE JESÚS ANTE LA SITUACIÓN
Para los creyentes, la manera de comprender a Dios determina la manera de ver el mundo, las relaciones sociales, políticas y económicas. La historia del pueblo judío está estrechamente relacionada con su experiencia liberadora de Dios. El Éxodo, la Promesa y la Alianza eran, no sólo, los principales momentos salvíficos, sino los fundamentos de su identidad, sobre esta base se construyó el proyecto igualitario que dio vida y futuro a un pueblo primitivo, errante y marginado que incluyó a grupos pobres de Canaán. Pero la instauración de la monarquía y su desarrollo posterior, cambió radicalmente estas estructuras sociales y relacionales, pasando de una relación con Dios en la vida cotidiana, en la historia a una relación fundamentada en la pureza ritual, en el culto. La discusión sobre la pureza fue la razón principal de la pelea de Jesús con los fariseos.
El cambio en la comprensión y en las mediaciones para la relación, constituyó una deformación en la comprensión bíblica de Dios. Este cambio era “necesario” para ser “creyente” en una situación de profunda injusticia. Este hecho perverso convirtió al Dios liberador en una amenaza para el pueblo porque era un Dios que exigía sus “derechos” como cualquier poder dominante mediante plagas y castigos. Los israelitas tenían que “pagar un rescate” por su vida para que no fuera destruida por un Dios exigente. “El Dios que miraba por los derechos del oprimido no tiene ojos ahora más que para sus propios derechos, amenazados por la existencia misma del hombre impuro en la cercanía de su santuario”. Jesús modificó radicalmente esta comprensión de Dios.
Los evangelios muestran a Jesús en confrontación con Roma, con los ricos y el sistema económico implantado en la sociedad, con los sumos sacerdotes, con el sanedrín… Pero la principal confrontación la mantuvo con los escribas y los fariseos quienes justificaban la opresión con una religión que encubría, silenciaba y justificaba el sometimiento del pueblo. Los fariseos y escribas eran piadosos y no muy ricos, pero suministraban justificaciones religiosas a los ricos para mantener intacto el sistema económico. ¿No pasará lo mismo hoy con las iglesias? No será tanto una vida de riqueza opresora y de despilfarro, cuanto los apoyos prestados a quienes sí lo hacen, lo que nos reprocharía Jesús hoy.
Jesús de Nazareth asumió su misión en la línea de la crítica profética contra el culto desconectado de la justicia social. Descalificó radicalmente la utilización del nombre de Dios para cualquier tipo de sometimiento, para el encubrimiento religioso de situaciones excluyentes, lo cual ha sido una constante, desgraciadamente, en nuestra historia.
J. I. González Faus describe las razones profundas de este uso de la religión: “Todas las situaciones de desigualdad y de privilegio necesitan una justificación ideológica. Los hombres no somos aún tan malos ni tan sádicos: no nos atreveríamos a defender esas situaciones si las llamáramos por su nombre… Esta falsa justificación ideológica echa mano de los valores más sagrados de cada sistema y de cada contexto social, para camuflar las diversas formas de opresiones del hombre por el hombre. Y en una sociedad confesional y teocrática el recurso a Dios para justificar la opresión injusta es una tentación casi invencible: el nombre de Dios que en la Biblia es “el creador del pueblo”, se convierte así efectivamente en ‘el opio del pueblo’… Y esta utilización de Dios contra la justicia es de las cosas que menos puede tolerar Jesús”.
3. LA JUSTICIA MÁS ALLÁ DE LAS LEYES. DOS ESCENAS EN LA PRACTICA DE JESÚS
En las dos escenas siguientes, las actitudes de Jesús confrontan el sistema social y religioso que legitima miseria y encubrimiento los intereses de los poderes con un manto religioso; cuestionan la indiferencia de una religión ritualista frente a la realidad de pobreza y marginación del pueblo. Con sus actitudes Jesús indica los criterios que han de orientar a sus seguidores, criterios que rompen la creencia que la relación con Dios se basa en el cumplimiento de las leyes rituales y en el respeto de tiempos y lugares sagrados, hasta el extremo de colocarlas por encima de las personas. Igualmente, Jesús deslegitima las autoridades religiosas y políticas: fariseos, maestros de la ley, herodianos, sanedrín, para quienes el empobrecimiento de la mayoría del pueblo no tiene que ver con la religión.
Jesús rompe las leyes que deshumanizan legitimando la marginación y la exclusión de las condiciones mínimas para una vida digna de los pobres y, que también deshumaniza a los victimarios porque al destruir personas destruyen su propia humanidad, además, si las leyes justifican la destrucción humana no tendrán la posibilidad de asumir la regeneración de su humanidad. Si se permite el lucro con el daño se da un mensaje funesto: el dinero es más importante que las personas, que la ética, que la moral, que la verdad, que la justicia, que la reparación, en otras palabras, que el dinero está por encima de la dignidad humana.
4. PRIMERA ESCENA: El hombre marginado al centro
A. LA ESCENA:
“Entró de nuevo en la sinagoga; y había allí uno que tenía la mano paralizada, y lo espiaban, por si lo curaba en sábado, con intención de acusarlo. Y dice al que tenía la mano seca: “Levántate [y sal] al medio”. Y les dice: “¿se puede hacer bien o hacer mal en sábado, salvar o matar?” Ellos callaban. Y lanzándoles una mirada con ira, entristecido por su endurecimiento de corazón, dice al hombre: “Estira tu mano”. La estiró, y su mano quedó restablecida. Los fariseos, al salir, en seguida entraron en consejo con los herodianos contra él, sobre como deshacerse de él” (Mc 3,1-6).
B. NOTAS PARA COMPRENDER LA ESCENA
Esta escena ocurre en el lugar sagrado para los judíos: la sinagoga. La presencia de un hombre con una mano paralizada constituye una violación de las normas de pureza ritual: si estaba paralizado era un pecador, por lo tanto, impuro y con su presencia hacía impuro el lugar sagrado. El día de los acontecimientos era sábado, tiempo sagrado, día en que está prohibido curar, excepto en un caso extremo y el hombre de la mano paralizada no es un caso extremo, lo cual muestra el carácter provocador de la acción de Jesús, quien rompe leyes rituales de forma premeditada.
Las acciones, las palabras, pensamientos y actitudes se entrelazan en torno a la necesidad de un hombre enfermo. Jesús realiza el signo milagroso en tres momentos: 1. señala la necesidad de curación del hombre, 2. cuestiona la actitud de los fariseos frente a la necesidad 3. lo cura. Los fariseos realizan tres acciones: 1. acechar para ver si viola la ley (v.2), 2. callar ante la pregunta de Jesús (v.4) y, 3. planear la muerte de Jesús (v.6) por curar en hombre.
Con el silencio los fariseos responden negativamente a la pregunta de Jesús: ¿Se puede hacer bien o hacer mal en sábado, salvar o matar? Además no tienen problema planear la muerte de Jesús en sábado. “Así se muestra la fuerza homicida de la Ley que se mantiene a ultranza como principio absoluto sobre el hombre… Jesús, en cambio, dice que ni el sábado puede anular los compromisos del amor; ninguna pretendida fidelidad a la ley puede servir de justificación para la neutralidad ante la vida o la muerte. La necesidad del hombre es hoy, y ante ella hay que definirse, porque hoy le ofrece Dios la liberación. Por eso Jesús viola provocativa e ‘innecesariamente’ el sábado”.
La observancia del sábado era una de las características principales del pueblo judío que lo distinguía de los otros pueblos. Por eso violar el sábado tenía unas repercusiones profundas: “Según lo entienden los adversarios de Jesús, ha sido violado el punto principal del mapa de los tiempos”. El texto muestra que en la decisión de matar a Jesús está en juego la preservación de “la identidad nacional”, identidad que, en este caso, son los intereses de los grupos de poder, presentados como los intereses del pueblo; intereses considerados y presentados como superiores a la vida de las personas.
Mientras otras curaciones terminan con la admiración de la gente a Jesús, ésta termina con la decisión de matarlo. Además, hay un hecho importante, la alianza entre fariseos y herodianos, “impensable sin una profunda ruptura lógica-religiosa de la comprensión de la pureza”. Los herodianos eran despreciados por los “puros”, los fariseos, pero no los hace impuros acordar con ellos la muerte de Jesús. A partir de este momento serán aliados (Cf. Mc 8,15; 12,12-13). Este acuerdo sintetiza la hipocresía de los “piadosos” oponentes de Jesús.
El mundo bíblico comprende al ser humano como una estructura de tres zonas: zona del pensamiento emotivo, de las decisiones (intelecto, voluntad, juicio, conciencia, dinamismo personal…): corazón-ojos; zona del lenguaje auto expresivo (comunicación con los demás, auto revelación…): boca-oídos; zona de la actividad premeditada (el área de la conducta exterior, de la actividad externa, las acciones humanas que repercuten en el mundo de las personas y las cosas): manos-pies.
La comprensión bíblica del ser humano, permite hablar del hombre de la mano paralizada como un personaje representativo y simbólico, detalles textuales que lo señalan: la falta de localización precisa de la “sinagoga”; decir “con el brazo/mano” atrofiado y no “con un brazo/mano” atrofiado; la presencia en la sinagoga, el sábado, solo de Jesús, los fariseos y el hombre de la mano paralizada; la ausencia de otra gente. Este hombre representa a quienes frecuentan la sinagoga, su brazo atrofiado representa al pueblo fiel a la institución religiosa. Marcos señala la paralización de la actividad y la incapacidad de iniciativa y creatividad como efecto del influjo de la doctrina fariseo en el pueblo.
“Con su acción Jesús revelaba el criterio según el cual debe medirse lo que se puede o no hacer a favor del hombre: para los escribas, el criterio último era la Ley; para Jesús, el criterio primero y último es la necesidad concreta del que sufre”.
5. SEGUNDA ESCENA: La violencia para apropiarse de la herencia.
A. LA ESCENA:
“Y empezó a hablarles valiéndose de parábolas: “Un hombre plantó una viña, [la] rodeó con una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se marchó de su tierra. A su debido tiempo envío un esclavo a los labradores, para recoger de los labradores [la renta] de los frutos de la viña, pero lo cogieron, lo golpearon y lo despidieron vacío. Nuevamente les envió otro esclavo, y también a aquél lo descalabraron e injuriaron. Envió otro y también a aquél lo mataron. Y muchos otros; a unos los golpearon, a otros los mataron. Todavía tenía a uno, su hijo querido; se lo envió el último, diciendo: ‘respetarán a mi hijo’. Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: ‘Ese es el heredero; ¡hala!, matémoslo, y la herencia será nuestra. Y lo cogieron, lo mataron y lo echaron fuera de la viña. ¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Llegará y acabará con los labradores, y confiará su viña a otros. Ni siquiera leísteis este texto: “la piedra que desecharon los constructores, ésa llegó a ser piedra angular, por obra del Señor sucedió eso, y es admirable a nuestros ojos”. Intentaban apoderarse de él, pero temieron a la gente; pues comprendieron que había dicho la parábola por ellos. Y dejándolo, se marcharon” (Mc 12,1-12).
B. NOTAS PARA COMPRENDER LA ESCENA
Geográficamente, Marcos estructura su Evangelio en tres escenarios: las acciones en Galilea y sus alrededores, el camino hacia Jerusalén y los acontecimientos en Jerusalén.
La parábola de los viñadores asesinos, está en la tercera parte del Evangelio, precedida por la discusión sobre la autoridad de Jesús (Mc 11,27-33), discusión ocasionada por la expulsión de los mercaderes del templo (Mc 11,15-19), una de las primeras acciones de Jesús al entrar en Jerusalén y seguida por la discusión sobre el tributo al emperador; su ubicación muestra la importancia de la parábola y su temática para el evangelista.
“Y empezó a hablarles” así comienza la parábola que es la respuesta a la pregunta por la autoridad de Jesús para “hacer eso” (Mc 11,28), es decir, la autoridad de Jesús para expulsar los mercaderes del templo. Este gesto tiene una carga simbólica fuerte porque desde entonces y hasta hoy, con frecuencia, se ha caído en la tentación de hacer de la religión un negocio o de justificar negocios y políticas económicas con ella.
Quienes cuestionan a Jesús por la autoridad para actuar, se convierten en los destinatarios de la parábola: sacerdotes, escribas y ancianos (11,27c), ellos son el poder ritual, legislador y político del pueblo judío, cuya conducta homicida Jesús desenmascara. Los destinatarios entienden la parábola (v 12) pero su comprensión no los lleva a cambiar sino a proyectar la muerte violenta de Jesús. Se hace evidente la ilegitimidad del Poder: siendo responsables de la Viña (Israel) se ha convertido en factor de muerte para los enviados por Dios, incluido el hijo amado. Por eso el pueblo, ya no tiene nada que esperar del Centro del Poder, porque en su proyecto los pobres no cuentan.
La parábola lleva a los interlocutores y contradictores de Jesús (quienes deciden su muerte) a juzgar “correctamente” y a sugerir un castigo radical: acabar con los labradores y confiar la viña a otros (Cf. V. 9). Ellos, los jefes, son los constructores que rechazan a Jesús, quien “se ha convertido en piedra angular”. Las consecuencias del desenmascaramiento son claras: tratan de arrestar a Jesús para asesinarlo pero se frenan por miedo a la gente.
La parábola señala “que la ortodoxia más piadosa, si se cierra a la posibilidad de que Dios hable por otros canales que no sean los suyos, corre el riesgo (y en él cae con frecuencia) de convertirse en homicida, matando en nombre de Dios; matando incluso al enviado de Dios, a su hijo amado”.
La elección del tema para la parábola, el recurso a la violencia para apropiarse de la viña, no es casual, es un problema recurrente en Israel, como el planteado en al relato de la viña de Nabot (1Re 21,1-29) que implica al Rey Ajab, quien poseyendo muchas tierras, recurre a la muerte del campesino Nabot para adueñarse de la viña. La parábola de los viñadores asesinos “pudo muy bien haber sido una prevención ante los terratenientes que expropiaban las tierras y exportaban los productos del país”.
La violencia para adueñarse de la tierra, elemento central de la parábola, es una realidad recurrente en la historia de la humanidad, es un recurso viejo: “matémoslo para quedarnos con la herencia” o “Entonces llegaron los dos hombres perversos (testigos falsos), declararon contra Nabot ante el pueblo… Luego lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, así murió… y entonces se levantó el rey bajó a la viña y tomó posesión de ella”; hay también nuevas versiones: “véndame ahora para no tener que negociar con la viuda” o “si no me vende a 100.000 pesos la hectárea abonaremos con usted la tierra”; hay métodos complementarios: falsos contratos de compraventa, falsificación de firmas, poderes falsos, vender la tierra de otros…
IV. LAS LUCES DE LOS TEXTOS
Cada una de las escenas bíblicas ofrece múltiples lecciones, aquí señalo algunas, cada lector sacará las propias.
A. LAS LECCIONES DE LA POLÉMICA DE AMÓS Y DE AMASÍAS.
Muchos legisladores promulgan leyes para que otros cumplan, para aplicarlas a los demás, para juzgar a los otros, pero en circunstancias idénticas no permiten que se les aplique a ellos. No permiten que usen con ellos, la medida que ellos usan para los demás. Vemos las luces de la Palabra de Dios en Amos:
- Las instituciones son relativas frente al valor de la justicia, entendida como el derecho de los pobres a evitar el deterioro de sus condiciones de vida, el derecho al acceso a la tierra otorgada por Dios.
- La verdad aparece como el desenmascaramiento de los mecanismos utilizados para empobrecer los campesinos, para tirar la justicia por el suelo, para encubrir la opresión y tranquilizar la conciencia con una religión cultual, desligada de la justicia.
- El criterio de la vida de los pobres es central en el texto, con él, se juzga la actuación de los gobernantes, la validez del culto y la veracidad de la relación con Dios.
- Restituir y restaurar la justicia aparece en el texto como una condición para restablecer la relación con Dios, es decir, sin una preocupación por la justicia en el sentido bíblico, nuestras relaciones con Dios no se pueden restablecer.
- La parcialidad de Dios a favor de los empobrecidos y en contra de los empobrecedores, es clara, no sólo en esté texto sino a lo largo de toda la Biblia; este criterio es muy importante en un mundo que decide pensando en los beneficios de pequeños grupos que empobrecen a las mayorías.
- El texto profético descalifica las leyes que pretenden ocultar la verdad de las víctimas, que no les hace justicia y que no reparan o reconstruyen la justicia hecha añicos.
Las leyes que se debaten en el congreso colombiano benefician a quienes tienen responsabilidades directas e indirectas en la muerte de miles de personas, en el despojo y destrucción de la tierra, en crímenes de lesa humanidad, en el desplazamiento forzado de millones de campesinos de sus tierras. Son leyes en las cuales hay una desproporción entre los beneficios a los victimarios y la imposibilidad de las víctimas para expresar públicamente la verdad de su dolor, de su destrucción, de la injusticia a las que han sido sometidas. Las luces de Amos son claras, ahora necesitamos su fuerza para actuar en consecuencia.
B. LECCIONES DE LA CURACIÓN DEL HOMBRE DE LA MANO PARALIZADA
En momentos que se busca legitimar la barbarie perpetrada por los paramilitares y sus cómplices enquistados en el poder, cuando se quiere “legalizar” la tierra que ha sido robada con sangre, balas, engaños, hambre, chantajes, cuando se quiere hacer ver que lo importante es legalizar las cosas sin importar como, en el relato de la curación hay lecciones fundamentales para hoy:
- La actitud de Jesús muestra que ninguna ley por sagrada que sea puede tomarse como pretexto para evadir la responsabilidad con las personas que han sido víctimas de la exclusión, la desaparición forzada, los asesinados, las masacres, las torturas, el desplazamiento forzado, las detenciones arbitrarias, el despojo de las tierras, el exilio…
- La luz para juzgar, con una mirada cristiana, la valides de las leyes es la realidad de los empobrecidos, las víctimas de crímenes de lesa humanidad y la víctimas del actual sistema político, económicos y social que llena de dolor y sufrimiento el país.
- La libertad de Jesús frente a los sistemas religiosos, políticos y económicos “no encaja en las expectativas religiosas de sus contemporáneos, su actitud suscita un complot por parte de los fariseos y los herodianos para acabar con él”. Por esto no es de extrañar que quienes están apoyando a los empobrecidos en la lucha por recuperar sus derechos, quienes se oponen a la ley de ignominia y quienes no se venden sean calumniados, amenazados, asesinados.
La verdad está determinada por las necesidades del hombre marginado. La justicia ha de estar encaminada a dejar sin vigencia las leyes que justifican y perpetúan su marginación y exclusión. La reparación ha de estar orientada a devolver a los pobres, a las víctimas el lugar que les corresponde en la sociedad.
C. LECCIONES DE LA PARÁBOLA DE LOS VIÑADORES ASESINOS
La parábola pone al descubierto las relaciones entre el poder (político, económico, religioso…) y la muerte. Los poderes, con frecuencia, usan y justifican la muerte física, moral, ética, social, espiritual… para mantenerse, para incrementarse.
- Los creyentes deben estar atentos a la relación entre el poder y las muertes para evitar servir a quienes no quieren. Con actitudes y acciones, a veces bien intencionadas pero ingenuas, respaldan sin querer poderes que generan muerte y destrucción y que van en contra de sus convicciones.
- Es necesario una actitud crítica frente a los medios de comunicación que ofrecen –con pocas excepciones- una visión parcializada y tendenciosa de la realidad, pero lo hace de forma que parecen los poseedores de la verdad, lo cual impide sospechar que son instrumentos para legitimar la injusticia.
- La tierra don de Dios para todos sus hijos, sigue siendo razón de muerte y destrucción. Los creyentes deben empezar a devolver a la tierra su carácter de don, su carácter sagrado, para evitar que siga derramando sangre como consecuencia de la violencia, lágrimas consecuencia de la injusticia y sudor consecuencia de la explotación.
La verdad en el texto está relacionada con el desenmascaramiento de la relación existente entre la violencia ejercida contra los pequeños y los intereses de grupos dominantes. La justicia está en la devolución de la viña, la tierra a los verdaderos dueños y el castigo a los causantes de la muerte y destrucción. La reparación apunta al restablecimiento de la situación inicial y como esto no es posible en su totalidad, con la reparación del daño padecido por las víctimas y sus familias.
Hoy, cuando se promueven leyes que tiran por el suelo el estado social de derecho, leyes corroídas por intereses perversos, es urgente revisar los criterios de Jesús para saber qué actitud asumir frente a ellas.
V. UNA ESCENA EN TRES MOMENTOS
- PRIMER MOMENTO: el jefe de la oficina envió un mensaje a su superior: “Hay ‘unos’ que conspiran contra su señoría, desacreditándola públicamente, a plena luz del día. El país no puede tolerarlo, no puede conocer sus palabras”.
- SEGUNDO MOMENTO: el jefe de la oficina en compañía de otros funcionarios expulsaron, unas personas, del país de los “buenos” y le dijeron a la opinión pública: “Esa es una gente de baja calaña, unos apátridas que inventan historias falsas con el fin de hacer daño y calumniar a los defensores del “bien” y la “verdad”, por eso deben irse con sus sueños a otra parte, para que no pongan en riesgo el buen nombre del país, para evitar el mal ejemplo”.
- TERCER MOMENTO: Las personas señaladas y expulsadas manifestaron: “Ciertamente no somos gente de “bien” como ustedes, ni pretendemos serlo; simplemente hemos visto unos acontecimientos, hemos oído unas historias, hemos sentido unas injusticias, hemos conocido unas verdades y no hemos podido cerrar los ojos, callar la boca, dejar de escuchar la conciencia y por eso hemos hablado públicamente de que los hemos visto, de lo que hemos oído, de lo que nuestras manos han palpado acerca de la Vida que está siendo destruida. El Señor Dios nos llamó, de detrás de nuestros miedos y debilidades, nosotros no hemos podido resistirnos, por eso hemos hablado y seguiremos hablando”.