¿A qué le teme el gobierno?
En España, cuando le reventó a Felipe González el escándalo de las GAL, ningún asesor presidencial salió a culpar a los medios que publicaban la verdad.
No me cabe la menor duda de que si José Obdulio Gaviria hubiera sido asesor presidencial de Nixon durante el escándalo Watergate habría terminado denunciando penalmente a Bob Woodward y a Carl Bernstein; habría cuestionado públicamente al Washington Post por ser un periódico que le hacía juego al terrorismo y de paso habría descalificado a ‘Garganta profunda’ por ser una fuente proveniente de las Farc.
Así de absurda está resultando la forma como el gobierno de Uribe ha decidido tapar el escándalo revelado por esta revista la semana pasada en el que los asesores de Palacio quedan tan mal parados como quedaron en su momento los de Nixon, luego de que el Washington Post denunció el escándalo del Watergate. Según la revista, algunos de ellos habrían llamado al DAS para ordenar la interceptación ilegal de contradictores políticos, de periodistas y de magistrados de la Corte que investigan a muchos congresistas miembros de la coalición uribista. Uno de esos asesores, José Obdulio Gaviria, se dio por aludido y salió a decir con la petulancia que le caracteriza, que él no había sido. Si él lo dice hay que creerle, lo cual no significa que no se necesite una investigación con todas las de la ley, que es lo que al parecer no quiere el gobierno.
Si la quisiera, hubiera salido a pedirle disculpas al país y a mostrar su voluntad de que la justicia llegue al fondo de este asunto para que el país pueda saber quién o quiénes fueron los asesores presidenciales que ordenaron estas interceptaciones ilegales. Pero lo que ha hecho es atravesársele como una mula muerta a la justicia. ¿Cuál es el interés del gobierno en que el país no conozca la verdad sobre quiénes fueron los que ordenaron esas grabaciones? Si el presidente Uribe dice que él no ha ordenado ninguna, ¿por qué manda a su escudero José Obdulio Gaviria a tratar de desviar la investigación, inventándose fantasmas para manipular a la opinión?
Lo lógico es que el gobierno hubiera registrado como positivo el hecho de que el Fiscal se hubiera reunido diligentemente con la Corte Suprema de Justicia y los periodistas de SEMANA y les hubiera asegurado a ambos que estaba dispuesto a llegar hasta el fondo de este escándalo, costara lo que costara. Sin embargo, en un acto de desprecio por la justicia, el gobierno decidió satanizar la reunión y convertirla en un aquelarre en su contra. Sólo faltó que José Obdulio, desde su cómodo pedestal de asesor fantasma, saliera a decir que Anncol había estado presente en ese mitin para terminar de cerrar el círculo infernal. Gaviria cometió el despropósito de demandar penalmente al Fiscal, de arremeter nuevamente contra SEMANA y contra los magistrados ‘chuzados’ en un intento por convencer a la opinión que sigue al Presidente de que lo grave en este escándalo no es que estén grabando ilegalmente a Raimundo y todo el mundo por órdenes de Palacio desde el DAS, sino que lo verdaderamente repudiable es que un medio haga esa denuncia basado simplemente en fuentes anónimas.
Qué importa que la denuncia sea tan cierta como las que hicieron desde hace varios meses los magistrados y políticos en el sentido de que se sentían seguidos e interceptados por el DAS. Ni que el mismo gobierno hubiera tenido que aceptar que eso estaba sucediendo cuando decidió trasladar las salas del DAS a la Policía, en una medida que probablemente va a terminar acabando con las pocas cintas que aún no se han quemado. Matar al mensajero y convertir a las víctimas de las ‘chuzadas’ en células políticas que se reúnen no a cumplir su labor sino a complotar contra el régimen de la seguridad democrática, es el ‘spin’ que anda urdiendo José Obdulio Gaviria para impedir que el Fiscal haga su investigación. Pero se equivoca el asesor, el hecho de que haya una mayoría uribista no significa que esa mayoría sea boba ni retrasada mental.
Todo lo que está sucediendo no hubiera sido posible en una democracia como la norteamericana, donde difícilmente los José Obdulios llegan de la mano de un Presidente y donde los escándalos que denuncian abusos de poder terminan teniendo efectos políticos inmediatos. En España, cuando le reventó en la cara a Felipe González el escándalo de las GAL, ningún asesor presidencial salió a culpar a los medios que publicaban la verdad. Estoicamente Felipe González asumió su error y su partido fue castigado en las urnas.
Aquí, en cambio, el despropósito y la manipulación se abren paso con una facilidad preocupante, demostrando que nuestra democracia ha entrado en cuidados intensivos. Lo que resulta un imposible en democracias desarrolladas termina siendo posible en democracias famélicas dominadas por un régimen que ha reducido el ejercicio del poder a una sola persona. Lo que queda claro es que lo que le molestó al gobierno no es que se esté ‘chuzando’ ilegalmente desde el DAS o desde la Dipol, sino que se descubra. La verdad, José Obdulio, tarde que temprano, siempre sale a flote.
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http://www.semana.com/noticias-opinion/teme-gobierno/121212.aspx-> http://www.semana.com/noticias-opinion/teme-gobierno/121212.aspx]